Caminaba tranquilamente bajo la luz de la luna. Dejó a los chicos solos en la habitación del hospital, no le preocupaba, ya que Magnus dijo que se haría cargo de la seguridad de esos niños.
Mientras tanto, él tenía que investigar. Debía llegar a un resultado, lo que fuera ¿Por qué permitir que experimentaran con estos niños? No quería que se hiciera, pero ellos nacieron inmunes. También estaba el problema de los ejércitos; cuando la mayor parte de los usuarios se cambiaron al bando de los radicales. Cuando decidieron que a las personas que habían perdido alguna parte de su cuerpo debido al virus, debían implantarles prótesis, algunos ya eran más maquinas que humanos. En pocas palabras, todo estaba volteado el revés. Y el único lugar en el que había seres humanos a salvo de todo, de guerras, de enfermedades, de experimentos, ese sitio era la Ciudadela.
Raphael Lousen siguió a la mayor por todo el complejo, hasta que ella se internó en casa fue que él pudo seguir su camino hacia la oficina central, necesitaba respuestas. Continuó su camino, hasta que se encontró con la infraestructura de color gris, con aquella fortaleza impenetrable. Al menos eso pensaba en aquella noche.
Subió las escaleras con cuidado de no hacer mucho ruido, ya que cualquier persona dentro de este edificio alertaría a la mayor o a Magnus de que Lousen había hecho una visita y si a nadie se le ocurría ver las cámaras, él se ahorraría las explicaciones. No quería detallar nada, quería que le expusieran la verdad. Él quería saber la realidad, sobre los niños, de las guerras, acerca de los experimentos. Se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, si se encontraba con la Alianza que de verdad se preocupaba, o si estaba atrapado dentro del enredo político.
Mientras se cuidaba de no ser descubierto, y se abría paso entre las oficinas hasta el lugar central, pensaba en su familia. En como su esposa Katrina estaba embarazada cuando Lousen tuvo que irse, en la mirada que ella le dedicó cuando se marchó. Pero era por el bien de todos, ya que si lo descubrían sus altos mandos, eran capaces de matar a su esposa y tomar a su hija para las pruebas, así que lo mejor era guardar el secreto. Ni siquiera Magnus lo sabía.
Lousen sacó el paquete con los instrumentos para abrir las puertas sin necesidad de la llave. Una de las primeras cosas que aprendió en el ejército fue a pasar desapercibido, ya que sus misiones antes de la guerra eran de investigación.
La cerradura hizo "clic" al segundo intento y Raphael empujó la puerta. No había alarmas, eso era extraño. Frunció el ceño y anduvo con más cuidado. Pudo ver las pequeñas esferas de color negro colocadas en cada esquina de la habitación, pero ninguna brillaba. Estaban apagadas ¿Por qué uno de los lugares con más información del mundo estaba sin vigilancia? Él sabía que se podía tratar de una trampa, aun así siguió con su investigación, aunque no le sirviera de nada una vez muerto o encarcelado.
La oficina central era uno de sus lugares favoritos, eso se debía al silencio que ahí reinaba, pero hace algunos años, cuando Cheslay llegó al complejo, le prohibieron la entrada a todo aquel personal no autorizado. En pocas palabras, él no era nadie.
Las paredes estaban forradas de madera, o de una muy buena imitación de esta, para evitar a las termitas. Había dos ventanas a cada lado de la habitación y eso ya era un lujo, solo porque los libros y documentos ahí necesitaban ventilación natural. Había escritorios, tres en total, en algunos los archivos estaban esparcidos y libros abiertos. Se encontraban las computadoras al final de la sala, estas eran un conjunto de información. Cada cosa que investigaba, cada detalle que se compartía, cada documento en que pasaba por esas cosas, quedaba en la nube, en el servidor del complejo. Era muy difícil que cualquier otra Alianza entrara en su sistema, ya que todo un grupo de analistas se encargaba de resguardarla con códigos y virus. Por eso Lousen confiaba más en los libros, en los documentos escritos, de esa forma, si quemaba los registros, estos desaparecerían, y no podrían infiltrarse y tomarlos sin que antes se tomaran medidas de precaución. Si, a pesar de su condición, Lousen estaba hecho a la antigua.
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Mente Maestra la saga
Fiksi IlmiahNo tengo nombre. No tengo un pasado. No tengo recuerdos. Ellos me buscan. Otros me cazan y otros dicen que quieren protegerme. No sé en quien confiar. ¿En aquel que dice quererme? ¿Aquel que dice haber cruzado el mundo entero por...