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'Nothing else matters' Metallica
(Piano cover)

No sé cuánto tiempo pasé sentada delante del piano. Seguramente había sido bastante pero a mi me parecieron minutos.

Cuando comenzaba a tocar, sentía que el tiempo se detenía, no había nada más allá de mis dedos, las teclas y la música que me envolvía.

Comencé por piezas más suaves, muchas de las cuales ni siquiera tenía que pensar en tocarlas, simplemente mis dedos sabían a la perfección donde debían ir. A medida que avanzaba con las canciones, la melodía se fue volviendo más fuerte, más potente. Mis dedos tocaban con mayor fuerza y precisión y tan solo cerraba los ojos y me dedicaba a sentirla fluir en mi interior.

Me enfadaba cuando alguna que otra vez me equivocaba de nota o si no acertaba con el tempo, pero enseguida lo rectificaba.

A veces, me gustaba cantar notas sueltas, para acompañar al piano, a veces era el piano quien acompañaba mi canto pero cuando me sentía perdida, frustrada o enfadada, dejaba que fuera el piano quien llenara con su sonido la habitación, y eso hice hasta que, cuando estaba llegando al final de 'Nothing else matters' de Metallica, escuché un ruido a mi espalda y me detuve de inmediato.

Me di la vuelta y vi por los ventanales de la tienda que ya se había hecho completamente de noche y la sala estaba tan solo iluminada por la luz de las farolas que se adentraba por los cristales y por una pequeña lámpara que desprendía una luz naranja muy tenue pero suficiente para poder ver a mi alrededor.

Vi una figura cerca de la entrada. Me miraba directamente, muy estático y en completo silencio. Por un segundo me asusté al pensar que podía ser un ladrón o algo por el estilo, pero cuando enfoqué mejor vi que tan solo se trataba de Jacob.

-¿Q-qué haces aquí?- tartamudeé- Me has dado un buen susto.

Parecía que se había quedado sin habla porque sacudió la cabeza y tardó unos segundos en avanzar hacia mí, mientras que yo cerraba la tapa del piano.

-Eh... sí... perdona...- avanzó torpemente por la poca luz que había y tuve que hacer un esfuerzo por contener la risa cuando se chocó con una batería y soltó una maldición.

-Te ha mandado Blair a buscarme, ¿no?- adiviné.

Asintió mientras daba un repaso rápido a su alrededor admirando todos los instrumentos.

-Sí, eso- apuntó- Se ha ido a la cafetería y Luke la ha acompañado. Me han pedido que venga a rescatarte.

No sé porque eso hizo que se me tensaran los hombros.

-No necesito que nadie me rescate, gracias- me puse de pie y empecé a recoger mis cosas- Y menos aún tú.

Pero en lugar de hacer como esta mañana y aceptar mi intimidación, negó con la cabeza enfadado.

-Mira, Leyre...- ¿acaba de usar mi nombre?- que te den.

Vale, entendía por qué estaba molesto, siempre que intentaba acercarse a mí yo le reprimía pero es que no lo podía evitar, era mi auto defensa, no me podía volver a permitir sufrir por... bueno, por nada.

Pensé que se iría y me dejaría a solas de nuevo, pero como siempre, ese chico no era para nada previsible y empezó a pasearse por la tienda, admirando todo lo que tenía a su alrededor e ignorando que yo siguiera ahí plantada con la boca medio abierta.

-No toques nada, a ver si lo vas a romper- dije a la defensiva ignorando que me acababa de mandar a la mierda.

Suspiró y se giró de nuevo hacia mí, esta vez estaba un poco más cerca y podía notar su frustración mucho mejor.

-No tienes muy buena imagen de mí, eh...- y siguió a lo suyo.

-No me caes bien- admití, entrelazando los dedos de mis manos.

-De eso ya me he dado cuenta- siguió sin mirarme- Tú a mí tampoco, no te preocupes.

Vale, eso no debería haberme afectado tanto como lo hizo.

-Pero...- continuó, pasando las manos ahora por unos discos de vinilo que estaban en una de las estanterías- si vas a vivir con Blair me temo que nos vamos a seguir viendo...

-Estupendo- ironicé, acercándome a su lado para apartarle las manos de los discos, no quería que estropease nada.

-Así que- apartó mi mano y agarró uno de los discos, examinándolo en el aire- creo que tendremos que aprender a soportarnos, al menos aguantar estar en una misma habitación sin que me grites o te den esos ataques psicóticos tuyos.

Bufé con fuerza y me aparté de su lado, estaba empezando a percibir su olor y no me gustó para nada que me pareciera que oliese bien.

-Eres tú el que me los provoca con tus comentarios- protesté.

Él se encogió de hombros como si nada.

-Bien, bueno, lo que sea- se giró y clavó sus ojos en los míos- ¿Qué me dices? ¿Crees que serás capaz de aguantar estar conmigo en una habitación sin que nos matemos? ¿O no?

Lo recapacité durante unos minutos. Claro que era capaz, o eso creía. Pero por otro lado me estaba empezando a gustar eso de provocarle y molestarle, era... no sé, divertido, casi como adictivo y eso que nos habíamos visto muy pocas veces.

-Puedo intentar no querer matarte- dije al fin y vi aparecer en sus labios una media sonrisa- pero no pienso dejar de decir en alto lo que pienso sobre ti...

-Que es...

-Que eres insoportable- le provoqué.

-Bien. Yo no pienso dejar de decirte las verdades a la cara, por mucho que te molesten las malas.

Me estaba probando, estaba comprobando si caía en su trampa y, como siempre, caí.

-¿Qué verdades?

-Pues...- empezó a pasear de nuevo, despreocupadamente- cosas como que a veces pareces una desquiciada o que has hecho bien en aceptar el trato.

Estuve a punto de responderle de mala gana pero me paré en seco.

-¿Espera?- sacudí la cabeza- ¿De verdad piensas que estoy haciendo lo correcto?

Tardó unos segundos en hablar, meciendo de un lado a otro la cabeza como si estuviera sopesando bien su respuesta.

-Creo que Blair tiene razón en una parte. Me ha contado toda la historia que te pasó con tu prima y sí que parece una 'arpía', como dice ella,- hizo el gesto de las comillas- así que estoy de acuerdo en que tal vez no deberías juntarte con alguien así, pero lo que no ve Blair es que no creo que hayas aceptado porque te estés rindiendo ante ella.- Le miré con atención pero él seguía rondando los discos con tranquilidad- Creo que estás aprovechando una oportunidad única y que, si sale bien, tendrás la posibilidad de alejarte de ella y no tener que volver a soportarla más.

Me quedé muda en mi sitio. No me podía creer que acabase de decir en alto lo que yo llevaba toda la tarde pensando. No podía ser que hubiese sido capaz de leerme tan bien. Eso era algo que tan solo mi abuela era capaz de hacer, ni siquiera mis más íntimas amigas sabían nunca lo que pensaba, decían que era muy contradictoria, que funcionaba siempre del revés y tenían razón, por eso me sorprendió tanto que aquel chico que me conocía de apenas un par de veces hubiese sabido distinguir mis motivos.

Y fue justo en ese momento cuando me di cuenta de que, si antes pensaba que estar cerca de Jacob era peligroso, ahora lo tenía más claro que el agua.

Solo yo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora