Abrí los ojos y miré a mi alrededor, aún estaba en el jardín sobre la banca. ¿Cuándo me había quedado dormida? Miré mi cuerpo, estaba cubierto por una manta y bajo mi cabeza habían puesto una de las almohadas.
Me levanté de la banca y al mirar hasta arriba noté las estrellas en el cielo. Suspiré profundo al ver aquellas resplandecientes esferas de luz. Una estrella fugaz aparece por un instante.
-Pide un deseo -rápidamente miré hacia atrás cuando Alexander aparece a mi lado.
-¿Qué puedo pedir? -volví la mirada al frente-. Siempre lo he tenido todo... no sé que pedir.
-¿No pedirás salir de aquí? -me mira expectante.
Me quedé callada, sin saber que responder. Volví a mirar al cielo y vi otra estrella fugaz cruzando frente a nosotros. Cerré los ojos y suspiré.
"Deseo que Adrestia sea igual de hermosa que Viltarin. Que sean aliados algún día."
Para cuando abrí los ojos fue por sentir las manos de Alexander en mi cintura.
-¿En serio lo has pedido? Creí que ya te gustaba estar aquí -comenta pero tenía una sonrisa en sus labios.
-No. He pedido otra cosa... -respondí.
-¿Y qué fue?
-Si te lo digo no se cumplirá -sonreí y me di vuelta para verlo- ¿Tú has pedido algo?
-Hm... tal vez sí lo he hecho -responde.
Ambos miramos al cielo de nuevo pero al estar de frente a su balcón pude ver una figura allí. Celia estaba recostada contra los barandales, con el cabello revuelto y el vestido mal puesto.
No sé porqué, pero eso me hizo enfadar. Me aparté de Alexander quien baja la mirada hasta mí de nuevo.
-Tengo que irme, me he perdido la cena -dije como una excusa.
-Podemos cenar juntos, pediré que lleven comida a mi habitación.
-No, gracias... Entiendo que estés ocupado -él me mira confundido pero vuelve la vista hasta el balcón.
No esperé a que se diese cuenta solo me empecé a alejar, aunque vi la mirada de Celia... victoriosa y complacida. Hice una mueca y volví a entrar en el castillo. Alexander ni lo negó.
¿Y por qué me molesta? Agh.
Regresé al harén suspirando cansada, fui hasta mi habitación y me tiré en la cama, metí mi mano bajo la almohada y saqué mi collar. Observé el emblema familiar por mucho tiempo hasta que escuché las puertas abrirse y enseguida los murmullos empezaron.
-¿Celia aquí? ¿Por qué?
-¿No acaba de irse?
-Es la primera vez que la veo ir y venir en tan poco tiempo...
Fruncí el ceño volviendo a esconder mi collar y saliendo de mi habitación. Celia estaba echando humo y al verme pareció estar apunto de estallar.
-¡Tú...! ¡Maldita escoria adrestiana! -intentó venir hasta mí pero unas mujeres la detuvieron.
-¿Pero qué te pasa? -pregunté confundida.
-¡Desde que llegaste solo haz empeorado todo! ¡Todo es tu culpa! ¡Te odio!
Ella forcejea para llegar hasta mí pero las puertas vuelven a abrirse justo antes de que pudiera soltarse.
-¿Qué sucede aquí? -Anabella nos mira-. Esta no es forma de comportarse, Celia. ¿Qué sucedió con tus modales?
ESTÁS LEYENDO
AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...