36.- Atentados:

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IKE.-

Saludo con una inclinación de cabeza a Camila, quien va camino al salón donde será la reunión entre ministros, donde se firmará un tratado de paz entre estos países fundadores y la ciudadela.

Me siento nervioso, simplemente quiero que todo esto termine. He repartido sonrisas forzadas y apretones de mano durante toda la mañana. Noah se pasea por el lugar, sin descuidar mi espalda, si se acerca alguien con hoscas intenciones, él se encarga de alejarlo. Le agradezco por ello.

Al salir del palacio, los curanderos salieron a despedirme y a desearme suerte. Andrea me dijo que tuviera cuidado y Dayana me dijo que le gustaría visitar la resistencia algún día. No sé qué trama, pero supongo que el simple hecho de haber pertenecido a los radicales, le cierra las puertas de la resistencia.

Mis manos están sudorosas y las limpio en el pantalón sin que nadie se dé cuenta. No tengo porque estar nervioso, sólo diré unas cuantas palabras, Joel y Evelyn harán la mayor parte.

El ministro de rusia, Nóvikov se acerca a dónde estoy, pero antes de que llegue, Noah ya está en medio, regalándole una sonrisa falsa. Yo mejor que nadie sé que ellos se odian, aunque si me preguntaran, diría que la culpa es de Noah, por haber mantenido relaciones con la hija del ministro. La pobre chica estaba devastada cuando su padre se enteró.

Respiro profundo y me dirijo a los baños en el fondo de la sala, dónde sé que voy a estar en soledad por unos momentos. Me equivoco ya que al abrir la puerta, puedo ver a Joel Wagner rociando su cara con agua. Dirijo mis pasos al lavamanos de enseguida y abro la llave con cuidado, él me mira con algo de sorpresa.

―Disculpa, creí que iba a estar solo―digo para romper la tensión del momento.

Él se recompone rápidamente, se seca la cara con una de las toallas y se arregla el cuello del traje. Vamos vestidos de una forma similar. Un pulcro traje de color negro, como si fuera un funeral en vez de un tratado de paz.

―El evento comenzara pronto―comenta y se dirige a la salida.

―La paz puede ser algo muy frágil ¿Cierto? ― Ya no me abstengo de hacer este tipo de comentarios.

―Lo que sea que ocurra hoy, Ike, no creo que la paz que buscamos sea uno de esos caminos. La paz no es algo frágil, es algo inexistente.

Asiento lentamente y aprieto la mandíbula, comprendo sus palabras y ahora sé que está tan nervioso como yo.

―La ministro Shepard estaba por comenzar con su discurso―digo como despedida.

Joel asiente y se marcha.

Me inclino sobre el lavamanos y vierto agua fría sobre mi cara, me miro en el espejo. Soy Ike Rosendelf y puedo controlar lo que sea.

―Luces patético―dice alguien en la puerta.

Giro para ver a Noah, tiene un pie recargado sobre la pared y juega con sus manos de manera distraída.

―Estoy nervioso―digo mientras me limpio los residuos de agua con la manga del traje. Al diablo la etiqueta.

― ¿Por qué?

―Estamos por firmar un tratado de paz con las naciones que pueden definir el futuro del mundo. En este salón están encerradas las personas más importantes.

Noah avanza hasta donde estoy, y después de darme un golpe en el brazo se sienta sobre la barra de los lavamanos.

―Yo estoy nervioso por otro motivo.

― ¿Los celos paternales de Nóvikov?

Se ríe de mi comentario, pero no parece divertido.

―No. Admito que el tipo me odia y me matará en cuanto tenga la oportunidad, pero no está en mi lista por el momento.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora