32.- Catástrofe:

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VELIKA.-

Me quedo observando la plataforma del hangar, Day está sentada sobre los escalones, no se ha despegado de ese sitio desde que Dominique partió, hace tres días. También me tiene preocupada, pero si algo malo le hubiese sucedido, estoy segura de que Ike me lo diría.

La gemela levanta la vista al sentirse observada, puedo ver como se esfuerza por ocultar su preocupación, la saludo con la mano y ella frunce el ceño para volver a mirar hacia los deslizadores que entran y salen.

Me encojo de hombros y salgo de ese lugar, si no voy a volar, no tiene sentido permanecer ahí. Necesito comer algo para después ir al entrenamiento más tarde, aunque sin los gemelos no será lo mismo. Llego al comedor y tomo mi comida, tal vez pueda sentarme sola, pero los demás ya están en una mesa, Erick parlotea un par de cosas que voy comprendiendo mientras me acerco. Él está cancelando el entrenamiento del día de hoy.

No me percato de que Lanhart está sentado a la mesa con Dylan, Cheslay, Erick y Sander. Me siento al lado de la mentalista y veo que toda la comida está intacta. Tal vez Magnus llegó al desayuno justo al mismo tiempo que ellos. Nadie me corre, así que lo tomo como un buen indicio, se ha hecho el silencio, así que con mucho cuidado meto un bocado de carne en mi boca.

—Pelearán—dice el general con seguridad, rompiendo el silencio.

— ¿Qué? ―inquiere Dylan, dejando caer el tenedor sobre su plato.

— ¿Tienes miedo?― Una burla, un reto.

—Claro que no ¿Por qué yo? Que pelee con Dominique cuando regrese.

—Nadie más quiere enfrentarlo, además, según tengo entendido, tienen una pelea pendiente.

El uno y el tres intercambian una mirada llena de significado. Reconozco su comunicación muda, es lo mismo que suelo hacer con Haru. Es el tipo de cosas que solo puedes compartir con las personas que has convivido casi toda tu vida, con las que puedes hacer chistes que solo ellos entienden, o con tu mejor amigo.

Ambos se encogen de hombros al mismo tiempo. Sander pone atención a su comida y el uno al general.

Dylan lo escudriña de arriba a abajo, parece pensar las cosas, recordar algo. El general le ha ofrecido pelear contra Sander en una de las salas de entrenamiento para evolucionados, aquellas que están recubiertas para soportar radiación, para cualquier tipo de energía o fuerza. Lo que quieren es una pelea para saber cuánto ha madurado Sander en su entrenamiento con Lanhart, el cual insiste que ya está listo para una batalla.

Dylan asiente, simple y sencillamente. Desperdicia una mirada en su amigo y ambos continúan comiendo, como si les hubieran dicho que van directo al país de las maravillas. Dejo de comer y me levanto. Nadie se toma la molestia de detenerme. No creo que se hayan percatado de mi presencia. Corro por la plataforma una vez que salgo del comedor ¡Haru y Amanda tienen que saberlo! De seguro querrán presenciar esto.

Aviso a mis compañeras de cuarto a través del intercomunicador y vuelvo al hangar, para decirle a Day. Ella ni siquiera desperdicia una mirada en mí, sabe que estoy aquí, a su espalda, tratando de tener una conversación más o menos civilizada.

—No ha vuelto—dice después de un momento.

Bajo dos escalones para ver su rostro. Tiene el ceño fruncido y se muerde el labio en ciertos momentos.

—Él está bien, se sabe cuidar solo—comento y trato de poner mi mano sobre la suya, pero Day la retira.

—Hay algo...—se frota las sienes mientras habla—. Es como si hubieras estado acompañada toda tu vida por una presencia, por algo constante, y de pronto te lo arrebataran. Siento como si me hubieran quitado un pedazo del cuerpo y se lo arrojaran a los perros ¿Comprendes?― esta vez tiene la delicadeza de mirarme.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora