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'Hall of fame' The script

-Quita.

Le di un manotazo en el hombro y aparté a Jacob de mi camino.

-Solo si me lo pides con cariño.

-Como no te quites te voy a dar una patada con mucho cariño- le amenacé.

Habíamos ido a merendar a un sitio nuevo de batidos que Blair decía que se moría por probar y tuvimos que hacerlo para que se callara por fin.

La parte buena, que los batidos estaban riquísimos.

La mala, que había tanta gente en la cola que tardamos más de un ahora en pedir.

El último fue Jacob, que estaba mirando el menú con gesto raro y los ojos entrecerrados, pero se había puesto en el medio y no me dejaba alcanzar las pajitas.

Él sonrió como si le hiciera gracia mi comentario y levantó una ceja para mirarme de arriba abajo.

Sabía lo que estaba pensando, si me metiese en una pelea con él seguramente acabaría tirada en el suelo, inmovilizada, sin haber conseguido siquiera rozarle, pero eso no significaba que no lo fuese a intentar.

Debió de entender mi cara porque levantó las manos en señal de rendición y se hizo a un lado.

Yo seguía sin entender su actitud conmigo y nuestra relación. Lo único que sabía era que era un auténtico dolor de cabeza.

Nos pasábamos el día incordiándonos pero no en el buen sentido como dos amigos que se tienen cariño y se pelean para acabar riendo al final. No. Lo hacíamos de una manera extraña como si nos quisiéramos arrancar la cabeza mutuamente pero luego se nos olvidada a los tres segundos.

A mí lo que me seguía desquiciando era esa sonrisita burlona que por más que luchaba por borrársela, nunca desaparecía. La única vez que de verdad me asustó cuando se enfadó fue aquel día en el que nos peleamos en nuestro piso cuando le dije que sabía que le daba envidia no ser Mateo Brown, pero, por lo demás, el resto de las peleas no tenían mayor importancia, de hecho ya me había acostumbrado.

-Mañana tienes que entregar la maqueta, ¿no?

Me giré extrañada antes de volver a la mesa con los demás.

¿Cómo se acordaba de eso?

-Eh, sí, mañana- levanté las cejas- ¿Por?

-No, por nada. Y ¿qué le ha parecido a Olimpia?

Relajé mis hombros, deshaciéndome de la tensión que había acumulado.

-Le gusta, creo- me quedé pensativa unos segundos- Aunque bueno, me daría igual si no le gustara, lo que me faltaría ya sería que protestase por las canciones porque no es que ella aporte mucho en ese ámbito la verdad.

-¿Siempre las compones tú?- parecía realmente interesado y era raro, normalmente no me solía preguntar muchas cosas personales.

-Sí, desde pequeña. Siempre componía duetos para las dos y supongo que la he malacostumbrado.

-Bueno, pero ella también aportaría algo, supongo.

Negué con la cabeza, lo único que aportaba Olimpia era su carácter, su mal genio, su obsesión con mandar y, bueno, su voz, porque por mucho que me desquiciara había que reconocer que cantaba increíblemente bien.

-Pues entonces no entiendo cómo la has aguantado tanto tiempo.

-Ni yo- y esbocé una sonrisita.

Frunció el ceño antes de seguir.

Solo yo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora