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'Quiero' Aitana

El día siguiente fue muy extraño. Todos estábamos demasiados tensos y ni siquiera los intentos de Luke y Blair por restablecer la paz fueron bien recibidos.

Hicimos un esfuerzo por seguir el itinerario que teníamos planeado para aquel día, pero a media tarde, decidí irme de vuelta al hotel, fingiendo estar cansada.

Me di una buena ducha, muy larga, y al salir, no es que me sintiese mucho mejor, pero al menos estaba limpia.

Abrí la puerta, quitándome la toalla del pelo, sujetando con la otra mano la que tenía envolviendo mi cuerpo y me quedé parada en seco al ver a Jacob fumando en la ventana.

-No- sentencié en cuanto me miró- Fuera.

Señalé la puerta con el dedo, pero lo único que hizo fue apagar el cigarro.

-Vega.

-No- volví a decir con más fuerza- no empieces con el Vega. No estoy de humor, así que, vete, por favor.

Seguía ahí parado, esperando a que me tranquilizase, pero no iba a suceder.

-Jacob. Te estoy hablando en serio. Muévete.

-Quiero hablar contigo.

-¿Y te crees que yo quiero hablar contigo?- exclamé, perdiendo los estribos- ¿Se te ha ocurrido pensar en lo que quiero yo, tal vez?

-Yo...

-¿No, verdad?

Me había acercado a su lado, furiosa, apretando los puños. No sabía que estaba tan enfadada hasta que le vi a solas.

-Estás enfadada, lo entiendo- señaló y yo reí con ironía- Solo quiero aclarar las cosas, ¿vale?

-Aclarar las cosas- repetí despectivamente.

Me quedé un par de segundos mirándole fijamente, sin que ninguno de los dos se atreviese a mover un músculo.

-Vale- afirmé seriamente y me crucé de brazos sobre la toalla- Aclarémoslo. Vamos.

Se quedó callado, sin saber qué decir.

-¿Qué? ¿Ya no hablas?

-Sí, es solo que...

-¿Solo qué?

-No lo entiendes, ¿vale? Solo quiero protegerte.

-Protegerme- escupí la palabra y le puse una mueca, asqueada- Jacob no soy una niña pequeña, no necesito que me protejas, ni tú ni nadie, y menos aun cuando no tengo ni idea de qué se supone que me estás protegiendo.

Se pasó ambas manos por la cara. Estaba nervioso y le temblaban, pero me dio igual.

-Sabes- seguí diciendo- no tenías ningún derecho a decir lo que dijiste ayer.

-Lo sé- bajó las manos, abrumado.

-No, no lo sabes. No puedes decidir por mí, ni por nadie y, sobretodo, no puedes ponerte de esa manera, como un verdadero desquiciado...

-Lo sé, lo siento...

-Y, lo peor- le ignoré- ¿amenazarme?- esta vez me tembló un poco la voz.

-No quería...

-Pero lo hiciste- aguanté las lágrimas.

-Solo quería que reaccionaras, Vega.

-Pues lo conseguiste...- ahogué un sollozo- porque ya no sé si quiero estar con alguien así.

Solo yo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora