A veces los sueños son una buena escapada a la realidad, ver a mi familia era un alivio para mí aunque fuera en un mundo donde no puedo tener verdadero contacto con ellos. Pero la parte más dolorosa de todas es tener que despertar.
-¡A despertar! Ya hemos llegado -un hombre golpea los laterales del carruaje haciéndonos sobresaltar.
La puerta se abre dejando entrar mucha luz del mediodía. Mis ojos ardieron, me dolían pero no me dejaron ni calmarme o aguantar un poco cuando ya nos estaban sacando a todas en una fila para ponernos unas cadenas en las muñecas. Pero al llegar a mí el hombre observa mi brazalete.
-Oro y rubíes... Me quedo con esto -me quita el brazalete antes de darme cuenta.
-¡Eso es mío! ¡Devuélvelo! -traté de saltar sobre él y arrebatarselo pero otros me sujetan.
-¡No me hables así, mujer! Ahora no tienes derecho de hacerlo, ¡cállate!
-¡Devuélveme el brazalete, maldito bastar...! -mi rostro giró hacia un lado cuando el hombre me golpeó la mejilla.
-¡Silencio ya! ¡Y formate!
Me jalan para volver a ponerme en la fila pero yo solo quería llorar. No les daría el gusto así que me tragué el llanto y miré a los demás.
-Compórtense y no hablen ni se muevan -advierte el hombre-. O las mataré aquí mismo.
Nos hacen formarnos en fila hasta que llegaron unos hombres. Uno de ellos tenía una cicatriz en el ojo que a la vez cortaba su labio. Nos mira a todas, sentí un escalofrío recorrer mi espalda.
-¿Son todas? -pregunta el hombre.
-Los otros carruajes llegará más tarde, general. No se preocupe, si no le agrada ninguna de aquí podrá elegir otras cuando lleguen -menciona el hombre que nos trajo aquí.
-No esperaré a que lleguen otras, elegiré unas cuentas como regalo del rey, ahora.
El hombre asiente y el general se acerca a la fila desde el lado opuesto a mí. Agarraba del brazo a quien elegía y las separaba del resto. Pronto llegó hasta mí y se me quedó mirando.
-¿Qué le pasó a esta? -cuestiona por el golpe en mi mejilla-. Creí haberles dicho que no quería ni una herida.
-Lo siento general, es que esta mujer fantoche¹ no se daba cuenta de su lugar aquí. No me dejó otra opción.
El general solo asiente, pasa de mí pero vuelve a detenerse y me mira de nuevo. Suspira y me agarra del brazo, al instante abrí los ojos y forcejeé.
-¡No! ¡No quiero, déjenme ir!
-¡Otra vez, cállate! Agradece que te hayan escogido, irás al Palacio Real!
-¡No quiero! ¡Suéltenme! -traté de irme pero fue ahora el general quien agarra mi brazo y me hace verlo.
-Escucha, has silencio y te irá bien. Te comportas y te irá mejor, si no quieres ir al palacio bien. Terminarás siendo vendida como una esclava para otros hombres diferentes cada día. Morirás en poco tiempo.
Aquello me heló la sangre, no quería servirles... no quería ser una esclava. Pero no tengo opción, ¿verdad?
Apreté los dientes antes de bajar la mirada. El general me suelta finalmente.
-Bien... llévenla.
-Sí, general.
Otros hombres me agarran por los brazos y me llevan hasta otro carruaje menos escalofriante. Me suben junto a las demás. Tras de mí se subieron dos chicas más y luego las puertas se cerraron.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...