24.- Escape.

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—Hay un punto en tu historia que no sé cómo comprender— dijo Sander después de un momento de silencio.

—Adelante, preguntaras de todas formas—respondió Dylan.

Sander sonrió.

—Cuando llegaste a los túneles, y peleamos. Tú dijiste que era la primera persona en mucho tiempo que te lastimaba. Entonces, si eres tan poderoso y fuerte como dices serlo ¿Cómo es que pude atraparte?

Dylan resopló.

—Acabas de escuchar la historia de los momentos más desesperados de mi vida ¿Y te preocupas por eso?

—No contestes si te avergüenza la respuesta— dijo y se encogió de hombros.

—Yo no esperaba que Cheslay estuviera aquí, pero cuando la vi... necesitaba ganarme la confianza de ustedes, me dejé capturar. Además, tenía bastantes días viajando y a decir verdad estuve tomando más de la cuenta— aceptó Dylan.

—De acuerdo, pero arreglaremos esa pelea después ¿Si?

— ¿Quieres pelear conmigo?− inquirió confuso.

—Sí, será divertido, puede ser una pelea amistosa, cuando estés recuperado.

—Estás loco— sentenció Dylan.

—No lo creo, solo soy...— Sander se interrumpió. Un ruido estremecedor sonaba por todas las bocinas de los túneles. Las luces parpadeaban en colores, haciendo que todo se viera más lento de lo que en realidad estaba.

— ¡Hijos de puta!− exclamó Dylan y se puso de pie, presionando la herida en su costado.

—No vas a salir en esa condición— espetó Sander— Probablemente sea solo una falsa alarma.

—Hay amenazas, considerando que el siete te traicionó ya una vez.

Sander frunció el ceño, mirando al suelo, meditando. Levantó un dedo, como si estuviera dando una orden.

—No harás cosas estúpidas ni suicidas. No eres un maldito Superman que no puede resultar herido. Actuaremos con prudencia ¿Está bien?

—Sí, mamá— contestó.

Sander puso los ojos en blanco, caminó hacia la puerta, cuando sintió que tiraron de él hacia atrás, Dylan lo lanzó hacia la última parte del cuarto. El cazador se colocó contra la pared. Sander iba a hacer una pregunta estúpida, cuando se vio interrumpido por la lluvia de disparos. Sander se llevó las manos a los oídos para cubrirlos por el atronador sonido, la cabeza le daba vueltas y sus ojos no lograban enfocarse en nada. Fue cuando se dio cuenta, una de las cosas que habían lanzado era luz cegadora. Sander gritó, dejándose llevar por la histeria y el dolor que la luz le suponía, obligándolo a retorcerse de agonía, entrando por los poros de su piel y atacando directamente aquello que lo había convertido en un evolucionado. De pronto todo se detuvo, Sander solo sentía las consecuencias de la Luz, pero ya no dolía, sentía el cuerpo tenso y débil.

—Está bien ahora— dijo Dylan.

— ¿Qué demonios?− preguntó sentándose sobre el suelo. Sander miró a su alrededor, esperando encontrarse con cadáveres, pero solo estaban él y Dylan— ¿Qué pasó?

—Puedes hacer dos cosas en este momento— contestó el cazador—. Puedes quedarte y pedirme explicaciones o puedes ir allá afuera a ayudar a tu gente, aunque admito que me encantaría charlar.

Sander sacudió la cabeza y se puso de pie, pateando los restos de la luz cegadora a su paso, Dylan la había destrozado.

—Ahora— le dijo Dylan—. Del otro lado de la puerta hay por lo menos doce personas tratando de matarnos. Algunos estarán flotando, pero no sé si todos soltaron sus respectivas armas, puede que comiencen a dispararnos, pero para eso vas a matarlos.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora