14.- ¡Esta viva!

3K 375 8
                                    

Se siente bien correr. Mis piernas me responden como si hiciera esto todos los días. No están mal después de las heridas. Supongo que el pasar tiempo en los cultivos y en los túneles trabajando y haciendo todo tipo de actividades me ayuda a no quedar lisiada. Corro lo más rápido que puedo, a pesar de que Sander me dijo que no me adelantara, siento como voy dejando atrás al grupo. Mi respiración es rítmica, no está acelerada.
Amanda me mira, luego ve a su costado y descubre que de verdad no estoy ahí. Maldice por lo bajo y corre más rápido para alcanzarme.
Puedo escuchar en mi mente como Cheslay grita de alegría, como si las dos estuviéramos controlando el cuerpo ahora. Me freno en seco. He llegado al borde del túnel.
Amanda me alcanza, también se detiene, ella respira agitadamente, sus brazos están recargados en sus piernas, trata de tomar aire.
Siento mi pecho subir y bajar para poder controlarse. Me gusta cómo se siente la energía, la adrenalina, la fuerza. Mi cuerpo se siente tan poderoso como mi mente.
Sander me pone una mano en el hombro para indicarme que ya no corra.
No lo hago, no lo haré si no me dicen que lo haga. Eso es algo que aprendí del Campamento: No hagas nada que no te ordenen o habrá un horrible castigo.
Amanda ya ha recuperado el aliento. Los dos chicos que nos acompañan le hacen escolta a Sander. El líder mira a los alrededores y luego les hace señas a los acompañantes. Ellos me regalan una mirada de miedo al pasar junto a mí, ambos evitan tocarme. Llegan a la orilla, clavan dos cuerdas en la superficie de la tubería, se atan la cuerda a la cintura y saltan…
Me atrevo a mirar. Ellos rebotan una… dos… tres veces.
Hay mucha distancia desde donde estamos al suelo ¿Cuántos pisos subimos? Se supone que estábamos en los túneles, estos invaden toda la ciudad. Y ahora salimos por un lugar muy alto. Puedo ver las luces de la civilización a la distancia. Algunas parpadean, y otras se mantienen firmes. También nos llegan sonidos amortiguados ¿A dónde iremos?
Sobre nosotros las estrellas brillan con intensidad, ya que donde estamos casi no hay luz, sólo está la de la luna y las estrellas, además de las linternas que sostienen los chicos que nos escoltan.
Siento mi corazón palpitar fuerte cuando Amanda coloca la cuerda sobre mi cintura, es mi turno de saltar.
―Espera a que Sander esté listo―. Me dice con tono huraño.
Asiento para ella.
Amanda va ya ata a Sander de la misma forma que hizo conmigo.
¡Voy a saltar! Me siento feliz y temerosa al mismo tiempo.
—Todo listo—. Anuncia Amanda.
Sander asiente para las dos. Él quiere tomar mi mano, pero me doy cuenta de que la llevo descubierta y la retiro para no hacer nada de lo que me arrepentiré después. Parece entenderlo ya que solo sonríe.
Aprieto los ojos, retrocedo dos pasos, corro y… solo hay viento a mi alrededor ¡Vuelo! ¡Estoy volando! Soy libre…
"Somos libres" Exclama Cheslay quien se siente tan emocionada como yo.
Si recordara como hacerlo, ahora mismo estaría dando gritos de júbilo.
Todo se detiene de golpe y al igual que los primeros en saltar, reboto varias veces hasta que la cuerda se queda por completo extendida.
Ellos ayudan a Sander a bajar, y me tengo que quedar colgada hasta que acaben con él, ya que ninguno de los dos quiere tocarme y no los culpo.
Sander pone sus pies en el suelo y luego le hace señales con la linterna a Amanda, pocos segundos después cae la cuerda desde arriba. El líder fulmina a sus chicos con la mirada al darse cuenta de que sigo colgada de la cuerda. De seguro me saldrá un gran moretón en la cintura a causa de la caída. Sander me ayuda a bajar con cuidado de no tocar mi piel. Cuando me quita la cuerda no retira sus manos de mi cintura, se queda mirándome a los ojos.
Recuerdo que justo ahora me veo igual que un chico, además de que no tengo nada que ofrecerle. Me retiro unos pasos y él deja caer sus manos.
Hace la misma señal y Amanda deja caer la segunda cuerda.
―Hay que alejarnos―. Dice Sander. Más bien susurra.
Me doy cuenta de que todo lo hacemos con extremo cuidado y si no es necesario hablar no lo hacen.
Los acompañantes asienten y los cuatro juntos caminamos hasta situarnos detrás de las ruinas de un edificio abandonado. Sander saca la linterna y le hace más señales a Amanda ¿Cómo bajara ella si ya no hay cuerdas?
Puedo ver a la chica en la orilla del túnel, abre los brazos y se deja caer.
Mi boca se abre, queriendo gritar algo, pero no sale nada más que un simple quejido muy bajo como para que alguien lo escuche. Veo caer el cuerpo de Amanda. Ella cambia de posición en el aire y pone sus pies hacia abajo. Cuando cae, mucho polvo se levanta.
Los cuatro salimos de nuestro improvisado escondite y acudimos a ella.
Amanda cae en el suelo en cuclillas. Me cuesta unos segundos darme cuenta de que no está lastimada, si no que parece algo más feliz que antes. Ella estaba preparada para hacer esto.
― ¡Fue fantástico!― Murmura uno de los chicos.
La joven sonríe.
―Creo que no volveré a dudar de las habilidades de nadie—. La felicita Sander en voz baja.
― ¡Son como cincuenta metros!― Dice el otro.
―He saltado de más alto—. Se excusa ella. Se ve un poco más radiante que antes.
Dejamos pasar el pequeño momento de euforia y andamos hasta donde hay luces. Hemos avanzado bastante cuando Sander nos detiene. Formamos un círculo, todos inclinados. Estoy en medio de él y de Amanda.
―Iremos a la bodega. No queda mucho, pero algo es algo. Solo asegúrense de llenar sus costales, lo demás está en mis manos…
― ¿Cómo lo transportaremos?― Se queja el de ojos graciosos.
― ¿Y si hay alarmas? Recuerda que la última vez había una trampa…
Sander los fulmina con la mirada.
―Quien tenga miedo puede volver ahora mismo. Saben el camino―. Espeta. Los chicos cierran la boca―. No habrá alarmas, porque me haré cargo de todo, ya lo había dicho y no me gusta repetir las cosas. Conseguiré un transporte mientras ustedes toman todo lo necesario. Liam la había investigado antes, esta bodega fue uno de los últimos recursos de la ciudad antes de la guerra, está vacía, tal vez nos encontremos con uno u otro cuerpo, no importa si están muertos o vivos, no toquen nada ni hablen con nadie ¿De acuerdo? Solo limítense a tomar lo necesario y si alguna emergencia se presenta recurran a sus habilidades. Es todo. Andando―. Ordena.
Todos asienten, todos excepto yo que no comprendo nada.
Aun así los sigo y me tropiezo un par de veces con rocas. La naturaleza ha invadido todo este lugar, parece muy diferente del Campamento donde todo estaba digitalizado. Dexter me había explicado todo eso.
Hay varios pilares rodeando la ciudad. Me doy cuenta de que era eso lo que se veía a la distancia, ya que emiten un ligero brillo de color verde, es eso lo que parpadea, no las luces de la ciudad.
―Detectores―. Susurra el de piel oscura.
―Relájate, Dany―. Dice el de ojos raros y se truena los nudillos de manera audible.
El otro asiente. El de los ojos graciosos toma una respiración profunda y pone la palma de su mano contra uno de los pilares.
― ¿Cuánto tiempo tendremos antes de que detecten la apertura?― Pregunta Amanda.
—El otro grupo hará un hueco del otro lado de la ciudad. Así que contamos con media hora para romperla, perdernos, llegar a la bodega y luego con las cosas dirigirnos a los túneles. Eso es todo―. Explica Sander.
― ¿Por qué no entrar por los túneles desde un principio?― Pregunta Amanda.
―Desde la fuga de los Campamentos han instalado nuevos sistemas de seguridad. Confío en que Dexter me enviara la salida antes de que algo malo suceda―. Sonríe con serenidad.
―Depositas demasiada confianza en ese chico―. Dice ella.
―Le confío mi vida y la de todos ustedes. Le confiaría la supervivencia de la humanidad a ese chico.
Amanda pone los ojos en blanco.
―Haz lo tuyo, Andy―. Le dice el líder al chico de ojos raros.
Andy asiente, se retira unos pasos y luego alza su puño para golpear la pared.
Había de esas cosas en el Campamento, he visto como chicas eran electrocutadas solo por tocarlas.
Andy suelta un pequeño rugido y su puño se estrella con la pared verde. Al principio no ocurre nada, pero pasan los segundos y se empiezan a hacer arañas en el muro, trepando, rompiéndose como el cristal. Andy hace lo mismo varias veces, hasta que éste se rompe por completo.
—El muro está roto en ambos lados—. Habla una voz desconocida.
Me doy cuenta de que viene del reloj de Sander.
―Gracias, Dex―. Dice él—. Es hora.
Todos asentimos y lo seguimos en una fila. Sander la encabeza, después va Dany, luego Amanda, yo y al final Andy.
Mi mente quiere reunir información sobre todo lo que acaba de ocurrir: Amanda salta de mucha distancia y no resulta lastimada. Andy rompe un muro de electricidad con solo sus puños y no pasa nada.
¿Qué hace a Dany tan especial como para que lo eligieran para esto? ¿Por qué Dexter puede comunicarse con todo lo electrónico a su alrededor? Son cosas diferentes de las que yo puedo hacer, pero no dejan de ser sorprendentes.
"Apenas es el principio, concéntrate" Me reprende Cheslay. Tiene razón.
Sacudo la cabeza y sigo moviéndome despacio, justo como ellos lo hacen.
Así llegamos hasta un lugar. Solo hay tierra aquí. Voy a dar unos pasos cuando Andy me detiene de la manga, luego se da cuenta de su error y me suelta.
―Retrocede―. Me pide. Es la primera vez que se dirige a mí—. Es cristal, el lugar está sepultado, vas a caerte si sigues caminando.
Asiento en respuesta y sonrío. Si trajera la libreta conmigo le daría las gracias. Me retiro de donde estaba de pie.
El líder saca un aparato raro de su mochila y mide algo, la cosa emite un sonido.
―Mascaras―. Ordena Sander. Todos sacan una especie de respirador de sus bolsas y se los colocan sobre la nariz y la boca—.Después de la guerra… muchos lugares quedaron contaminados con radiación, tenemos que pasar por aquí para llegar a la bodega―. Me explica mientras coloca una máscara sobre mi cara, con cuidado de no tocar mi piel.
Todos se ven raros con esa cosa cubriendo la mitad de sus caras.
Dany está sobre la tierra, en cuclillas, retirando el polvo de la superficie y es cuando puedo ver el cristal resquebrajado. El chico se aparta para que su amigo rompa el cristal con sus súper puños. Andy hace su trabajo. Amanda clava la pica de las cuerdas en la tierra y luego Andy y Dany las atan a su cintura para saltar. Ellos repiten la operación del túnel. No pasan ni cinco minutos cuando ya todos estamos abajo, Amanda incluida, ella guarda las cuerdas en su mochila.
Sander y Dany encienden las linternas. Es la única luz, hay oscuridad casi absoluta.
―No se separen―. Ordena el líder. Su voz suena amortiguada.
Todas nuestras respiraciones suenan forzadas a través de la máscara. De ella sale aire fresco.
― ¿Cuánto dura el oxígeno?― Pregunta Andy.
—De quince a veinte minutos. Lo que tardaremos en cruzar la ciudad hasta llegar a la bodega—. Explica Amanda a la vez que ajusta su máscara.
Sigo caminando al lado de ella, su respiración se escucha más trabajosa que la de los demás.
Le pongo una mano en el hombro, no dejamos de caminar cuando me mira.
—No te preocupes, estoy bien—. Murmura para calmarme. No le creo nada.
Asiento para que piense que le creo, pero no me separo de ella en todo el transcurso.
El recorrido se hace cada vez más largo. Puedo ver las frágiles vigas en las que se apoya el edificio, sobre el techo están los cristales rotos, a los lados hay paredes que se están deshaciendo. Sólo está la luz de las linternas, pero poco a poco mis ojos se van adaptando a la oscuridad. Puedo sentir las ratas y las cucarachas correr a mis pies. No me siento intimidada, en el Campamento aprendí a convivir con este tipo de alimañas que muchas veces eran mejor compañía que los humanos.
Estoy demasiado distraída mirando alrededor. Me doy cuenta de que Amanda se ha frenado hasta que me estrello con su espalda. Ella se lleva las manos a la garganta y comienza a arañarse la cara. Sus ojos están desorbitados.
— ¡Sander!― Grita Dany para llamar su atención. Los otros dos chicos vuelven sobre sus pasos para ayudar a la chica.
Está sobre el suelo, removiéndose sobre el polvo y los escombros.
—No respira. Se acabó el oxígeno—. Sander respira profundamente y se quita la máscara. Saca la de Amanda y pone la de él.
Ella comienza a respirar con normalidad. Sander aguanta la respiración. Dany se quita la suya después de respirar profundo y se la da a Sander, el líder vuelve a respirar y la devuelve.
—Nos turnaremos—. Dice Andy.
Sander asiente.
Amanda se apoya en Dany para seguir. Ella parece débil ahora, pero puede respirar gracias a que Sander le dio su máscara.
Me adelanto y camino junto al chico rubio. Tiene la mandíbula apretada y una vena se está marcando en su frente. Está mal, no puede aguantar la respiración mucho tiempo y el lugar está contaminado. Tomo una respiración profunda y me quito la máscara para ponérsela en la mano.
Sander me mira con agradecimiento y la pone sobre su boca y nariz. Escucho como respira.
Dany apunta a un lugar al frente con la linterna. Puedo ver un gran hueco en la pared, y una puerta de metal al fondo, hay una rueda que se debe girar para que la puerta se abra.
Cuando Sander me quiere devolver la máscara, niego, apunto con una mano hacia la puerta.
—La salida—. Dice. Asiento y corro alejándome de ellos— ¡Azul!− Grita. Nunca ha pronunciado mi nombre de esa forma: con miedo.
No le hago caso y sigo corriendo. Aprieto los dientes y siento el sabor de la sangre en mi boca. La cabeza comienza a palpitarme de una forma horrible. Siento que mis pulmones se contraen, pero no dejo de correr, la puerta está cerca, puedo verla, solo unos metros más.
Los pasos detrás de mí me indican que los demás me siguen.
Escucho como caen las máscaras al suelo, una detrás de otra. Ya no tenemos provisiones de oxígeno. Me pregunto si en la bodega habrá más.
Mis pisadas se están haciendo cada vez más pesadas. Mis pulmones ya no quieren seguir.  Llego a la puerta y trato de girar esa rueda de metal, pero mis manos comenzaron a mojarse con sudor frio y resbalan.
Andy es el primero en llegar a donde estoy, parece haber usado su fuerza para impulsarse. Me lanza hacia atrás sin ningún tipo de cuidado, y está bien, no hay tiempo para eso. Él gira esa cosa con suma facilidad. El aire que entra por el hueco se siente fresco contra mi cara, pero aún no siento la confianza para respirar profundo.
Los demás cruzan. Sander carga a Amanda sobre su espalda. Dany cierra la puerta.
Todos nos alejamos unos metros, todo lo que nuestros cuerpos pueden resistir y caemos al suelo en medio de jadeos y respiraciones entrecortadas.
Mi cuerpo me lo agradece con un estremecimiento, cuando abro la boca sale sangre de ella. He mordido mi lengua para resistir el tener que respirar. Me limpio los labios con la mano y retiro el gorro de mi cabello, el cual se ha quedado pegado a mi cara a causa del sudor.
"Estamos vivas…" Susurra contenta.
Miro a mi alrededor. Andy y Dany están ayudando a Amanda a que respire con normalidad, ya que estaba hiperventilando.
Sander se levanta y me mira, parece furioso. Se mueve rápido como un rayo y me toma por los hombros, me sacude un par de veces.
― ¡Es la última vez que haces algo así de estúpido!― Me reprende—. Funcionamos bajo un maldito sistema en el que nos cuidamos unos a otros y tú no puedes hacer las cosas por ti misma porque nos dejas atrás ¿Entiendes? Andy tuvo que dejarme con el peso de Amanda porque tú decidiste correr ¿Ves? Pudimos haber muerto. Es la última vez que lo haces.
Luce realmente enfadado. Nunca lo he visto así. Ahora comprendo porque todos en los túneles lo respetan tanto.
Me estremezco sin querer bajo sus manos.
Sander se da cuenta de que me tiene sujeta y me suelta. Sus ojos se enfrían tanto que ya no parecen plata liquida, si no acero frio.
No me acerco a los demás. Dejo que se recuperen y me siento algo apartada del grupo, mi espalda recargada en la pared.
Estamos en un lugar diferente. Sobre el techo hay lámparas que parpadean. El lugar huele a humedad, como si afuera estuviera lloviendo. Puedo ver desde donde estamos que hay muchos estantes de color gris con cosas en ellos, las cosas varían, hay ropa, comida enlatada y unas bolsas con comida deshidratada en ellas. También hay botellas con agua y otros productos que no reconozco. El lugar es muy grande y sé sin que nadie me lo diga que hemos llegado a la bodega.
Siento que algo resbala por mi cara ¿Son lagrimas? ¿Cuándo he empezado a llorar? Las limpio con un gesto brusco. Estoy enojada conmigo, estoy enojada con él.
—No llores—. Me dice alguien. Levanto la mirada y me encuentro con Dany, el chico de piel oscura. Se sienta a mi lado—. Él se preocupa mucho por todos. En realidad está asustado, pero no está enojado, solo asustado. Te aprecia aunque por ahora lo niegue.
Asiento varias veces.
—Olvidé que no hablas—. Suelta una risa nasal—. Soy Dany.
Apunto a uno de los estantes que tiene una gran lona de color azul claro.
—Sé cómo te dicen—. Se ríe—. Ven, levántate. Amanda esta mejor. Por ahora tenemos que avanzar.
Asiento y me levanto después que él. Nos unimos al grupo y Sander me mira de arriba abajo, luego se queda en mis ojos y al verlos hinchados y húmedos hace otra mueca de enfado.
Pronto se dividen las actividades y nos dan sacos para meter cosas en ellos. Dany, Sander y Andy van por su cuenta y Amanda va conmigo. Después de fijar un punto de reunión nos separamos.
Amanda me explica que odia las ratas y comenzó a respirar en demasía cuando las sintió contra sus pies, por eso su oxigeno se acabó antes y que los demás compartiéramos las máscaras rompió la cadena. Dijo que debimos haberla dejado morir. Negué varias veces ante esa insinuación.
Entre las dos estamos metiendo esos paquetes de comida deshidratada en los costales. Llegamos a un punto en el que lo tenemos que arrastrar para poder seguir metiendo comida en él. Ambas miramos la sección en la que hay ropa y compartimos una mirada. Las dos vamos y comenzamos a pasarnos cosas, ella hace comentarios y me dice que se me ve bien y que mal. Yo asiento o niego ante lo que ella se pone.
Decidimos llevar cosas para las chicas de los túneles, quienes no tienen nada nuevo muy seguido.
Un carraspeo nos hace mirar hacia atrás. Es Sander.
―Creí que les había pasado algo malo cuando no llegaron al punto de encuentro—. Nos dice. Ya no parece molesto.
Me pongo roja como un tomate.
―Lo siento, vimos esto y el tiempo simplemente se fue―. Explica Amanda.
—Ve con los chicos—. Ordena Sander.
Amanda asiente y trata de levantar el saco con la comida, se ha vuelto muy pesado.
—Yo lo llevo, ve con los chicos—. Pide.
Ella se pierde en la oscuridad.
Sander empieza a caminar entre la ropa, se detiene a observar algunas cosas, parece estar meditando.
—Encontré algo para ti—. Dice y se lleva la mano al a bolsa de su chaqueta. Son un bonito par de guantes de color morado—. Te va a ayudar a poder mantener contacto con las personas. Y bueno… es una forma de pedir disculpas, no debí haberme puesto así.
Tomo los guantes y trato de sonreír. Acepto sus disculpas.
Sander, como siempre, parece comprender, así que juntos caminamos por el lugar. Me detengo cuando algo llama mi atención. Tiene algo de polvo, pero es perfecta. Es de color negro y tiene una imagen algo llamativa, lo que más capta mi atención son las letras blancas y grandes: QUEEN.
La apunto y espero a que Sander llegue a la misma conclusión que yo. Cuando lo hace sus ojos se iluminan.
—A Dexter le encantara—. Admite y la toma.
Me doy cuenta de que a la hora de elegir cosas piensa en los demás: En Olivia, Regina, Dany, Andy, Amanda, Dexter, yo. Pero nunca piensa en sí mismo.
Tomo una camiseta igual a la anterior, pero en esta dice Scorpions y la pongo sobre su pecho. Sander se detiene abruptamente y me mira. Golpeo varias veces su hombro con la camiseta hasta que él la toma.
―Me encanta—. Dice y seguimos caminando.
Está a punto de decir algo más, cuando un horrendo grito se escucha por todo el lugar.
No gastamos más tiempo y corremos al punto de encuentro, donde nos esperan los demás. Nos detenemos en seco al ver la escena. No simplemente están los tres que venían con nosotros, no. Hay más personas y en sus pieles hay ampollas, y sus narices están casi destruidas, se rascan demasiado, el cabello es casi nulo. Son siete personas que llevan armas en sus manos. No sé distinguir si son hombres o mujeres. Por lo menos llevan puesta la ropa limpia que hay en la bodega.
Sus armas apuntan a mis nuevos amigos. Los armados les ordenan que se pongan de rodillas en el suelo, ellos lo hacen y se llevan las manos a la cabeza.
—Lo que hacen es robar—. Dice uno de ellos en voz muy alta, sus dientes están podridos.
—Solo queremos…— Comienza a decir Dany, pero uno de ellos lo golpea con su arma en la boca. Dany escupe la sangre sobre el suelo.
—Hablaras cuando yo te diga que hables ¿Cuál es el castigo por robar?− Pregunta.
—Devolver lo que tomaron, además de lo que ellos ya tienen. Y luego ser encerrados en la biblioteca contaminada—. Responde una mujer.
—Están contaminados—. Me susurra Sander. Estamos ocultos detrás de un estante, ellos no se han dado cuenta de nuestra presencia.
Lo miro con la interrogante flotante en mis ojos.
—No lo comprenderías por ahora—. Me dice—. Espera aquí. Cuando las luces se vayan tú vas a correr tan rápido como el demonio y sacaras a los chicos de ahí ¿De acuerdo? Yo me encargo de lo demás.
No quiero asentir porque no estoy de acuerdo ¿Por qué siempre se quiere encargar de todo?
Sander toma mi falta de movimientos como un sí. Me hace a un lado y empieza a trepar por el estante ¿Qué planea hacer? Se mueve muy rápido, más de lo que una persona normal lo hace. Logra llegar hasta el techo, está debajo de una de las lámparas. Sander pone sus manos sobre esta y tan rápido como ha trepado, las luces se van. Todas las lámparas explotan en un montón de chispas.
Corro hacia donde están los chicos, puedo escuchar un disparo, pero no estoy herida, así que deduzco que no fue para mí. No me detengo y llego al primero, es Andy, le hago señas y él toma a Dany de la mano y a su vez Dany carga a Amanda sobre sus brazos. Ella sangra de su hombro. Ahí está el disparo.
Juntos nos dirigimos a la salida, pero alguien se interpone en nuestro camino. Es uno de ellos y tiene un arma. Empiezo a sacarme los guantes, pero algo ocurre. El chico es fulminado por una luz brillante.
Cuando el cuerpo cae al suelo puedo ver a Sander detrás de él ¿Cómo ha hecho para electrocutarlo?
―Es hora de irnos—. Dice.
— ¿Y las provisiones?― Replica Andy.
—Amanda está herida—. Lo regaña Dany.
—Váyanse—. Ordena Sander—. Los voy a distraer y luego volveré por las cosas…
Lo tomo del brazo sin darme cuenta y lo aprieto. Cierro los ojos fuertemente y recuerdo como hasta hace unas horas me ha reprendido porque hice las cosas sola. Siento ese ligero hilo tirar de mi columna, de mi mente y sé que Sander siente lo mismo y ve ese recuerdo. El mensaje está claro: No voy a dejarte actuar solo.
Sus ojos están amplios debido a la sorpresa. Sacude la cabeza para salir del trance. No lo culpo por no tolerar este tipo de comunicación, soy una especie de monstruo que aún no sabe cómo calificar.
—Dany—. Dice con voz autoritaria—. Llévate a Amanda. Yo seré la distracción y Azul y Andy se llevaran las cosas.
Todos asentimos.
―Me parece―. Exclama una voz atronadora de mujer—. Que es muy tarde para eso.
Y miro alrededor. Estamos rodeados, hay más gente y todos están armados.
Amanda solloza de dolor sobre los brazos de Dany. Está perdiendo mucha sangre. Sé que puedo encargarme de ellos, pero no quiero lastimar a mis amigos.
Sander comienza a frotar las palmas de sus manos, una contra otra y me sorprendo al ver que se forman pequeños rayos, tiene la electricidad entre sus manos.
Alguien me toma del cabello y tira de él. Ningún sonido sale de mi boca ya que no sé cómo quejarme si quiera. Uno de los hombres armados, me tiene sujeta por el cuello, Sander deja de hacer lo que planeaba, me mira con preocupación.
El hombre tiene ampollas en sus manos y su aliento apesta. Huele a que se está pudriendo.
Concentro toda mi energía en su toque, en el brazo que está alrededor de mi cuello. El hilo invisible tira de mi columna y mi mente por segunda vez y el hombre cae inconsciente sobre el suelo.
— ¡Una dos!― Grita otro y me apunta con su arma. 
La mayoría de esas pistolas ahora están en mi contra. La mujer que nos había dicho que era muy tarde para irnos quita el seguro de su arma.
Cierro los ojos para concentrarme, puedo esquivar las balas en el aire. He visto como Cheslay lo hacía.
— ¡Basta!− Chilla alguien.
Reconozco la voz. Mis ojos se abren con sorpresa.
— ¡Ya basta!− Repite una pequeña figura que empuja a la mujer para abrirse paso hasta nosotros—. Los conozco.
La miro fijamente. Es ella, es Sam, la niña que me ayudó cuando llegué al campamento.
―Pareces un chico, por poco dejo que te maten―. Bromea.
Suspiro de alivio. Es Sam, Samantha está viva.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora