'Here comes the sun' The Beatles
Le pedí a Blair que me relevara en el turno de la tarde en la cafetería y a las cuatro menos cinco ya estaba en la entrada del parque y lo cierto era que me estaba matando la curiosidad.
A las cuatro menos un minuto vi aparecer por uno de los caminitos de piedra, que se extendía entre los árboles, a Jacob.
Tenía cara de cansado y el ceño muy fruncido mientras llevaba los ojos de un lado a otro, buscando algo y, al parecer, ese algo debía de ser yo porque, en cuanto me localizó, dejó de fruncirlo y juraría que le vi sonreír de lado por unos segundos.
En cuanto aparté la mirada de su cara me fijé en lo más llamativo, no iba vestido como solía ir siempre, con sus típicos vaqueros y sus sudaderas de diferentes colores monocromáticos, de hecho, no iba vestido ni siquiera como un ser humano normal, mucho peor, parecía sacado de la cárcel pero, en vez de llevar un mono naranja de esos típicos que se ven en las películas, era de color gris ceniza. Y, por si fuera poco, el atuendo lo adornaba con una escoba y un contendor enorme, también gris.
Estuve a punto de echarme a reír. A punto. Pero recordé que, si estaba en esa situación, yo era la única culpable. La que debía de estar así vestida debía de ser yo, me había librado de una buena, algún día debería agradecérselo, así que, lo mejor sería empezar por fingir seriedad y no reírme.
Cuando estuvo más cerca vi que volvía a fruncir el ceño, justo antes de dejar el contenedor a un lado y la escoba apoyada sobre él.
Y de pronto enarcó una ceja, cruzándose de brazos.
-¿Qué?
-No te estás riendo...- creo que lo estaba asimilando- ¿Por qué no te ríes?
-¿Por qué iba a hacerlo? Estás así por mi culpa.
Puso los ojos en blanco y me irrité. O sea, que si me reía de él le molestaba y cuando no lo hacía también. A este chico no hay quien le entienda.
-Vega, como dejes de meterte conmigo nuestra relación se va a la mierda, espero que lo sepas.
Abrí los ojos, sorprendida pero no me dio tiempo a decir nada.
-Bueno, ya sabes el gran secreto- se señaló de pies a cabeza, torciendo el gesto.
-¿Esto es lo que has estado haciendo estos meses?
Asintió y, de pronto, me sentí fatal por haberle cerrado el día anterior la puerta en las narices.
-Y...- jugueteé con un hilo suelto de mi jersey- ¿Y cuántas horas más tienes que cumplir?
Estaba un poco confusa, ni siquiera sabía que hubiese tenido ya el juicio. ¿Esas cosas no solían tardar más?
-Cero- dijo, esta vez sonriendo de oreja a oreja.
Parpadeé varias veces.
-¿Cero?
-Ajá- empezó a recoger las cosas.
-¿Cómo que cero? ¿Pero qué poco no?
Enarcó de nuevo las cejas y me miró por encima del hombro.
-Ah, que encima querías que cumpliese más horas.
-Eh, no... digo que... no sé... ¿qué te han puesto? ¿20 horas?
Se carcajeó tanto que me irrité. Vale a lo mejor no tenía ni la más mínima idea de cómo funcionaba este tipo de pena pero no era mi culpa, nunca había conocido a nadie que hubiese tenido que cumplirla.
-Vega, pueden hasta ponerte trescientas horas si quieren.
Me atraganté.
-¿Tres... trecientas? ¿Tanto?- asintió mirándome divertido. Vale, definitivamente le debía una muy grande- ¿Y cuántas te han puesto?
Se encogió de hombros.
-Unas pocas menos.
Y dio por zanjada la conversación.
Me dijo que le acompañara hasta el sitio donde debían cambiarse y dejar todas las cosas. También tenían que firmar una especie de papel amarillento, supongo que era para asegurarse de que hubiese cumplido con el trabajo.
Le esperé, apoyada sobre una pared en una salita pequeña, mirando como una panda de adolescentes volvían cabizbajos, tras haber cumplido con las horas del día. Desde luego podía parecer una tontería pero daba la sensación de que, fuera lo que fuese lo que hubiesen hecho, habían aprendido la lección.
Cuando Jacob salió ya con su vestimenta de siempre, suspiré y me giré para salir de nuevo a la calle.
Una vez abajo, vi que se paraba y se recostaba en una pared, justo al lado de un coche de policía y se encía un cigarro.
Volví sobre mis pasos y me apoyé a su lado, sin decir nada.
Nos quedamos unos minutos en silencio, él fumando y yo pensando.
Y me di cuenta de que nunca habíamos pasado tanto tiempo sin intentar matarnos y no era del todo desagradable.
Hasta que me acordé de una cosa.
-Oye- me puse de lado- ¿Qué es eso de que Craig es gay?
Alzó las cejas sorprendido por la pregunta y no respondió.
-¿Y bien?- me separé de la pared.
-Pues que es gay, Vega- sonrió- no tiene mucho misterio la frase.
-Pero... ¿seguro? Es decir, que me parecería maravilloso pero ¿por qué lo sabes?
Se rio como un niño, disfrutando de que estuviera un poco descolocada pero era lógico que estuviese así, es decir, yo le conocía desde hacía mucho más tiempo que él y no me había dado cuenta y él con haber pasado tan solo una cena ya lo sabía, pues no me parecía bien.
-Soy muy observador- soltó una bocanada de humo en mi cara y tosí espantándola.
Y cuando pensé que iba a decir algo más, me di la vuelta y vi al lado de una rueda del coche una especie de círculo de acero que me llamó la atención y me agaché a recogerlo, olvidándome de la conversación, ya interrogaría a Craig yo misma.
Estaba un poco pillado por la rueda pero pude sacarlo tirando un poco y me quedé admirando lo que había encontrado hasta que giré sobre mi rodilla, todavía desde el suelo, y se lo enseñe.
-¿Qué haces con esas esposas?
Me levanté mirándolas detenidamente.
-¿Las devuelvo?- le pregunté.
Expulsó todo el humo encogiendo el rostro con indiferencia.
-Quédatelas si te hace ilusión, no creo que las echen en falta.
Volví a mirarlas. ¿Para qué narices iba a querer yo esas esposas? Pero la idea de pronto me divirtió así las guardé en el bolsillo de mi sudadera.
-Bueno, ahora que ya está todo aclarado- dijo, apagando con el pie lo que le quedaba de cigarro- me tengo que ir.
-¿Irte?- dije rápidamente- ¿A dónde?
Entrecerró los ojos con fuerza.
-¿Qué más te da? Cotilla.
Me encogí de hombros retomando mi pose habitual.
-Ah, no. Me da igual.
Arrugó la nariz de manera extraña y, como estaba de perfil, me fijé en que se le movió un poco la marca que tenía en la mandíbula y estuve tentada a preguntar cómo se la había hecho, pero supongo que me daría la misma respuesta que antes, así que decidí ignorarlo.
-Bueno, ya nos veremos, Vega.
Resoplé de nuevo.
-Sí ya... la última vez que escuché eso, pasaron dos meses...- la intención había sido decirlo en mi mente, pero mi boca estaba muy suelta ese día al parecer.
Jacob me miró con cara divertida por unos segundos pero no dijo nada más, agachó la cabeza y se fue.

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Solo yo #2
Romance*Segunda parte de la bilogía 'Solos'. El primer libro está en mi perfil* Leyre tiene las cosas muy claras, quiere ser cantante, y no piensa dejar que nada, ni nadie, se entrometa en su camino. Así que, tras una ruptura muy dolorosa y una noticia de...