7.-Ultimos recursos:

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Raphael miraba el techo del lugar mientras fantaseaba con el hecho de estar en casa con un simple resfriado, con su madre preparando alguna comida especial en la parte baja de la casa, Diana entrando en su habitación cada dos minutos para preguntar si seguía vivo, Bianca dándole sus medicamentos cada determinado tiempo y su padre simplemente asomando la cabeza por el espacio de la puerta abierta sin preguntar nada.

Habían pasado cinco meses desde su intervención, seis desde su misión fallida en Rusia. Sus terapias eran repetitivas y lo fastidiaban, pero si quería estar bien para rescatar a Charlotte, las necesitaba. Magnus los puso sobre aviso de todo lo que iban a hacerles en ese hospital, Raphael recordaba perfectamente ese día, como su amigo estaba abatido, y no era para menos, se culpaba por la misión.

Nefertari resopló en la camilla de al lado.

― ¿Puedes dejar de hacer eso?― preguntó Raphael, sus constantes quejas cortaban sus ensoñaciones.

―No.

Lousen soltó una leve risa que lo hizo estremecer, todos sus músculos dolían.

―Eres encantadora.

―Gracias ¿Tienes idea de cuándo podremos marcharnos? ¿Esa linda enfermera tuya no ha dicho algo?

―Se llama Katrina, y no es nada mío.

Nefertari rio con una mueca de dolor en el rostro. Estaba recibiendo una serie de tratamientos experimentales por parte de varios médicos, Raphael sabía que ella la estaba pasando muy mal, pero aun podía seguir riendo.

―Nunca la miras cuando entra y hay ocasiones en las que evitas pronunciar su nombre, te gusta.

―No es cierto― negó rápidamente.

―Eso solamente lo confirma.

― ¡Que no!

Ella guardó silencio por unos minutos. Ambos estaban dentro de una habitación de color blanco, había una silla de ruedas al lado de la cama de Nefertari, y un par de muletas al lado de la suya. Los sonidos de las maquinas llenaron el silencio en la habitación.

―Es normal que te sientas asustado.

―No estoy asustado... yo...

―Nunca has tenido novia, lo sé.

―Tuve una.

Nefertari se dio la vuelta en la cama para mirarlo.

― ¿En serio?

―Sí. Estábamos en la escuela, ella necesitaba ayuda con matemáticas así que...― Hizo un mal intento por encogerse de hombros.

Ella lo miró por unos segundos y una gran sonrisa se formó en sus labios.

―Nerd― resopló y rompió a reír―. Nerd, nerd, nerd.

― ¡Ya es suficiente!

―Creo que tienes miedo, no porque nunca hayas tenido novia, más bien por lo que ha sucedido últimamente... te enlistaste, perdiste a tu familia, la misión, y ahora no tienes sensibilidad en el ciertas partes de la cadera y el brazo...

―Bueno, sí, ha pasado todo eso. Gracias por intentar animarme, de verdad lo aprecio.

De nuevo hubo silencio. Raphael se atrevió a mirarla, pero Nefertari veía de nuevo hacía el techo. Ella parecía tener profundos y dolorosos pensamientos.

―En realidad― dijo él y atrajo su atención―. Esa parte sigue siendo sensible.

El rostro de Nefertari se arrugó con una mueca de asco.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora