Me desperté por los murmullos y risas de las chicas, tallé mis ojos y me levanté adormilada.
-Pero sigue contando, Nastaran. ¿Cómo fue?
-Fue... realmente bueno. El príncipe es digno de serlo, es tal y como lo piensan. Maravilloso... -vi la expresión de Nastaran al abrir las cortinas.
Se veía feliz, tenía marcas en el cuello de chupones. Una expresión placentera por recordar lo que sucedió anoche, en cambio a mí se me revolvió el estómago. Imaginar eso me hizo sentir asco. El saber que lo hicieron...
-Claro que es maravilloso, pero no festejes tanto, cariño -todas miramos hasta un lado.
Aquella mujer que estuvo en mi habitación se acerca al grupo sonriendo con superioridad.
-Fue tu primera vez y has vuelto temprano... Eso podría significar que no has complacido bien a nuestro príncipe -comenta haciendo que Nastaran bajara la cabeza pensativa y preocupada.
-Oye, Calia... No tienes que ser tan mala -le reprende Cyra apoyando su mano en el hombro de Nastaran.
-Es la verdad... yo nunca vuelvo antes del mediodía -sonríe.
-Pues eres la favorita... por algo es, has estado mucho antes que muchas aquí, pero no te creas tanto -comenta Thalassa.
-Sí, ¿quién sabe? Tal vez y Nastaran te saque tu puesto o alguien más lo haga.
La tal Calia ríe a carcajadas antes de mirar despectivamente a Nastaran.
-¿Ella? Lo dudo -Celia finge bostezar-. Me han aburrido, iré a ver si mi príncipe está despierto para desayunar con él.
Se va hasta las puertas y a ella sí la dejan salir, nos mira por encima del hombro y su mirada se posa en mí. Sonríe de lado y me saluda con la mano pero de una manera autoritaria, como si me viera como alguien insignificante.
Fruncí el ceño, pero las puertas ya se cerraron. Camine hasta el grupo de chicas que consolaban a Nastaran.
-Ya Nast, no pienses en lo que esa arpía ha dicho.
-Sí, seguramente lo has hecho muy bien por eso te has quedado toda la noche.
Escuchar este tipo de consuelo era tan extraño. ¿Quien iba a pensar que la felicidad de estas mujeres es si lo hicieron bien con un hombre o no?
-Esa mujer ¿quién es? -pregunté llegando hasta ellas.
-Es Celia... una de las primeras aquí en el harén y la favorita de nuestro príncipe. Casi siempre la llama a ella, más para las noches importantes.
-Siempre está presumiendo, es insoportable -dice Thalassa apretando los puños molesta.
-Pero no podemos hacer nada, si le hacemos algo el príncipe moverá cielo y tierra por ella... -interrumpe Verena.
-Eso es cierto... dicen que hasta es posible que la haga una mujer libre para casarse con ella -comenta Melinoe.
-Pero ¿el rey estará de acuerdo? -pregunté- ¿Casarse con una esclava?
-Celia antes era de la realeza, vino voluntariamente y se ofreció como esclava del príncipe a cambio de una alianza entre reinos. El rey estará más que encantado -explica Verena.
Asentí comprendiendo pero a la vez sintiendo tanta confusión por aquella Celia... ¿volverse esclava solo por una alianza? ¿Qué clase de mujer haría eso?
Resoplé apoyando mi mano sobre mi nuca y miré hacia la puerta. Quería salir, fui hasta allí y traté de hacer lo mismo que Celia pero los guardias me detuvieron.
-¿A dónde vas?
-Solo... quiero salir, estar mucho tiempo encerrada comienza a agobiarme -respondí, y no mentía. Sí me molestaba estar tanto tiempo encerrada aquí.
-Las esclavas no pueden salir sin el permiso del príncipe -dice el guardia.
-Pero Celia...
-Lícia... -las chicas me agarran y me llevan, alejándose de los guardias.
-Nosotras no tenemos permitido salir por nuestra cuenta. Solo las favoritas pueden hacerlo -dice Thalassa.
-¿Es en serio? -bufé exasperada.
No me gustaba este lugar y sus tontas reglas. Además, ¿cómo estás mujeres pueden estar tan bien esperando a ser elegidas para tener sexo? Es como elegir un juguete nuevo cada noche. Me enferma.
-¿No hay alguna forma de salir? -pregunté.
-Pues... puedes hacer que Anabella le pregunte al príncipe y que él de la orden, pero sin su permiso no puedes.
-Vaya, que absurdo.
Volví a bufar y cruzarme de brazos. Mire nuevamente hacia la puerta antes de sentarme con aquellas chicas que inmediatamente cambiaron de tema y volvieron a lo suyo. Yo, en cambio, me quedé callada y pensando.
Las horas se hicieron eternas, como si el tiempo pasara más lento de lo normal, aunque después de un tiempo fue el mediodía y nos trajeron el almuerzo. Anabella apareció a mitad de este.
-Terminen de comer pronto que las lecciones de hoy comenzaran en un momento.
Yo dejé de comer para limpiar mis manos mientras me levantaba y caminé hasta ella antes de que se fuera.
-Anabella.
-¿Qué necesitas? -pregunta severa.
-Quería salir al patio, pero me dicen que el príncipe tiene que darme permiso para hacerlo.
-Así es, es él quien tiene que dejarte salir -responde ella.
-Pero tampoco puedo salir a pedirle permiso y él nunca viene aquí... ¿Puedes preguntarle por mí? En serio me agota estar encerrada en este lugar.
Ella me mira atenta, hice mi mejor expresión de cansancio y agotamiento por lo que ella no tuvo de otra más que suspirar con resignación.
-Bien, lo haré pero tendrá que ser después de las lecciones. Hoy es una clase importante sobre ciertas tradiciones.
Sonreí ampliamente y asentí sin más. Volví a mi lugar agarrando nuevamente la comida y llevándola hasta mi boca con más ánimos.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...