Capítulo 68

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Mientras más tiempo pasaba más ansiosa estaba. Koa seguía corriendo, yo fijaba mi mirada en el horizonte, el sol de la tarde estaba a punto de volverse un atardecer. Entrecerré los ojos para tratar de ver mejor y encontrarlos, los abrí de golpe al ver al gran grupo de sobrevivientes de Viltarin.

-¡Alex! -solté.

No parecieron escucharme pero no dejé de gritar mientras me acercaba a ellos quienes poco a poco se detuvieron para ver quién gritaba. Finalmente se hicieron a un lado, dejando ver a Alex mirando en mi dirección. Él abre los ojos de par en par al saber que era yo, llegué hasta su lado por fin.

-¿Lícia, qué...?

-No volverás a hacerlo. No te dejaré repetir eso -hablé de golpe y con el llanto atorado-. Dices que es lo mejor para mí pero tú no eres quien para decidir eso.

Alex cierra la boca, deja de sorprenderse solo para apartar la vista pero no se lo permití. Me acerqué más y lo tomé por la barbilla.

-No volverás a apartarme, Alexander. Yo decidiré que hacer conmigo misma a partir de ahora en adelante y lo que quiero es quedarme contigo. Ir a Viltarin contigo... Vivir contigo... Así que por favor, no me prives de mi felicidad, porque estar junto a ti lo es todo para mí. Te amo y no pienso volver a dejarte.

Esperé ansiosa por una respuesta, sin embargo, él no decía ni hacia nada. Volteé la vista de reojo hacia los demás que nos miraban expectantes, sentía mis mejillas arder.

-D..Di algo. Por Dios. E..Es vergonzoso -mencioné.

Alex suspira profundo al reaccionar, mira tras de mí y luego mis ojos.

-¿Viniste hasta aquí así? ¿Sin silla y sola? Fue peligroso e imprudente -me regaña y yo bufé.

-No necesito que me sermonees por eso. Mejor dime lo que quiero escuchar o esto no habrá valido la pena.

Escuché que Alex dejaba escapar una corta risa y lo vi sonreír. Me calmé al instante y suavicé la mirada. Me tiende su mano y la tomé un poco confundida, pero entonces me jala hasta sacarme del lomo de Koa y subirme frente a él. Me aferré a él para no caer, lo vi llamar a uno de sus soldados.

-Traigan a Koa y vámonos.

-Sí, Alteza.

Sonreí antes de apoyar mi cabeza en su hombro y cerrar los ojos estando más tranquila. Alex acaricia mi mejilla y besa mi frente.

-También te amo, amor mío.

Acaricié su mejilla antes de unir nuestros labios con una sonrisa. Fue corto pero perfecto. Al separarnos él puso a andar a todos de nuevo. Nos acomodó para que fuera más cómoda frente a él. Fuimos primero a buscar a Anabella, ella nos estaba esperando emocionada. Lloró al vernos junto a las demás mujeres. Y luego... regresamos a Viltarin.

Todo este viaje nos había tomado tres días, para el amanecer del cuarto día... ya estábamos allí. Alex detiene al caballo y mira atentamente su ciudad natal y la capital de Viltarin.

-Esto es... ¿Cómo Idalia pudo pensar siquiera en hacer algo así? Pudo haber destruido el reino con este plan -menciona Alex.

-Yo tampoco lo sé, pero ya todo terminó. Tú estás aquí ahora, todo mejorará -sonreí juntando nuestras frentes.

Alex me sonríe, se irgue en su lugar para volver la vista al frente y continuamos. Los guardias nos ven llegar y se preparan para atacar, aún eran fieles a Idalia. Alex levanta la mano a sus soldados y apunta a los otros para que vayan a detenerlos. Nuestros soldados pasan junto a nosotros para rodear a los guardias y desarmar a todos.

-Espósenlos -ordena Alex.

-Sí, Alteza.

Rápidamente lo hacen y los traen tras nosotros que continuamos caminando. Las personas nos ven llegar sorprendidas de que seamos nosotros. Alex ve a los que estaban encadenados como castigo por alguna impertinencia según los guardias de Idalia.

-Libérenlos -le indica a un grupo que se mueve rápido, luego mira a otro grupo-. Vayan a los calabozos y saquen a todos de inmediato.

Aquel grupo asiente y salen corriendo en dirección a los calabozos. Alex vuelve a mirar a su pueblo, ellos esperaban expectantes palabras sobre lo que había pasado.

-Escúchenme todos -la voz dominante de Alex me hace estremecer-. La guerra ha terminado, todo aquí va a cambiar otra vez. Ya no deben de temer, Idalia ha muerto...

Vi tantas expresiones de alivio y alegría, pero claro... todos lo intentaban disimular, no era apropiado alegrarse por la muerte de un familiar de la realeza, a pesar de lo que haya hecho.

-Por lo que yo asumiré su lugar en el trono.

Hubo un gran silencio entre todos, pero no por mucho cuando alguien en el público empezó a aplaudir y el resto le siguió. Pronto todos estallaron en aplausos y vítores incesantes. Abracé a Alex estando tan feliz por él, podía sentir su corazón latiendo con gran velocidad, estaba emocionado y alegre como todos.

-Te has preocupado de que no te acepten, ¿no es así? -cuestioné enarcando una ceja.

-Hm... solo un poco -sonríe.

Reí leve. Alex vuelve a hacer andar al caballo para llegar hasta el castillo. Todos los sirvientes salen corriendo, emocionados por ver a Alex también. Él baja del caballo y me ayuda a hacer lo mismo.

-Príncipe, ha regresado -hablan las mujeres sin poder creerlo.

-De verdad es usted, que alegría.

-Es igual un placer para mí regresar a mi hogar -sonríe Alex- ¿En dónde está mi padre?

Las expresiones vuelven a cambiar drásticamente. Sus rostros se oscurecen por la tristeza, esto nos alertó.

-Justo ahora ha vuelto a empeorar, el doctor lo está revisando.

Alex no pierde el tiempo y corre hasta adentro del castillo. Lo seguí a paso apresurado, pero lo perdí de vista en poco tiempo. Llegué hasta la habitación, la puerta ya estaba abierta, al entrar vi a Alex sujetando la mano de su padre estando arrodillado a su lado. El doctor iba saliendo, se despide de mí y yo de él.

-Alex... ¿realmente eres tú? -la voz del rey estaba tan temblorosa, era frágil.

-Sí, padre... aquí estoy.

-Hijo mío... -su sonrisa débil me entristeció.

Pensé en darles espacio y esperar afuera pero Alex me llama y tiende su mano hacia mí. Dudé pero finalmente me acerqué a ellos y tomé la mano de Alex.

-¿Quién es...? -pregunta el rey.

Es ahora que veo sus ojos, pálidos, blancos... Me di cuenta de que ya no podía ver. Había quedado ciego.

-Lamento molestar, Majestad, si quiere que me retire... -hablé.

-Zaria... -sonríe-. Creí que habías muerto. Me alegro de que estés aquí.

El rey extiende su mano, miré a Alex quien asiente sonriendo. Tomé la mano del rey, estaba fría...

-Mi hijo se ha vuelto mejor persona gracias a ti. Siempre he creído que los Viltarienses y Adrestianos podrían coexistir juntos. Ustedes son la prueba...

Abrí los ojos de par en par cuando su voz se había apagado. Su mano se volvió más fría y sus fuerzas desaparecieron.

-S..Señor... -moví levemente su mano pero ya no reaccionaba.

Miré a Alex quien agachó la cabeza. Regresé la vista hasta el rey, viendo la sonrisa con la que había dejado esta vida. Solté su mano sobre su estómago con delicadeza y bajé la mirada rezando por él.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora