La manta, que antes estaba por mi cintura, ahora la sentía elevarse hasta mis hombros, Alex deposita un beso tierno en mi cabeza que me hizo sonreír mientras él se levantaba. Me giré y abrí los ojos un poco, solo para ver cómo su trasero desnudo desaparecía cuando entró al baño.
Una buena mañana...
Agarré la manta y me acomodé sonriendo. Cerré los ojos y quise dormir un poco más antes de levantarme, pero ese poco se volvió en más horas, para cuando por fin decidí en levantarme ya era mediodía.
Bostecé mientras me sentaba, llaman a la puerta y Anabella anuncia su presencia. Me cubrí con las mantas y ella entra con un carrito con comida.
-Hola, señorita Zaria. Veo que ha descansado bien -sonríe dejando el carrito frente a la cama.
-Hola Ana... sí, lo he hecho -sonreí.
-Le traeré ropa limpia enseguida.
-Gracias.
Ella vuelve a irse y yo me acerqué al carrito aún sujetando la manta contra mi cuerpo, me senté en el borde y miré la comida. Se veía tan deliciosa... empecé a comer mientras esperaba, Ana regresó luego de unos minutos y dejó la ropa a un lado. Cuando estaba por volver a irse la puerta vuelve a abrirse y entra Alex.
-Príncipe... -Ana hace una reverencia y se va.
Alex se me acerca mientras yo seguía comiendo.
-Hola, princesa -besa mi cabeza haciéndome sonreír.
-Hola... -respondí.
-¿Aún no te has vestido? -me observa el cuerpo-. Estar así todavía es peligroso... para ti.
-Lo haré cuando termine de comer -respondí riendo.
-No, quédate un rato más de esta forma... me encanta admirarte.
Mis mejillas se sonrojan, volví a prestar atención a mi comida pero las caricias de Alex en mi espalda desnuda me hizo estremecer.
-Realmente es peligroso... -susurra en mi oreja antes de besar mi cuello y mi hombro.
-Bien, ya terminé -dije levantándome con una sonrisa-. Lo siento pero me duelen las caderas, así que será en otro momento.
Agarré la ropa mientras Alex ríe, entré al baño pero no pude cerrar la puerta porque él entró tras de mí.
-A mí también me hace falta un baño... -dice con picardía.
-No podrás resistirte y lo que menos haremos es bañarnos -le avisé entrecerrando los ojos.
-Prometo que me contendré.
-Es un reto.
Dejé caer la sábana que traje conmigo, y su mirada se oscureció al ver mi cuerpo. Me di vuelta y me acerqué a la bañera que ya estaba lista porque Ana mandó prepararla cuando estaba buscando mi ropa.
Lo escuché desvestirse atrás de mí, me metí en la bañera y luego él hizo lo mismo. Estuvimos en paz por un tiempo, yo me enjaboné el cuerpo y lo tallé un poco, le estaba dando la espalda pero entonces sentí sus manos en mi cintura y que se deslizaban hasta mis senos. Sus labios rozan mi oreja y su aliento me hacia cosquillas.
-Perdí.
Me acerca hasta él, hasta hacerme sentir su miembro nuevamente erecto. Volví a reír antes de negar con la cabeza.
-Sabía que pasaría.
-Y aún así accediste a esto.
-¿Qué puedo decir? También lo quise -besé su mejilla pero él ladra la cabeza hasta unir nuestros labios.
Ninguno de los dos pudo evitarlo y terminamos haciéndolo de nuevo, unirnos de esta forma placentera era la mejor parte de mi día. Me encantaba porque era él y nadie más... y porque sabía que para él solo era yo y nadie más.
***
***
Alex volvió a encargarse de asuntos reales mientras yo leía en mi habitación. El libro estaba bien pero no me sentía tan atraída, decidí dejarlo a un lado pero en ese momento escuché ruidos fuertes en el pasillo y luego Idalia entró como una fiera en mi habitación.
-¡Tú! ¡Fuiste tú! ¡¿Verdad?!
-¿De qué hablas? -pregunté levantándome de mi cama.
-No te hagas. Tú tomaste mi collar.
-¿Me acusas de ladrona? No tengo porqué hacer tal cosa -respondí firme-. Jamás haría algo como eso.
-No te creo, ¡guardias! -enseguida entraron cuatro hombres-. Revisen el lugar, si encuentran un collar de oro con un rubí, tráiganlo.
-Sí, princesa.
-¡Oye! ¡No puedes hacer esto en mí habitación!
-¿Qué? ¿Tienes miedo a que lo encuentren? -ella me sonríe.
-Por supuesto que no -apreté los dientes-. Bien, búscalo. No hallarán nada.
Idalia asiente a los guardias quienes empiezan a remover mis cosas, desordenan todo pero no encuentran nada.
-Te dije que yo no he robado tu...
-Princesa.
Uno de los guardias levanta una mano dejando ver el collar descrito por Idalia. Abrí los ojos de par en par pero ella ya se apresuró a gritarme.
-Lo sabía. ¡Has sido tú!
-Yo no he sido, jamás robaría nada.
-Las pruebas están aquí ¡¿y te atreves a seguir mintiendo?! ¡Enciérrenla por ladrona!
-¡¿Qué?! ¡Pero si yo no...!
Uno de los guardias me agarra por los brazos tras mi espalda y me hace caminar.
-¡Idalia, has que me suelten!
-Irás a donde perteneces, ladrona.
-¡Yo no robé nada! -la miré, ella estaba sonriendo un poco- ¡Tú has sido! ¡Has puesto el collar aquí para culparme!
-¿Cómo osas culparme de tal forma? Sin pruebas. ¡Vayan, enciérrenla de una vez! Y pónganle una mordaza para que deje de mentir.
Los guardias me sacan de la habitación mientras yo forcejeaba, las personas a nuestro alrededor miraban sorprendidas. Anabella se hace paso entre todos y me ve.
-¡Ana! Por favor, llama a Alex, ¡lo necesito!
-Ya cállate, ladrona. Basta ya.
Hacen que baje la cabeza y siga caminando, pero vi de reojo como Ana salía corriendo. Los guardias me llevan hasta los calabozos, pero no a los not.ales... sino que me llevan hasta los más oscuros y profundos. Me tiran al suelo pero enseguida vuelven a agarrarme para encadenar mis muñecas y ponerme un mordaza como les había ordenado Idalia.
-¡Mhm! ¡Nhm! -traté de seguir hablando pero claro que no podría.
Los guardias salen de la celda cerrando la puerta con llave, intenté alcanzar la mordaza pero el nudo era tan fuerte que hasta me hacia doler la boca. No podía llegar hasta él ni podía quitarme esto.
Dejé de intentarlo luego de un rato, respiré agitada y miré la entrada con pocas esperanzas.
Alex y el rey habían ido a una reunión en una ciudad vecina... Sabía que por esto Idalia decidió actuar. Aunque los avisaran ahora tardarían en volver.
Solo me quedaba esperar...
ESTÁS LEYENDO
AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...