"Un reloj" dice la voz.
Tardo un segundo en abrir los ojos.
Miro por la ventana y me doy cuenta de que todo es de color rojo. No porque lo hayan pintado en unas cuantas horas. No.
Hace más calor que durante el día, a pesar de que el sol no nos está quemando ahora.
Siento que tiran de mí.
Una de las niñas tiene mi brazo entre sus manos. Ella tira de el para obligarme a dejar la cama.
Lanzo las mantas a un lado y corro. No estoy segura de hacia dónde, simplemente corro.
La puerta de la habitación está abierta.
Pierdo a la niña que me despertó entre la multitud.
Me doy cuenta de que no sé qué hacer ¿Ahora qué?
Todos corren hacia ninguna parte, el Campamento se está quemando. Hay fuego por todas partes.
Estoy asustada. El humo cala en mi garganta y en mis ojos y me siento muy cansada.
La voz en mi cabeza no ha aparecido de nuevo.
Miro en todas las direcciones hasta encontrarme con la mirada fría de la Mayor.
Sé que es momento de moverme, correr, salir de su camino.
Me voy por la dirección contraria a ella, que es a donde nadie está escapando, porque el fuego crepita de ahí. Corro, pero quiero detenerme, solo que mi cuerpo actúa por voluntad propia.
"¡Para!" grito "¡Por favor, para!"
"Yo tengo el control, cariño" me responde la voz.
¿Ella tiene el control de mi cuerpo? ¿Por qué? ¿Cuándo sucedió?
Estoy más asustada que antes. Si mi cuerpo me respondiera a mí, ahora estaría llorando, solo que eso no era posible.
Mi otra yo se detiene ante el muro de fuego.
Me doy cuenta de que estamos frente a la valla, los edificios grises de alrededor están en llamas, y los Guardias corren de un lugar a otro para ponerse a salvo. A ninguno parece importarle las niñas que se quedan encerradas. Y al parecer a mi otra yo tampoco, ya que mi cuerpo sigue corriendo.
La Mayor grita mi número por encima de los sonidos.
− ¡930430!− ruge− ¡No te atrevas!
Mi otra yo sonríe y le muestra el dedo medio a la Mayor.
No tengo idea de qué significa eso.
− ¡Atención! La fuga de las presas: 901225, 591215...− más números suenan por los altavoces.
La Mayor se detiene a escupir en el piso, pero luego reanuda su carrera y va por mi otra yo.
No puedo creer que esto esté sucediendo.
Después de meses de golpes, maltratos, abusos, y muchas cosas más, al fin podía ver la libertad del otro lado de la valla.
Comienzo a decirle a mi otra yo que no se detenga, que tenemos que hacer esto por nuestro propio bien.
Creo que mis palabras la ayudan, ya que corre más rápido.
Me doy cuenta de que tengo el control de mi cuerpo de nuevo, porque mis piernas duelen y el humo y fuego calan en mi garganta y ojos.
"¿Dónde estás?" pregunto.
Nadie responde.
Ella se las arregló para llevarme hasta una de las torres de control, donde podía desactivar la electricidad de la valla, solo que no sabía cómo.
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Mente Maestra la saga
Science FictionNo tengo nombre. No tengo un pasado. No tengo recuerdos. Ellos me buscan. Otros me cazan y otros dicen que quieren protegerme. No sé en quien confiar. ¿En aquel que dice quererme? ¿Aquel que dice haber cruzado el mundo entero por...