19.- Enemigos en común:

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VELIKA.-

— ¿Recuerdas la última vez que estuviste en la ciudadela?― pregunta Noah.

—Hace unos días ¿Por qué?

—No lo sé, parece extraño regresar ¿Para que fuiste?

Miro por el cristal del frente del deslizador, afuera hay una horrible tormenta de nieve, puedo ver como hielo se estrella contra el blindaje, las nubes se han cerrado de una forma tenebrosa. Estamos volando más despacio que en un día normal. El radar no detecta nada malo, para tratarse de una tormenta.

—Ike necesitaba hablar conmigo—respondo cortante. No tengo tiempo para las preguntas de Noah, necesito estar atenta al vuelo. Las tormentas me ponen nerviosa.

— ¿Y por qué no me llamó a mí? ¿Por qué no hablar conmigo?― inquiere dolido, Ike es su mejor amigo.

Me controlo para no golpearlo ¿Quién se cree que es? ¿Su novia?

—No era el tipo de conversación que pudiera tener contigo— espeto y muevo a los controles para encender las luces del exterior. No creo que la patrulla de la ciudadela haga recorridos con este clima, así que me arriesgo para ver hacia donde voy.

En cuanto pasemos la zona montañosa, voy a dejar el piloto automático y trataré de dormir un poco.

— ¡Se acostaron!― exclama impresionado.

—Noah. Estoy a punto de abrir la compuerta y lanzarte fuera.

—No, es que... creí que... olvídalo.

No hago comentarios respecto a su titubeo. Noah jamás titubea, es una persona segura y confiada. Guardo eso para más tarde, para cuando este activado el piloto automático.

Mi brazo parece actuar solo, el volar se ha convertido en algo cotidiano para mí, volar es mi vida. Muevo la palanca para ascender, hasta que las montañas altas desaparecen del radar. Dejo que el deslizador baje por gravedad en picada, casi puedo percibir los fuertes vientos rozando contra el material del exterior.

—Velika...— Noah parece asustado, tiene las manos enterradas en el asiento.

Respiro profundo y acciono las turbinas para que el deslizador se nivele. En cuanto nos estamos deslizando entre las corrientes de aire, dejo el piloto automático, hay algunas turbulencias, nada del otro mundo. El problema será aterrizar cerca de la ciudadela.

Me levanto del asiento, completamente segura de que estaremos bien, me recuesto sobre una manta en el suelo del pasillo, entre los asientos. Noah se levanta y me sigue, sentándose y abrochando su cinturón.

— ¿Quién es Greta?― pregunto a Noah.

Sus ojos se vuelven cautos y su cuerpo se tensa.

— ¿Qué quieres decir?

—Es una persona ¿Por qué no hablar de ella?― pregunto fastidiada.

Tengo frio, justo ahora podría estar en la oficina climatizada de papá escuchando la historia y bebiendo algo caliente. En vez de eso, estoy volando en medio de una tormenta de nieve, sin bebidas, camino a la ciudadela con una de las personas más políticas que conozco. Espero que Ike sea consciente de todo lo que hago por él.

—Hace rato titubeaste, parecías estúpido, bueno, más que de costumbre. Pero titubeaste, ibas a mencionarla a ella.

Noah mira al frente, sus ojos parecen querer hacer un agujero a mi hermoso deslizador, sus manos se aprietan sobre el cinturón ante las turbulencias.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora