CAPÍTULO 95
DICIENDO TONTERÍAS
Cuando miró los tentáculos inmóviles, como si se hubieran petrificado en su sitio, He Xile soltó una risa.
Extendió la mano y palmeó el lugar que tenía a su lado —Vamos, mañana hay que madrugar, ven ahora a la cama. Lo que acabo de decir era sólo una broma, aunque no se trate del experimento, puedes venir siempre.
El tentáculo se abrió paso hasta la cama tan rápido como pudo y se tumbó erguido junto a He Xile.
Cuando He Xile vio la reacción y la velocidad de la otra parte, enarcó las cejas y pensó para sí —Parece que el tentáculo sí que puede entenderme cuando le hablo. Ah sí, hay una cosa más – dijo He Xile —La próxima vez, si llegas tarde y te pierdes mi tiempo de ducha, puedes lavarte en tu habitación y luego volver.
El tentáculo no se movió, pero He Xile sabía que el gran pulpo le había oído perfectamente.
Antes de irse a la cama, se lo pensó y añadió —Revisaré que te hayas bañado, y si llegas tarde o sin haberte bañado te dormirás en tu cuarto.
Al segundo siguiente, el tentáculo se enganchó alrededor de la cintura de He Xile y la acarició suavemente.
La comisura de los labios de He Xile se curvó y antes de cerrar los ojos, activó una alarma en su terminal para evitar quedarse dormido más de la cuenta.
Al día siguiente.
Se despertó con el sonido del despertador y, como de costumbre, el tentáculo ya no estaba.
Cuando se disponía a llamar a la puerta de la habitación de los gatitos, recordó de pronto el experimento que iba a llevar a cabo y se detuvo de inmediato, diciéndole al guardia de la puerta —Cuando se despierten, diles para que no se sientan tristes por no haberlos visto, que debido al experimento, no puedo tener contacto cercano con ellos en otro momento que no sea el establecido.
—Sí, Su Excelencia – El guardia sonrió —Transmitiré el mensaje.
He Xile asintió —Por favor, hazlo.
Cuando He Xile llegó al comedor, Su Majestad ya se encontraba ahí.
Parecía un poco adormilado, apoyando la barbilla en una mano, con los ojos rojo rubí ligeramente entrecerrados en ese momento, sus largas pestañas ocultaban la mayor parte de la nitidez en ellos. Tenía las comisuras de los labios hacia abajo, aparentemente poco complacido, y su cabello plateado colgaba detrás de sus orejas y caía suavemente sobre su gran capa negra contrastando hermosamente.
—Buenos días – Saludó He Xile —¿Su Majestad no durmió bien anoche?
Wen Jiyu levantó los ojos, mirando ligeramente a He Xile.
He Xile: "?"
No sabía por qué, pero pudo ver un atisbo de acusación en los ojos de la otra parte.
El corazón de He Xile se quedó perplejo, y pensó para sí —¿Es por mi que Su Majestad no ha dormido bien?, ¿por ocuparse de mis asuntos?, pero no terminó ya de reunir al equipo de doctores para la prueba? ¿Qué más necesita su atención?
He Xile se quedó confundido, y no pudo evitar mirar a Su Majestad dos veces más.
Wen Jiyu habló en el momento adecuado —Ven a comer aquí.
—De acuerdo.
Cuando el Guardia 131 vio esto, inmediatamente movió la silla de He Xile con todo y la escalera.
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EL ÚLTIMO HUMANO DEL IMPERIO
Ficción GeneralEl Museo del Centro Imperial tiene una colección preciosa, un cuerpo humano que ha estado congelado durante casi mil años. En una tarde tranquila y soleada, el latido del corazón humano revivió milagrosamente y abrió los ojos durante la exposición...