MIEDO.-

1K 159 8
                                    


Avanzo lentamente por el pasillo, mis manos están atadas, dos vigilantes caminan a mi espalda, Jordán y Jeremy están detrás de ellos.

Me han dejado salir del cuarto para comer y asearme. Ya tengo una rutina, no me molesta. Lo único que no me gusta es cuando me llevan hacia el cuarto blanco, donde tengo que pelear contra otros. Hay muchos evolucionados aquí, así los llama el doctor Farmigan. Peleo contra ellos y si no resulto ganadora me dan castigos.

Mi habitación está al final del pasillo. Las zapatillas blancas que me dieron no hacen ruido contra el azulejo. Un traje de color blanco me cubre por completo y mi cabello está atado en una cola de caballo.

Las habitaciones no cuentan con privacidad, son monitoreadas las veinticuatro horas del día, y no hay paredes reales, es un cristal muy resistente, tanto que soporta los ataques de los evolucionados. Levanto la cabeza al sentir las miradas de todos ellos. No quiero que me lleven a la capsula por hacer algo mal.

Y es cuando lo escucho. Al principio creo que son pisadas, sin embargo, me doy cuenta de que todos los evolucionados están frente a las puertas de sus habitaciones, todos ellos golpean los cristales con ambos puños, el volumen de sus golpes va en aumento conforme avanzo.

Los vigilantes comienzan a gritarles que se callen, ellos no obedecen. No pueden escapar y lo saben, tienen la certeza de que morirán aquí. Puedo percibir los pensamientos de todos ellos, es solo una pequeña rebelión, un mensaje para Khoury, uno en el que dicen que jamás los podrán vencer, que ellos están aquí, pero hay miles allá afuera.

Jordán me toma del brazo y apresura el paso para llegar rápido a mi habitación, no quiere que me dé cuenta de que los vigilantes no pueden controlar un pequeño acto de rebeldía como este. Ya es muy tarde, me doy cuenta de todo.

Al dar la vuelta para entrar en mi habitación, miro a la chica del cuarto del frente, he peleado contra ella antes, puede lanzar energía con sus manos. Eso me resulta un poco familiar pero solo es eso, un ligero cosquilleo en el fondo de mi mente. La chica me sonríe y continúa golpeando el cristal.

Me recuesto sobre la cama sin apoyarlos en su acto de rebeldía, cierro los ojos aun sabiendo que no puedo dormir. Casi nunca lo hago.

Por la mañana, al caminar por el pasillo, miro al frente, para ignorar los cristales manchados de sangre. Lo ignoro, al igual que ignoré los disparos durante la noche.

A la mayor no le importa, traerán más evolucionados. Más presas para el depredador.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora