30.- Abandono:

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Cheslay se sentía feliz. No era por el hecho de tener una guerra en la puerta, tampoco por todos esos mentalistas a los que tenía que entrenar y estaban tratando de poner una cara de seriedad mientras ella entraba en sus más profundos pensamientos.

Nada de eso la hacía feliz. Al contrario, se sentía incomoda y presionada al tratar con todo eso, pero había algo en lo que podía pensar para sentirse contenta de nuevo.

Supo que una sonrisa se formaba en sus labios al seguir esa dirección en sus pensamientos. Sacudió la cabeza para concentrarse.

—Vamos de nuevo—dijo para tener un enfoque—. Ustedes dos al centro. Quiero barreras mentales levantadas.

Dos de los chicos se pusieron de pie. Cualquiera que pasara por ese lugar, podría pensar que solo se trataba de dos personas mirándose fijamente con el ceño fruncido en concentración. Cheslay sabía que era mucho más que eso. Estaban protegiendo sus respectivas mentes de la invasión del otro. Sin dejar ver sus pensamientos, sin dejarse manipular. Ella estaba orgullosa por el progreso que tenía con todos ellos.

Estaba tan concentrada en la pelea de mentes que no sintió cuando él se acercó, hasta que sus brazos rodearon su cintura.

Cheslay dio un respingo. Los demás los miraban.

—Pueden irse ya—les gruñó Dylan.

— ¿Qué estás haciendo?― preguntó ella cuando sus estudiantes se marcharon—. No puedes tratar así a los demás.

— ¿En serio?― susurró mientras depositaba ligeros besos en su cara y cuello. Cheslay se estremeció.

—Las personas nos miran...

— ¿Y?

Ella se giró para estar frente a frente, sin dejar de tocarse. Le dedicó una sonrisa de todos los dientes mientras se inclinaba para besarlo. Al diablo todo lo demás. Enredó sus dedos en el cabello de Dylan mientras él regresaba el beso. Cheslay se sentía feliz solo de pensar en cada parte de la vida que les esperaba juntos.

Se sobresaltó cuando su intercomunicador sonó. Separándose, cada uno revisó su propio mensaje.

— ¿Lousen?― preguntó él. Cheslay asintió.

—Vayamos antes de que envíe a Josué a buscarnos—dijo y se alejó unos pasos de Dylan, pero él la retuvo, sosteniendo su mano, entrelazando sus dedos. Cheslay enarcó una ceja— ¿Ahora será así? ¿Nos volveremos una de esas parejas cursis?

Él depositó un beso en el dorso de su mano.

—Aun no me has soltado—susurró Dylan.

—Tal vez no quiero hacerlo.

— ¿Vas a convertir esto en una pelea?

Cheslay soltó una risa.

—Tal vez.

Quería continuar con su absurdo coqueteo, pero el intercomunicador volvió a sonar. Dylan se pasó la mano robótica por el cabello, mientras que con la otra sostenía su mano. Juntos avanzaron a la plataforma, ganándose miradas extrañas por parte de los demás y risillas tontas de los estudiantes de Cheslay.

Ella observaba alrededor, mientras que Dylan pasaba su placa por la pantalla para que Lousen les concediera el permiso de entrar en su oficina. No había nada fuera de lo común en la resistencia, al menos no algo más allá de lo que estaba acostumbrada. Las personas iban de un lugar a otro con pantallas portátiles, charlando, trabajando. Cheslay se preguntó cuántos de ellos le debían lealtad a Raphael y cuantos los apoyarían en su plan si los altos mandos de la resistencia les llegaban a dar la espalda.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora