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'Control' Zoe Wees

Aparcamos delante de la primera tienda que encontramos, que resultó ser una de pijamas. Ya se estaba haciendo un poco tarde y muchas tiendas ya habían cerrado, de hecho, al entrar, nos pidieron que nos diéramos prisa en elegir lo que fuera, porque iban a cerrar también en breve.

Asentimos y Jacob se esfumó entre las hileras de ropa, rebuscando cualquier cosa para ponerse.

Apareció al cabo de unos minutos con unos pantalones de pijama con dibujitos de los vengadores y una camiseta, también de pijama, que ponía Avengers en grande.

Le miré divertida ante la perspectiva de verle vestido con eso. No era para nada su estilo, más bien su gama de colores iba del negro al azul o, como mucho, granate, pero nunca algo más variado que eso, así que imaginarle con esos pantaloncitos puestos, me provocó un ataque de risa.

-¿Qué?- Me miró muy serio, mirando lo que tenía en las manos.

-Nada...- me reí- solo que... no te pega mucho. Me gusta.

Me puso una mueca.

-Pero si es que no hay nada más de chicos...- se quejó echando otro vistazo rápido a la ropa.

Yo asentí intentando ponerme seria pero era complicado.

-Bueno...- se encogió se hombros- pues mejor no te enseño los calzoncillos de Hulk.

Y claro, volví a reírme sin parar.

Acabamos pagando ese pijama tan maravilloso y al rato ya estábamos de camino hacia casa.

Estuvimos un rato en silencio al principio, pero yo era incapaz de dejar de echarle miraditas a los pantalones, incluso estuve tentada a hacerle una foto, pero supuse que me bajaría del coche y me dejaría tirada en el arcén de la autopista así que me contuve.

Habíamos puesto una playlist cualquiera de fondo y él iba silbando despreocupadamente el ritmo de la canción mientras que yo me entretenía mirando por la ventana, en silencio.

Los árboles pasaban a toda prisa y me encantó ver todo ese paisaje verde a nuestro lado, hacía mucho tiempo que no veía algo así. Cada vez que me asomada por una ventana veía edificios grises, coches pitando y gente yendo de un lado a otro con prisa, así que me gustó esa calma, era agradable.

Me agaché a recoger mi bolso y saqué mi libreta. Apoyé los pies descalzos, tan solo llevaba mis calcetines de aguacates, y recosté el cuaderno sobre mis muslos para empezar a escribir algo.

Ilusa de mí al creer que iba a poder hacerlo al tener al pesado a mi lado.

-¿Qué escribes?- no me miró, seguía atento a la carretera, tatareando despreocupadamente.

-Cosas.

-¿Qué cosas?

-Cosas mías.

Vi de soslayo que una sonrisita se le formaba en los labios pero intenté ignorarla.

-Vamos, déjame leer algo.

-Qué no, pesado- y giré un poco mi cuerpo para bloquearle y que no pudiese mirar por encima del hombro.

-Venga... ¿Qué pasa?, ¿te da vergüenza?

-No, pero no quiero que lo leas, son mías- levanté la cabeza y le dediqué una mirada poco amistosa.

-Y este es mi coche y tienes tu precioso culo en uno de sus asientos y no por eso te echo a patadas- sonrió incluso más cuando vio mi cara de espanto al escucharle decir que mi culo era precioso.

Solo yo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora