40.- Leyendas:

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IKE:

Tal vez, pienso mientras parpadeo un par de veces, ha sido una muy mala idea el venir aquí, pero Ulises no hubiera dejado que se acercara alguien más, por el chip especial que llevo. Me duele la cabeza por el fuerte golpe que me dieron al entrar al cuarto oscuro. No veo a Ian por ninguna parte y eso está bien, espero que escape muy lejos de aquí.

Me arden las muñecas, justo donde la cuerda con la que ataron mis manos raspa con mi piel. El lugar está sumido en la oscuridad y apesta. Me pregunto cuántos mas han muerto por esta mutación del virus, a pesar de que he enviado al personal del laboratorio del palacio para que vacunen a los demás.

Escucho cuando abren la puerta y lo único que puedo hacer es mirar a Ulises, él cojea ligeramente, me pregunto si es por una herida o porque se ha contagiado. Personalmente, tengo más miedo del virus que de él.

―Así que has decidido despertar―. Su voz tiene ese tono de reproche.

―Estoy despierto desde hace horas― digo formalmente.

―No quieras parecer valiente, desde ayer no has hecho nada más que dormir ¿Como fue el atentado? Ni siquiera sé cómo pudiste sobrevivir, igual de resistente que una cucaracha― gruñe con molestia y se rasca una costra de mugre en el cuello.

No quiero que note en mis facciones la sorpresa por sus palabras ¿Desde ayer? ¿He estado en este sitio un día completo?

―Tienes que dejarme ir.

Ulises sonríe con cinismo ¿Quién soy yo para amenazarlo? El gobernante de la ciudadela que no tiene simpatizantes, el joven que no tiene amigos, el político sin aliados. No soy nada. Lo único que le sirve de mi es el chip con el que puede activar a los sistemas de seguridad.

― ¿Que me darás a cambio?― pregunta enarcando una ceja. Sus ojos se dirigen a mis manos atadas.

― ¿Quieres la ciudadela? Lo lamento mucho, ya no está a mi cargo.

― ¿Has venido aquí a morir?

Trato de encogerme de hombros a pesar de las cuerdas que me mantienen atado.

―La muerte se puede encontrar en cualquier parte ¿Para que buscarla entonces?

Ulises me muestra los dientes en señal de desagrado y se acerca hasta que está frente a mí, apoyando su brazo contra la pared, es cuando me doy cuenta de que el mismo tiene costras y que los dedos son de un tono casi purpura. Su fétido aliento me cala en la nariz.

―Estas desesperado― digo sin dejar de mirarlo a los ojos, los cuales están inyectados en sangre―. El virus avanza de una forma rápida.

― ¡Tu gente tenía la cura!― grita y se impulsa hacía atrás, pero antes de que vea sus movimientos, siento el golpe en la cara.

Veo puntos blancos cuando trato de enfocarme en la pared del frente. Ulises me golpea de nuevo, pero me doy cuenta de que estruja sus manos en señal de dolor. Dos chicos más entran en la habitación.

Sonrío como un lunático después de saborear la sangre en mi boca.

―Golpéame todo lo que quieras, pero no vas a obtener lo que buscas. Vine aquí para hacer un trato...

―Y dejaste alguien de confianza a cargo del palacio ¿O me equivoco?

―Tu agudeza mental me sorprende― ironizo.

―Lo único por lo que estás vivo, es porque el chip dejará de funcionar si tu corazón deja de latir.

Frunzo el ceño ¿Como tiene él esa información? Me trago la pregunta y continuo con su juego, necesito saber cuál es el siguiente paso de Khoury, como planea utilizar a los radicales, mi instinto me grita que el atentado fue solamente la primera parte de su plan.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora