CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11



¿Qué pasa con la terminal?

Notificándole la más mínima nimiedad. ¡Qué diseño tan estúpido!

Wen Jiyu abrió la terminal y estuvo a punto de pedirle a la gente de la oficina de diseño que lo cancelara. Era molesto que vibrara todo el tiempo y no había ninguna guerra que librar.

Si no, lo cancelaría por sí mismo, pero cuando llegó al final, se detuvo y no continuó.

Al cabo de un rato, Wen Jiyu seleccionó casualmente a otra persona y pulsó sobre la comunicación de vídeo. No tuvo que esperar mucho a que le respondieran.

En cuanto se conectó el vídeo de la terminal, y antes de que Wen Jiyu tuviera la oportunidad de hablar, vio una masa negra de gente arrodillada en el otro extremo.

El ministro que estaba al frente de la sala agachó la cabeza, con la frente casi en el suelo, y su voz tembló al hablar —Majestad... – Mirando detrás del ministro, había un grupo de personas, algunos de ellos mantenían la postura, pero con un poco de sudor en la frente; otros tímidos temblaban como la paja, como si sufrieran alguna enfermedad.

Los más normales eran todos niños pequeños que no hacía mucho tiempo que habían alcanzado la mayoría de edad y cuyos ojos estaban estupefactos e incluso un poco emocionados por ver a Su Majestad por primera vez.

Wen Jiyu los miró con interés —¿Qué he hecho mal? – Preguntó.

Se hizo el silencio a su alrededor.

El ministro, viejo y lloroso, tembló y dijo: —Yo... no debería haber salido corriendo del gran salón aquel día y haber intentado detener a Su Majestad para que no matar... matara... – Hizo una pausa, queriendo cambiar a una palabra más suave, pero finalmente apretó los dientes y continuó —Matara a los inocentes indiscriminadamente – Después de decir eso, levantó la cabeza, con los ojos teñidos de una pizca de preocupación —Pero Su Majestad, realmente no puede seguir siendo tan imprudente. Antes...

Unos murmullos de sorpresa llegaron desde atrás interrumpiendo las palabras del ministro.

El ministro también se percató de la mirada interrogante de Wen Jiyu.

Al final, sólo pudo soltar un largo y lento suspiro y se agachó de nuevo, con la cabeza aún más baja que antes —Por favor, perdóneme, Su Majestad.

Detrás de él, los rostros de todos estaban sin color alguno.

Se acabó. Todo estaba terminado.

No había ningún muro impenetrable bajo el cielo.

Desde que el ministro regresó del Gran Salón aquel día, todos se habían enterado por los demás de que él había hablado durante la purga de los traidores a Su Majestad, en un vano intento de interceder por los demás. Aunque sin éxito, este acto había envalentonado a la multitud.

—Su Majestad es todo un personaje... ¡¿Cómo puede actuar tan precipitadamente?!

Voces comenzaron a alzarse desde atrás.

"¡Definitivamente será tomado como un cómplice! ¡Seguro que sí! Incluso si no hacemos nada, ¡seguramente nos matarán! El carácter de Su Majestad ya es conocido, ¡siempre prefiere matar por error antes que perdonar a uno!"

"Nosotros, nuestra familia, estamos condenados..."

"Ooh no..."

El ministro se mostró igualmente afligido —En ese momento, Su Majestad mató a la gente sin preguntar el motivo, pero esta de ahora era su familia, que son claramente conocidos como personas íntegras, ¿cómo podrían haber filtrado esas cosas sólo por dinero? Si ellos no hablan y yo no hablo, Su Majestad podría volverse más agresivo en el futuro, ¿qué puedo hacer? Ellos son los que morirán hoy, ¡pero podemos... evitarlo!

EL ÚLTIMO HUMANO DEL IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora