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'Diablo' Beret y Estopa

El mes de febrero fue... interesante.

Jacob cumplió su promesa de dejarme espacio, aunque eso no evitaba que se colara, más noches de las necesarias, en mi cuarto con la excusa de ver cualquier película nueva que se le ocurriera.

Pero lo cierto es que me encantaba volver del trabajo o de alguna reunión y encontrármelo por ahí, cuchicheando con Luke, o preparando la cena con Blair, se había empeñado en que quería aprender a cocinar lo básico, así que ella estaba haciendo lo que podía por enseñarle y tan solo hubo que usar un extintor de incendios una vez, así que eso podría decirse que es progresar.

Por lo demás estuvo todo bastante tranquilo. Seguía yendo todos los días a la cafetería y trabajaba sin parar en el estudio. Di un par de conciertos, nada muy alocado, eran más bien locales pequeños pero las entradas se vendieron mucho más rápido de lo que nadie se esperaba.

Una noche de entre semana, llegué a casa y me encontré con Blair preparando la cena, Luke mirándola desde un taburete, y Jacob tirado en el suelo limpiando una masa extraña que había derramado, pero estaban todos cantando una de mis canciones a pleno pulmón, de hecho, se habían inventado hasta los coros.

Entré muerta de risa en la cocina y empecé a ayudar a Jacob a recoger el estropicio.

-Si seguís así tendré que plantearme cogeros como coristas- bromeé desde el suelo.

-Deberías- me dijo Blair muy seria- lo hacemos que te cagas.

Luke le puso una mueca a su novia, pero ella no le vio así que se libró de que le diese un empujón y le tirara del taburete.

-Eso o puedes componer una canción sobre nosotros- propuso Luke, mirándome con las cejas levantadas.

Le sonreí de vuelta y me quedé pensando en la idea en silencio.

-O podrías escribirme una canción a mí solito- la voz de Jacob sonó a mi lado y giré la cara con una mueca y cuando le vi mirándome, me di cuenta de que no estaba bromeando.

-Sí, claro... Más quisieras.

Me levanté del suelo y me fui al baño a lavarme las manos, estaban asquerosas de la masa esa que habíamos estado limpiando, y él me siguió de cerca para hacer lo mismo.

-Oye, ¿qué pasa? Es una buenísima idea- protestó.

-Sí tú lo dices.

-Hablo en serio.

-Sí, sí, yo también- y fingí seriedad mientras me secaba las manos con una toalla.

Pero cuando traté de salir por la puerta, se plantó en medio y, de repente, esbozó tal sonrisa que me asusté.

-¿Qué...?

-Ah no ser...- me miró suspicaz- A no ser que ya tengas una.

Se me desencajó la mandíbula.

-Cántamela- ordenó, ahora sonriendo de oreja a oreja.

-No te he compuesto ninguna canción, creído.

-Claro que sí- me contradijo- Seguro que la tienes escondida en ese cuadernito tuyo que no me dejas leer nunca.

Me quedé bloqueada de repente. Era cierto que había escrito sobre él más veces de las que me gustaría admitir, pero nunca había compuesto una canción entera dedicada a él, tal vez la mitad...

-Algún día me la cantarás- sentenció y se marchó a la cocina feliz, y claro, yo le seguí enfurruñada.

Al llegar de nuevo allí, ya habían terminado de preparar todo, así que nos fuimos a cenar al salón.

Solo yo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora