Mi cuerpo tirita del frío, me cubría con las mantas pero no parecían ser suficiente. Todo mi cuerpo se sentía adolorido y pesado, estaba débil y hasta quería llorar de lo mal que me sentía.
-Que no haya comido desde hace horas hizo que su cuerpo se pusiera débil y así fuera más fácil enfermarse. Se pondrá bien pero estará así por un tiempo -escuché la voz de la doctora-. Debe comer algo ligero y darle esta medicina... Un paño con agua fría en su frente igual ayudará.
-Está bien...
Escuchaba a Alexander pero comencé a quejarme por las sensaciones. La puerta se abre y se cierra, yo me quedé sola por un tiempo.
-Mamá... papá... -los llamé aunque sabía que no estaban aquí.
Siempre que me enfermaba ellos estaban tan pendientes de mí, me cuidaban sin descanso y papá me arropaba para hacerme sentir mejor. Quería eso, quiero que ellos estén aquí.
Me abracé a mí misma comenzando a sollozar. Todas las emociones me cayeron encima como un balde de agua fría, pero me hizo doler la cabeza a la vez.-Papá... por favor...
Volví a sollozar, pero entonces sentí una mano en mi cabeza. Intenté abrir los ojos pero no podía concentrarme y saber quién era. Ahora mismo me sentía solo una niña que buscaba el contacto de su padre para sentirse mejor. Extendí la mano con debilidad y agarré sin fuerzas su camisa.
-Te necesito... -comenté a quien yo imaginaba aue era mi padre.
No dijo, ni hizo nada por un tiempo, pero luego se removió y se metió bajo las mantas junto a mí. Al instante me apegué a su cuerpo, sollocé otra vez pero escondí mi rostro en su cuello.
-Haz que pare... me siento mal -mencioné.
Lo sentía tan diferente; mientras mi verdadero padre tenía una figura un poco más rellena... a este lo sentía más esbelto y duro. Más musculoso y cálido... Su aroma igual era distinto al de mi padre, me gustaba porque era reconfortante y dulce.
-No te preocupes, pasará... solo quédate tranquila e intenta dormir un poco -escuché.
Su voz aterciopelada pero varonil hizo que mi cuerpo se erizara. Su calidez calmaba mis dolores y enseguida hice lo que me dijo. Intenté dormir un poco, sintiendo agradables las sensaciones suyas cuando acaricia mi cabello con ternura.
-Te despertaré cuando la comida esté lista, ¿está bien? Cuando eso pase tienes que comer sí o sí, Lícia.
Asentí casi sin fuerzas, él volvió a acariciar mi cabello antes de agarrar el borde de las mantas y volver a colocarla sobre mí. Bostecé un poco y volví a acomodarme contra él.
Fue como un parpadeo pero apenas estaba consciente como para saber que estaba pasando. Apenas recuerdo cuando llegó la comida y me hizo despertar, no logró recordar bien el momento en que terminé de comer porque pronto caí dormida de nuevo.
Pero creo que esto sucedió seis veces más. Me hacían tomar un remedio que sabía horrible y me colocaban un paño frío sobre la frente. Me quejaba porque odiaba la sensación, así que volvía a agarrar a aquella persona para abrazarlo y sentirme mejor. No parecía molestarse, en cambio se acomodaba conmigo y me abrazaba de vuelta.
Una vez más me había quedado dormida en algún punto del día. No sabía cuanto tiempo había pasado, para mí fue una eternidad. Pero cuando volví a despertarme, esta vez por mi cuenta, observé donde me encontraba.
Estaba en la habitación de Alexander... ¿Qué fue lo que sucedió?
Sentía un paso a mi lado en la cama y al mirar me sobresalté por verlo allí, mirándome con suavidad. Su brazo extendido bajo mi cabeza, dándome a saber que lo había usado de almohada.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...