Capítulo 66

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Tantas personas y tantos murmullos que escuchar. Todos nos veían llegar junto a los viltarienses, me veían con sorpresa por tener al príncipe conmigo. Él estaba adolorido y agotado, parecía estar por caer inconsciente en cualquier momento. Él recostó su frente sobre mi hombro.

-Alex, resiste hasta que te llevemos con el doctor -dije preocupada.

Lo sentí asentir con la cabeza únicamente. Vi de reojo aquel brazo que había vendado para cubrirlo. Cruzamos las calles entre todos pero notamos que llegaron más soldados adrestianos que levantaron sus armas, rodeando a Viltarin. Me miran a mí y me reconocen como la traidora que el rey ordenó matar, así que también me apuntaron. Koa se levanta en dos patas por un segundo, intenté calmarlo.

-Tranquilo, Koa... tranquilo -lo acaricié y él dejó de alterarse.

-Bajen las armas -ordena Sadie.

-Lo siento Alteza, pero el rey...

-¡El rey ha muerto! -alza la voz con severidad.

Todos se sorprenden y quisieron culparnos por la muerte del rey. Sentí algo golpear en mi hombro, había dolido así que solté una maldición.

-Agh... -vi mi brazo y lo que me había golpeado.

Una piedra no muy grande.

-¡Es su culpa! ¡Ustedes lo mataron! -grita alguien y vuelve a lanzarme una piedra.

Antes de que me diera en el rostro, Alex la sujeta y la lanza al suelo. Mira a su alrededor fulminante pero seguía adolorido.
Vi que todos empezaban a agarrar piedras y algunos las habían arrojado a los soldados, mientras nos maldecían. Dos de los soldados viltarienses se colocan a nuestro lado y nos cubren con escudos.

-¡Ya basta! -ordena Sadie.

Todo queda en silencio. Los soldados apartan los escudos y vi a Sadie frente a nosotros pero muchos se veían preocupados y asustados. Ella voltea a verme y noté que tenía un golpe en la mejilla.

-A..Alteza, l..lo siento mucho... yo... -un niño comenzó a llorar por la culpa.

Sadie se limpia la mejilla y resopla mientras mira a todos por un momento sin decir nada.

-¿Por qué culpan a otros antes de saber lo que en verdad sucedió? ¡Ellos no han matado al rey! Yo lo he hecho -la sorpresa fue evidente.

-¿Qué? Pero... ¿por qué?

-Tienen que saber esto. El rey era un estafador, un vil mentiroso -habla ella, la mayoría se negaba a creerlo-. Viltatin ha intentado por años hacer la paz con nosotros pero el rey no lo ha permitido. Él quería gobernar Viltarin para volverse poderoso. Robaba el dinero del pueblo y de otros pueblos.

-No es posible...

-¡Es la verdad! ¡Cuando la guerra ya había terminado él quiso matar al príncipe de Viltarin para ser el nuevo rey! ¡Todos somos testigos -apunta a los soldados-. El rey no era digno de serlo, no le importaba si ustedes mueren o no, solo quería ser más poderoso.

Todos bajan la cabeza. Sadie nos voltea a ver y luego llama a unos soldados.

-Lleven a los viltarienses a curarse. El príncipe necesita atención urgente.

-Sí, Alteza.

Los soldados se acercan a nosotros. Nos guían por el pueblo al que no había venido en mucho tiempo, ¿cuánto ha sido? ¿Un año? No lo sé con certeza, las fechas se me han mezclado con todo lo que ha sucedido. No tengo idea ni en qué fecha estamos. Bajamos de los caballos cuando llegamos al centro médico, los soldados ayudaron a Alex y se lo llevaron por otro lugar.

-Señorita, venga conmigo -una mujer médica me guía hasta otra habitación, donde primero me dieron un baño medicinal y luego me llevaron a sentarme para empezar a curar mis heridas.

Tenía raspones, cortadas y muchos golpes, pero estaba bien. Nada me dolía tanto como para ser insoportable. Me cubrieron las heridas con vendajes y me dejaron ir. Salí afuera del lugar para tomar un poco de aire, pero escuché pasos apresurados.

-¡Lícia! ¡Hija!

Me di vuelta rápidamente y vi a mis padres correr del carruaje del que salieron hasta mí. Mis ojos se llenaron de lágrimas y corrí también hacia ellos, los abracé tan fuerte que no quería soltarlos.

-Mamá... papá... -sollocé-. Los extrañé tanto.

-Oh cariño, nosotros te hemos extrañado más.

-Siempre supimos que volverías a nosotros -comenta papá sonriéndome con orgullo-. Eres tan fuerte...

-Si así fuera, hubiera ayudado en la guerra -respondí limpiando mis ojos.

-La fuerza no solo es física. Haz aguantado todo esto con valor y has vuelto, realmente eres fuerte -mamá vuelve a abrazarme y llora en mi hombro.

Escondí mi rostro en su cuello mientras lloraba. Estaba tan feliz de estar en casa con ellos otra vez. No podía creer que finalmente, después de tanto sufrimiento, estaba de regreso. Con mi familia.

-Vamos a casa... tienes que descansar. Te noto delgada, ¿haz comido bien? -mamá me observa preocupada.

-Estoy bien mamá, pero sí... quiero descansar.

Ellos asienten. Me guían hasta el carruaje pero me detuve y miré hacia el lugar, pensé en Alex y que debería de estar siendo atendido aún. Volví la vista al frente.

-Hola Axel -sonreí.

-Es bueno volver a verla señorita -me saluda levantando su gorra.

-Es bueno volver -respondí.

Me subí al carruaje junto a mis padres, este se puso en marcha y nos llevó por las conocidas calles de mi reino, pero ya no lo sentía igual. Después de todo lo que había pasado, sentía todo a mi alrededor como extraño...

-Mi amor, luego necesito que me cuentes lo que ha pasado contigo -dice mamá.

-Por supuesto, madre.

Ella me sonríe cálidamente, le devolví la sonrisa antes de volver la vista a las calles. Llegamos a casa, allí me recibieron como si fuera una gran celebración. Abracé a todos porque los había extrañado, pero estaba tan cansada que decidí ir a mi habitación a descansar. Al entrar noté que todo estaba igual a como lo había dejado al irme a esa fiesta. Recorrí el lugar recordando y sonriendo, pero hasta mi propia habitación desde que era tan solo una bebé... me resultaba extraña.

Me senté en la cama antes de acostarme y mirar el techo por tanto tiempo que ni siquiera me di cuenta cuando me había quedado dormida. Estaba tan cómoda y tan cansada que lo hice en un segundo, o al menos yo lo sentí así.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora