Capítulo 36

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Finalmente conseguí encontrar a Alexander estando solo, salí del pasillo en el que estaba y me planté frente a él. Alex me mira, serio y severo, levanta la mirada de nuevo y trata de acanzar pero yo me opuse.

-Con permiso... -pide un poco cansado.

-Quisiera hacerte compañía, aunque sea un momento -comenté, por alguna razón me sentía nerviosa.

-No puedo, tengo que ir a ver a Lorelei. Así que...

-Acabo de ver que iba a tomar un baño, puedo acompañarte en lo que ella llega -insistí.

Alex me mira, sus ojos parecían hablar por sí solos por un micro segundo, no podía comprenderlo y su expresión cambió de nuevo a la monótona que ahora usaba conmigo.

-Haz lo que quieras.

Pasa junto a mí y yo sonreí sorprendida de que sí me dejara. Lo alcancé a paso rápido y caminamos hasta la salida del castillo, vi que el carruaje estaba siendo alistado con los caballos, el cual, uno de ellos era Anthas.

-¿A dónde planeas ir? -pregunté- ¿No ibas a quedar con Lorelei?

Sin poder evitarlo hice una mueca rodando los ojos. Noté que Alex me mira por encima del hombro pero solo por poco tiempo.

-Tenía cosas que hacer. Pensaba llevarla conmigo pero... viniste tú.

Su forma tan fría de hablar me hizo detener por un segundo. Sentía que lo estaba molestando y no me gustaba, pero... no quería terminar las cosas así. Volví a caminar hasta estar junto al carruaje.

-Pues tendrás que aguantarme.

Alex ya no responde, en cambio sube al carruaje y se sienta. Esperaba que me ayudara a subir pero no lo hizo, en cambio, me ayudó el lacayo. Se lo agradecí y me senté junto a Alex, la puerta se cierra y el lacayo toma las riendas de los caballos para hacerlos empezar a anadar. Noté entonces que tras nuestra carreta se unía otra con cosas, cajas y bolsas.

-¿Y...? ¿Cómo va el asunto con tu hermana? -pregunté para tratar de hablar sobre algo.

-Bien.

Hice otra mueca torciendo los labios por su simplicidad y frialdad. Solté un resoplido profundo, era obvio que no me quería cerca... Me di vuelta, apoyando mi brazo sobre el borde del carruaje y mirando como salíamos del castillo. La gente a nuestro alrededor pronto nos hizo espacio para pasar y nos saludó.

El carruaje se detiene y Alex se baja por la otra puerta, dejándome sobre el carruaje, sola. Enseguida se puso a agarrar algunas cosas de la carreta de atrás y entregárselas a los civiles. Yo me bajé, de nuevo con la ayuda del lacayo, y lo vi... Estaba sonriendo sin que fuera Lorelei la razón.

Me apoyé contra el carruaje sonriendo mientras lo admiraba. Se veía tan bien ayudando a su pueblo, tan amable... pero cuando se enderezó y caminó de nuevo hasta donde estaba para volver a agarrar cosas de la carreta su sonrisa desaparece al toparse con mi mirada. Aparta su vista de la mía y vuelve su atención en ayudar.

Volví a soltar un suspiro antes de caminar hasta su lado y agarrar unas cuantas cosas.

-¿Qué haces? -pregunta él.

-Ayudar, ¿qué no es obvio?

Le di la espalda y caminé hasta una familia para entregarles las cosas. Había visto lo suficiente como para saber lo que tenía que darles y a quienes, además, no era la primera vez que lo hacía.

-Tomen, espero les sirva bien -comenté sonriendo mientras les daba las provisiones.

-Gracias, muchas gracias.

Les sonreí amablemente antes de regresar hasta la carreta y agarrar otras cosas. Aunque miré de reojo hacia Alex, al instante aparta la mirada de mí y vuelve su atención y sonrisa en la familia a quien estaba ayudando. Dejé de prestarle atención para volver a concentrarme en ayudar.

Fue así hasta acabar a mitad del día, el sol estaba brillando muy fuerte y yo ya comenzaba a sudar un poco. Suspiré sonriendo, me sentía mejor luego de esto. Volteé a ver a Alex cuando ya se estaba subiendo al carruaje. Miré a los lados pensando en ir caminando o en quedarme un rato más para pasear, pero entonces el carruaje se detiene junto a mí luego de avanzar un poco.

-¿Vas a venir? -vi a Alex cuando habló indiferente.

-Claro... -respondí con otra gran sonrisa.

El lacayo se baja y abre la puertilla del carruaje, me ayuda a subir y volví a agradecer, miré a Alex pero él ni siquiera me miraba de reojo.

-Vámonos -le ordena al lacayo.

-Sí, Alteza.

El lacayo pone en marcha a los caballos y Alex se apega hasta su lado del carruaje. Solté un suspiro resignada, volteé a ver el camino de nuevo sin decir nada en todo momento hasta llegar al castillo en minutos.

Alex se baja del carruaje rápidamente pero yo me tomé mi tiempo. Agarré mi vestido e iba a sujetarme del borde para bajar hasta que vi una mano tendida hacia mí. Era Alex... Lo miré sorprendida pero me obligué a reaccionar para no desaprovechar esto, tomé su mano y bajé con su ayuda, pero quedando muy cerca.

-Gracias... -murmuré en un susurro que él pudo escuchar.

Su mano no soltaba la mía y su mirada no se apartaba de mis ojos tampoco. En cambio, su mano sujetó más firmemente mi mano y su mirada bajó a mis labios. Era tan fácil de leer en estos momentos, era obvio que quería que ambos nos besáramos... y yo quería hacerlo también.

Decidí acercarme un poco más pero en el segundo en que apenas podía sentir el sabor de sus labios sobre los míos... escuchamos otra voz.

-Alex -él se aparta de inmediato.

Suelta mi mano, haciéndola sentir helada y solitaria. Él se gira y camina rapido hasta Lorelei quien lo recibe con una sonrisa y sin tantas dudas él la besa... frente a mí.

-Te has ido sin mí, malo -le regaña ella al terminar el beso.

-Lo siento, hermosa. Tenía que salir ya -se excusa él.

-No importa, te acompañaré la próxima.

-Sin duda.

Ambos se abrazan haciéndome sentir una molestia en el estómago y el pecho. Aparté la mirada y pasé por su lado, pero antes de perderlos de vista volví a mirarlos. Específicamente a Alex.

¿Por qué se resistió tanto en besarme si era algo que ambos queríamos?

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora