CAPÍTULO 54

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CAPÍTULO 54

TRÁGICO

He Xile es una persona que sabe adaptarse a la vida.

Cuando se enteró de que tenía un tumor y lo ingresaron en el hospital, se mantuvo de buen humor y alegre todo el día, incluso cuando tuvo todo tipo de secuelas de la radioterapia, no se quejó en absoluto.

Para He Xile, es inútil quejarse cuando las cosas ya han pasado. Era mejor abrazar la vida con los brazos abiertos.

Incluso el director del hospital oncológico de la época lo elogió por su buena actitud.

Por desgracia, He Xile tenía un tumor maligno, así que, no importaba lo buena que fuera su actitud, al final era inútil.

Cuando agitó de nuevo su gran cola, en los ojos de He Xile apareció un atisbo de satisfacción.

Para una persona que ama lo fluffy, esta cola grande, esponjosa y suave al tacto, resultaba muy agradable.

En cuanto a los inconvenientes, habrá que esperar a verlos en la vida cotidiana.

He Xilai pensó —¡Si no me gusta en el futuro, maldeciré a Cang long!

Después de admirar su cola, He Xile tomó el nutriente que Cang Long había arrojado sobre la cama.

Había una lista de ingredientes en el tubo, pero no eran los mismos ingredientes que He Xile conocía. La terminal había desaparecido, y en su muñeca sólo quedaba un traductor básico, así que no había forma de comprobar si el suplemento era comestible o no.

Con cuidado, como si probara un veneno, He Xile sacó la lengua tentativamente y lamió un poco.

Era dulce y el sabor estaba... ¿bien?

No muy lejos, Cang Long, que se había percatado de las acciones de He Xile, soltó una risita.

Sacó otro tubo del cajón, como para demostrarle, y se lo terminó de un trago.

He Xile se relajó —Gracias – solo entonces dio un mordisco con decisión. —¡Yuuuju! Está bastante sabroso, ¡la textura es como la gelatina!

Como un hámster, He Xile se terminó rápidamente todo el tubo de nutrientes y sintió realmente una fuerte sensación de saciedad.

Acariciándose el estómago, el pequeño humano estaba de buen humor.

Saltó de la cama y tiró en el cubo de basura el tubo de nutrientes que llevaba en la mano, caminando con el rabo meneándose inconscientemente detrás de él, con aspecto muy cómodo.

Después de tirar la basura, He Xile volvió a la cama cómodamente. Intentó acostarse boca arriba para comprobar que la cola no le incomodara. Lo que descubrió fue que esta se extendía desde la base del coxis, se metía en el pliegue del fémur cuando estaba tumbado y luego se recogía, así que no le dolía tanto como pensaba.

Dormir de lado no le afectaba en nada.

—Buenas noches – He Xile se despidió, encontró una posición cómoda y se acomodó para dormir.

Debido al desmayo que tuvo, He Xile seguía sintiéndose ligeramente incómodo, con un vago dolor en la cabeza y también muy somnoliento. Al poco rato, He Xile se quedó dormido.

Cang Long estaba sin palabras. Se levantó y se dirigió a la cabecera de la cama.

Vio a He Xile tumbado de lado, con los ojos fuertemente cerrados, sus largas pestañas se rizaban y arqueaban, sus ojos no tenían ningún aleteo, incluso su cola descansaba tranquilamente sobre su cuerpo, parecía estar realmente dormido.

EL ÚLTIMO HUMANO DEL IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora