13.-La mejor banda del mundo.

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Abro los ojos. Ahora no estoy sobresaltada. Ya no hay nadie en mi habitación, aunque puedo ver la sombra de unos pies que se pasean del otro lado de la cortina.
Muy lentamente me siento sobre la cama, mi cabeza se siente pesada y mi cuerpo débil, como si en cualquier momento fuera a caer. Lanzo las mantas hacia un lado y las pisadas del otro lado se detienen. La cortina se corre y aparece a quien nunca creí ver.
―Hola―. Me dice Amanda.
Asiento en respuesta. Miro por todas partes, buscando la libreta y el lápiz, me relajo al cerciorarme de que están sobre el suelo, a mis pies.
Amanda se recarga sobre el marco de la puerta y cruza los brazos.
―Nos hemos estado turnando para cuidarte, has dormido mucho. Sander acaba de irse―. Explica.
Le frunzo el ceño, recojo mi libreta y escribo:
“¿Por qué estás aquí?”
Amanda sonríe.
―No eres estúpida. Ya te lo dije, nos estamos turnando para cuidarte.
Escribo:
¿Por qué tú?
Amanda suspira y se deja caer sobre el suelo, su espalda recargada en la pared. Su cabello es muy corto, casi al ras de la cabeza, como el de Olivia, sólo que Amanda no tiene las cicatrices en la cara, estas van sobre su espalda.
―Creo…―. Dice—. Que debemos cuidarnos unos a otros, somos lo único que tenemos, puede que estos túneles sea lo último que queda de una resistencia contra el sistema. Puede que seamos la última esperanza y… bueno, si peleamos entre nosotros no ganaremos nada.
Lo que dice me da en que pensar. Tomo la libreta y escribo:
“Antes me atacaste”
Amanda ríe, parece más nerviosa que divertida.
―Es porque estaba asustada. Las personas hacemos cosas estúpidas cuando tenemos miedo. Nunca voy a olvidar el día que llegaste al Campamento, hubo una celebración especial―. Sonríe irónicamente—. Todas recibimos azotes, algunas electrochoques. Fue una advertencia de la Mayor. Ella dijo que quien tratara de acercarse a ti o de ayudarte… esa persona no duraría mucho tiempo más. Todas nos mantuvimos al margen, excepto esa niña a la que se llevaron después―. Las lágrimas corren por el rostro de Amanda, ella se limpia la nariz con la mano―. En ese momento me lo prohibieron, me tenían sometida, llena de miedo de poder hacer algo al respecto. Mis padres trataron de hacer algo cuando los del gobierno vinieron por mí, pero los asesinaron… ellos les dieron un tiro en la cabeza, justo frente a mí, sólo tenía seis años. Quiero matarlos, a todos ellos, quiero que la Mayor sufra tanto como nosotras lo hicimos, tanto como ha sufrido el mundo… No tienes idea de lo cruel que esa mujer puede llegar a ser, es mala, nunca conocí a un ser humano así, y lo peor es que está convencida de que lo que hace está bien. Tortura a personas como nosotros, practica experimentos, ha exprimido hasta la última gota de sangre de algunos… he visto... he visto cosas horrendas, no tienes idea, las cosas que pasaron en el Campamento son la mínima parte de lo que ellos pueden hacer y… no tengo idea de porque tienen un especial interés en ti, pero la Mayor te está buscando, ella personalmente, no se lo ordenó a nadie, sino que reunió un grupo que encabeza para encontrarte. No sé si el hecho de que llegaras aquí fue buena suerte para ti o muy mala suerte para Sander y su grupo, ya que esa mujer no se detendrá hasta encontrarte—. La voz de Amanda se va perdiendo hasta que quedamos en silencio.
No sé qué escribir. No sé qué preguntar. Ya tengo miedo de algo más, de algo que no soy yo.
Pasos se escuchan en el pasillo. Amanda se limpia la cara y se pone de pie.
Me levanto de la cama, y es cuando me doy cuenta de que solo me cubre una fina bata de color verde. Mis pies van descalzos y se enfrían al contacto con el suelo.
—Despertaste—. Exclama Sander.
Le doy una pequeña sonrisa. Aún me estremezco al recordar el nivel de entendimiento y compatibilidad al que llegamos antes.
Lleva una bandeja sobre sus manos. El olor que emana de los platos hace que mi estómago emita un sonido extraño, tengo hambre y mucha.
¿Cuánto tiempo he dormido? Me siento extraña, como si mi cuerpo no quisiera moverse, pero recuperada, así como… tranquila.
Sander deja las cosas sobre la mesita y luego nos mira.
― ¿Estaban contando historias de terror?− Pregunta.
Amanda ríe amargamente.
—Algo mucho peor que eso―.La sonrisa de Sander se esfuma—. Hablábamos de la realidad. Amanda se va.
Me siento mal por ella, quiero hacer algo para que se sienta mejor, para que crea que todo irá mejor, aunque no sea verdad. Me dejo caer sobre la cama y como lo que Sander ha traído para mí: Sopa caliente y pan tostado, además de agua que tiene un sabor muy curioso.
Respiro profundo cuando termino de comer.
― ¿Lista para volver a tus labores?― Pregunta.
Asiento. Tomo el cuaderno.
“¿No tendré que juzgar a nadie?”
Sander niega con la cabeza.
―No, lo lamento, no debí haberte pedido algo así, no tendrás que juzgar ni decidir por la vida de nadie. Liam, sus chicos y Sayuri estarán encerrados durante un tiempo, esperando que aprendan la lección. No voy a dejar que nadie te haga daño, Azul.
No sé porqué, pero el tono en el que dice m nombre hace que me ruborice.
―Espero que lo que hayas hablado con Amanda no fuera nada malo…
Niego con la cabeza, si él no quiere decirme que ha sucedido con el mundo, lo mínimo que puedo hacer es no echar de cabeza a quien sí me dice cosas.
― ¿Qué quieres hacer?― Pregunta mirando al techo.
“Estoy harta de estar encerrada” Escribo “Quiero aire del exterior, no este que está contaminado…”
―Se están acabando las provisiones―. Me dice—. Y ya no puedo enviar a Liam a conseguir más. Voy a dejar a Liv a cargo y entonces podremos salir a conseguir más. Es lo único que puedo ofrecerte por ahora, Azul. Han doblado la seguridad allá afuera. Por ahora nos comportaremos como ratas, ocultándonos un poco más de tiempo, luego iremos afuera para robar comida y volver. Esos será todo, no es tan peligroso como rescatar personas de los Campamentos y distraer Guardias. Podrás venir entonces.
Le regalo una sonrisa. Estoy ansiando que ese día llegue.

Mente Maestra la sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora