38.- Consecuencias:

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Joel Wagner era el ministro de Alemania, fue puesto en ese cargo después de cumplir los treinta. Era joven, tal y como lo señalaron los demás ministros cuando él fue nombrado. No tenía elección, el anterior tuvo una muerte dolorosa y lenta a causa del virus. La primera vez que se presentó en la ciudadela, fue para conocer al gobernante y a los demás ministros. Pensaba que todos ellos eran personas sin valores, corruptos destinados a seguir viviendo del sufrimiento de los pobres. Joel era joven cuando todo eso inició, ni él ni su hermano fueron víctimas del virus, en ninguno de sus sentidos, no eran evolucionados, pero tampoco contaminados.

Marco, su hermano, era todo lo que tenía.

Solía pensar mucho cuando era joven y como hizo su carrera política en Alemania, como subió de rango, no fue muy larga su espera, ya que muchos estaban muriendo por esa extraña enfermedad que parecía mutar. Alemania tenía todos los recursos económicos para financiar una guerra, únicamente carecía de soldados ya que el virus y las constantes rebeliones se encargaron de acabar con su población, ya que Alemania fue uno de los principales refugios de la humanidad cuando todo sucedió.

Joel era joven, muy joven cuando se inició en una carrera política para convertirse en ministro y representante de Alemania en la ciudadela. Aun tenía ideales, creía en el cambio y en las personas. Temía que eso cambiara cuando llegó a eso que todos llamaban esperanza. Al principio, al conocer al gobernante, y ver a este hombre ser manipulado por la mayor Khoury, mujer que era conocida y no bien recibida en su país, creyó que todo estaba perdido. Después conoció a Evelyn Shepard y Camila Suker. Ambas de ideas similares a las suyas, ambas en total apoyo a lo que llamaban la siguiente generación.

Respiró profundo. Esos pensamientos no lo acompañaban ahora. No había una generación mejor que la anterior. Ahora ellas estaban muertas, le costaba asimilarlo, sus aliadas estaban fuera del juego. Croacia cerró sus puertas a todo y todos, no querían establecer un trato, Canadá corría por cuenta de Vanesa, y Joel no sabía mucho sobre la pupila de Evelyn. Las zonas de la resistencia se negaban a responder sus mensajes, todos excepto Raphael.

Despertó en un hospital en la ciudadela, él no sabía cómo había llegado hasta ese lugar, con André, el mayordomo del palacio, tratando de explicarle la situación. Joel se puso furioso ¿Por qué él estaba vivo y los demás no? Tres ministros muertos, dos heridos y uno desaparecido. Todo estaba muy mal, la guerra estaba a punto de estallar.

Después de que Joel hubiese atendido sus heridas y comido algo, fue que decidió recibir el mensaje de Ike, el gobernante de la ciudadela, aquel joven al cual le habían dado demasiada responsabilidad, aun sentía lastima por él.

Joel Wagner empujó la puerta del salón de reuniones, le dolía cada parte del cuerpo, tenía algunos huesos lastimados pero ninguno roto. Fue una verdadera suerte que no estuviera cerca de la ventana cuando sucedió la explosión ¿Alcanzó a firmar o no los acuerdos de paz? No lo recordaba. Sacudió la cabeza y entró.

En ese salón solamente había oscuridad. Una pequeña luz encendida al final del lugar, justo donde Ike estaba sentado, con un tablero de ajedrez en la mesa. Él se dio cuenta de que tenía compañía y señaló la silla del frente para que el ministro se sentara. Joel lo hizo.

―Querías hablar conmigo.

― ¿Vuelves a Alemania?― preguntó Ike.

Joel tomó una respiración, estaba demasiado cansado como para entrar en juegos de palabras. Ike movió una pieza en el tablero.

―Agradezco que me sacaras de ese lugar, de ese caos, pero tengo que irme.

―No fui yo quien te sacó.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora