Capítulo 15

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Salí de mi habitación una vez más, ya era la hora y como acostumbraba a hacer después de tiempo haciéndolo, me encontré con Anabella al comienzo de las escaleras y ella me acompañó hasta la habitación de Alexander. Después de varios días cenando juntos ya se me hizo una rutina, pero esta vez... no era aburrida.

Y para ser sincera... era mi momento favorito del día. No sé como pasó pero de un momento a otro me encontraba a mí misma disfrutando de nuestros momentos juntos y sintiéndome emocionada cada vez que llegaba la hora de la cena.

-Que se diviertan -dice Anabella sonriendo y dejándome en la entrada.

Le devolví la sonrisa antes de que se abrieran las puertas y me dejaran pasar. Me adentré en la habitación de Alexander, encontrándolo sentado en uno de los sillones junto a la chimenea apagada. Me mira y sonríe ligeramente, le devolví la sonrisa mientras me acercaba.

-Buenas noches... Alteza -dije esperando por su respuesta.

-Nada de eso, Zaria... -se levanta y termina de acercarse a mí-. Ya sabes que para ti, ahora soy Alex.

Mi sonrisa se vuelve más amplia, me gustaba llamarlo Alteza para que él terminara diciéndome de que podía llamarlo por su nombre.

-Está bien, Alex... -su sonrisa es la que se amplia ahora.

-Tengo una sorpresa para ti -comenta separándose y acercándose a su estante.

-¿Ah, sí? ¿Qué es? -pregunté.

Rebusca un poco hasta encontrar una caja decorada, regresa hasta donde me encontraba yo y coloca la caja frente a mí.

-Sé que dije que hallar objetos no era nada pero esto terminó en otro país... así que lamento la espera, pero aquí lo tienes.

Abrí los ojos de par en par, imaginándome de qué se trataba. Abrí la caja en sus manos y cubrí mi boca con una de las mías al instante por la sorpresa.

-Es... Es mi... -apenas podía hablar-. Mi brazalete...

-Así es. Como te lo había prometido, te lo doy ahora.

-No puedo creerlo... -dije aún sorprendida.

Él lo agarra para dejar la caja a un lado y le tiende la mano sonriendo. No dije más nada y solo apoyé mi mano sobre la suya, él me coloca el brazalete y besa mis nudillos de una forma más... sensual y atractiva.

-Gracias... de verdad, Alex... gracias. Creí que lo había perdido para siempre -mencioné.

-No tienes que agradecer, pero si quieres hacerlo de verdad... -sonríe con un poco de picardía.

Me imaginé lo que quería y me pregunté a mí misma si lo haría o no, pero antes de responderme siquiera a mí lo agarré por su camisa, me paré en puntillas y alcancé sus labios con los míos.

Fue un momento de pura locura por mi parte, ni siquiera sabía lo que hacía hasta que lo hice... Pero sentía que no me arrepentía de nada.

Alex estaba tan sorprendido que ni siquiera pudo reaccionar a tiempo cuando me separé sonrojada pero aparentando seguridad.

-¿Fue un buen agradecimiento? -pregunté.

-Hm... quizás no, creo que debes agradecer de nuevo.

Su sonrisa coqueta me contagió a mí, esta vez él me tomó por la cintura y me atrajo hasta sí para alcanzar de nuevo mis labios. El sabor era mucho mejor que ese roce de aquella vez, podía sentirlo de verdad... su sabor tan dulce, su aroma tan cerca que conseguía embriagarme.

Su cuerpo firme bajo mi tacto se sentía mejor; me hacía sentir pequeña a su lado pero no me molestaba... Creo que con él descubrí que me gusta mirar hacia arriba.

-Zaria... Ninguna mujer ha conseguido volverme tan loco por ella como tú lo haces.

-Creo que me he dado cuenta... porque me ocurre lo mismo contigo -admití bajando la mirada.

-No tienes ni idea de lo peligroso que es esto para mí. Pero eso solo lo vuelve más emocionante -me agarra por la barbilla para levantar mi cabeza de nuevo y volver a besarme por tercera vez.

Mis manos no podían quedarse quietas así que las subí por sus hombros y terminé enredando mis brazos por su cuello, acariciando su cabello.

Estaba claro que esto era peligroso... éramos un príncipe y una ex noble ahora esclava. Nuestros reinos estaban enfrentados y mi familia y conocidos jamás aceptarían algo como esto. Pero por todo el tiempo que he llevado aquí, en estos cinco meses... pude descubrir más sobre los viltarienses y sobre Alex que me encantaban más que Adrestia.

Hasta tal punto en que estaba dispuesta a renunciar a ellos como renuncié a mi nombre... por estar aquí.

-Zaria... debemos parar.

Alex se aleja y creí que se refería por lo mismo en lo que estaba pensando.

-Eres una gran tentación para mí y si seguimos no podré ni querré detenerme.

Sus palabras me hicieron estremecer y erizar. La simple idea de lo que podría pasar me causaba miedo y emoción a la vez, pero... no me sentía lista y eso sí que lo tenía muy claro.

-Entiendo, y tienes razón -sonreí-. Es difícil resistirse a mí.

Pasé por su lado con mi mano acariciando su barbilla y haciéndolo girar conmigo. Su sonrisa aparece de nuevo.

-Quisiera llevarte la contraria... -me toma por la cintura desde atrás-. Pero es la verdad.

Reí entre dientes y poco antes de acercarme hasta la cama y sentarme allí, Alex se acerca mirando cada movimiento mío y apoyándose en su antebrazo contra uno de los pilares de la cama.

-Mañana quiero ir a un paseo contigo, pero no será en carruaje -comenta.

-¿A pie? -inferí.

-Se podría decir...

Entrecerré los ojos confundida, aunque él no dijo nada más y solo se sentó a mi lado.

-No diré nada más, dejaré que lo veas por ti misma mañana.

-No es justo que me lo digas ahora, me dejas con la intriga -le reprendí.

-Lo siento, pero tengo que hacer que te prepares antes.

Me crucé de brazos y me lancé de espaldas hasta estar acostada, él hizo lo mismo segundos después. Ambos volteamos hacia el medio para quedar frente a frente pero yo lo fulminé en broma.

-No se vale.

Ríe con diversión, provocando que mi sonrisa apareciera al escucharlo con atención.
Miré el brazalete en mi muñeca, sonreí de nuevo por saber que se había esforzado en conseguirlo para mí. Alex realmente es una buena persona.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora