22.-Cazadores.

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—Hay algo que necesitas saber— dijo Dylan entre respiraciones. Se notaba que le dolía la herida en su costado, pero hacia lo posible por ocultarlo.

—Deberías descansar—respondió Sander.

Dylan le regaló una mirada fulminante, él quería darle respuestas y lo haría a como diera lugar, Sander necesitaba saber todo. Dylan se sentó sobre la cama, sus pies tocando el suelo frio.

—No necesito descansar— gruñó.

Sander podía ver las sombras de unos pies afuera de la habitación. Dylan sabía que ahí se encontraban las mentalistas de ese lugar. Sayuri, Sam y Azul...

Regina había acudido un par de veces para cambiarle los vendajes a Dylan, pero ante las protestas del chico sobre que había cosas más importantes que él mismo, simplemente salió del lugar para ya no volver.

—Diles que entren— pidió Dylan lo más tranquilo que pudo.

Sander simplemente se frotó los ojos y asintió. ¿Qué otra cosa le quedaba? Dylan no le haría caso si insistía en que descansara o en que Olivia lo curara y no quería que cometiera otra locura como pasearse por los túneles dejando marcas de sangre.

—Eres un caso perdido— murmuró Sander y movió la cortina a un lado para que las chicas entraran.

Dylan le correspondió con una mueca parecida a una sonrisa y luego siguió con la mirada a Azul... o Cheslay, para él. Sander se sentía confundido respecto a eso, a que ella se alimentara de sus recuerdos, pero aun así no podía sentirse enfadado, también sobre el hecho de que últimamente Azul se sentía como si fuera otra persona, ya que los ojos que antes reflejaban curiosidad, ahora parecían tener todas las respuestas. Ella enarcó una ceja hacia Dylan, como si preguntara lo que sucedía. Era la primera vez que Sander la veía hacer ese gesto, y se sintió tan diferente que... Sander sacudió la cabeza y se recargó en el marco de la puerta con los brazos cruzados para poder observar la escena.

—Conozco a las otras dos mentalistas— comenzó Dylan—Así que me arriesgare a suponer que tú eres Sayuri, la chica que se enfrentó a Azul en una jaula...

—No me llames mentalista cuando conoces mi nombre— murmuró Sam por lo bajo.

Dylan puso los ojos en blanco.

—No hay tiempo para tus niñerías— gruñó.

—Sí, soy yo—respondió la chica de rasgos asiáticos, Sayuri.

—Vamos a hacer algo— dijo Dylan al tiempo que respiraba profundo y se llevaba la mano hacia la herida con una mueca de dolor.

Sander quiso correr a todas de ahí y obligarlo a recuperarse, pero sabía que sería contraproducente, además, él también quería saber todo lo que el cazador estaba tramando, necesitaba respuestas, pero no a costa de la salud de alguien más.

—Vas a decirme todo lo que recuerdes de tu vida anterior a los túneles. Samantha me dirá si me mientes ¿De acuerdo?− aclaró Dylan.

Sayuri se removió incomoda sobre sí misma y se cruzó de brazos. La chica suspiró profundo y miró fijamente al suelo, mientras que su espalda estaba recargada contra la pared.

—Yo vivía en un lugar... no recuerdo exactamente el nombre, sé que tenía padres, pero no recuerdo ni sus nombres ni sus rostros. Ellos me entregaron al gobierno a cambio de un sitio en la ciudadela, eso sí puedo recordarlo— Sayuri se frotó los brazos en señal de nerviosismo—. No los culpo, ellos... creo que me tenían miedo... es decir ¿Quién no me lo tendría? Pensaban que era un monstruo. Yo me alimentaba de sus recuerdos y jugaba con sus mentes. Los del gobierno me enviaron a un campamento, donde estuve por diez años. Ellos experimentaban conmigo y me premiaban cada vez que jugaba con la mente de alguno de mis compañeros, con alguno de los evolucionados, hasta ese momento, yo creía que lo que hacía era algo bueno y por el bien de la sociedad. Un día, simplemente éramos libres, alguien había matado a los vigilantes y desactivado a los robots, echaron abajo todos los sistemas de seguridad, pero no había nadie a quien agradecerle por habernos liberado... Los evolucionados escapamos, uno de ellos tenía la idea firme de que debíamos dirigirnos hacia las afueras de la ciudadela, ya que ahí estaba algo que llamaban la resistencia del norte. No sé de dónde sacaron la idea ni porque...

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora