Capítulo 35

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Llegué hasta la puerta de la habitación de Alexander, estaba decidida a hablar con él sobre todo lo que estaba pasando, necesitaba hacerlo.

-Señorita, no puede pasar... -hablan los guardias deteniéndome.

-¿Está con alguien? -pregunté.

-El príncipe está esperando a alguien más.

-Entonces no está con ella, perfecto.

Hice a un lado a los dos guardias quienes, al no esperarse que actuara así, no pudieron detenerme a tiempo ni mantener bien el equilibrio.

-Señorita.

Abrí la puerta y entré a la habitación encontrando a Alex sentado en el sofá y mirando hacia la puerta con una copa en mano. Iba a hablar pero los guardias me agarraron de los brazos, los miré molesta.

-Príncipe, lo siento, la sacaremos aho... -Alex levanta una mano.

-Déjenla.

-Príncipe... -con una mirada de Alex ellos se quedaron en silencio y me soltaron.

Ambos guardias bajaron la cabeza y se fueron cerrando la puerta tras ellos. Volteé y vi a Alex que solo me observaba como si fuera una extraña y no la persona que lo hacía sonreír cada vez que me veía.

-¿Qué te ocurre? -solté.

Era lo único en lo que pude pensar en estos momentos. Alex se toma un tiempo para responder en lo que bebía un trago.

-Nada -una respuesta tan simple.

-¿En serio quieres que me trague eso? ¿Por qué actúas de esta forma tan... distante?

-Zaria, estoy esperando a alguien. Por favor...

-No, Alex. No me iré hasta que me digas qué sucede contigo -hablé con firmeza y tratando de que no me temblara la voz.

-Te estás tomando mucha libertad en la forma de como me hablas. Recuerda tu lugar. Estás frente a un príncipe.

Abrí los ojos de par en par al escuchar sus palabras. Él se levanta y se acerca a mí, y por primera vez, desde que mis sentimientos por él aparecieron... retrocedí.

-No lo entiendo... -murmuré-. Solo hace unos días me decías que me amabas y que me construirías un castillo de diamantes si yo lo quisiera, ¿todo fue una mentira?

Él no responde, pero tampoco cambia aquella expresión gélida con la que me miraba.

-Alex... ¿te has cansado de mí?

Parece sorprenderse un poco por mi pregunta pero al instante vuelve a disimular aquella sorpresa.

-No tiene caso hablar de esto contigo -responde.

-Dime -di un paso al frente-. Quiero escucharlo de ti.

-Zaria.

-Alexander, dime la verdad, por favor -supliqué al borde del llanto.

Alex me mira de nuevo sin responder, el silencio me abrumaba.

-Sí, me he cansado de ti.

Fue como si todo en ese mismo instante se paralizara, sin que quisiera aparecieron grietas en mi corazón que dolían como nunca antes había dolido. Algunas lágrimas no pudieron ser retenidas y cayeron rodando por mis mejillas.

Pero a pesar del dolor, a pesar de haber escuchado de su propia boca lo que quiere hacerme creer que siente... no puedo creerle. Una parte de mí se niega a aceptarlo, prefiere ponerse una venda en los ojos antes de creer esto.

-No te creo... -respondí.

-No me importa.

-Tampoco creo eso... -me le acerqué aún más-. Vuelve a decirlo, sin dudar... Dilo mirándome a los ojos, Alexander. Hazlo.

-Ya te lo he dicho, ahora vete.

Planeó apartarse pero yo lo sujeté por las mejillas y lo hice mirarme pero sorprendentemente, él agarra mi muñeca y la aparta.

-Te he dicho que te fueras. ¿No entiendes una orden tan simple?

-¿Va a venir ella? ¿Es por eso que quieres que me vaya?

-No es de tu incumbencia. Mejor contrólate o acabarás igual o peor que Thalassa o que Celia.

Su amenaza me hizo helar la sangre, no lo creía capaz pero aún así... ¿le temía? Me suelta la mano al ver que ya no hacia nada, en ese momento de silencio llaman a la puerta.

-Alteza, la señorita Lorelei está aquí.

-Dile que entre -responde Alex sin dejar de mirarme.

Las puertas se abren y entra Silvanna, yo no me moví y Alex no dejaba de mirarme.

-Príncipe... -saluda Silvanna-. Creo que vine en un mal momento... si usted quiere puedo...

-No es necesario, Lorelei... Zaria ya se iba.

Él aparta su mirada de la mía para finalmente sonreírle a Silvanna, una sonrisa que ya no es dirigida a mí... y eso me duele más.

-Claro. Diviértanse -sonreí amargamente.

Me di vuelta y pasé junto a Silvanna. Limpié mis lágrimas y salí de la habitación a paso rápido, no quería estar allí ni tampoco en mi habitación. Pensé en ir al gazebo pero a la vez no tenía fuerzas para ir lejos. Salí al jardín y vi el columpio que hace tiempo no usaba.

Miré hacia el balcón de Alex, no creía que saldría... estoy segura de que se quedaría haciendo algo más con Lorelei. Así que me senté en la banca y escondí mi rostro entre mis manos. El pecho me dolía, además de la garganta por el llanto acumulado.

No quería moverme, ni hacer nada... solo quería estar allí.

Ni siquiera la noche me hizo regresar a dentro, la oscuridad no me dejaba ver muy bien pero no me importaba. Mi atención estaba en mis pensamientos.

-Señorita Zaria... -una voz me hace regresar a la realidad- ¿Qué hace aún aquí? Se va a resfriar.

No respondí, Anabella se me acerca y se sienta a mi lado. Suspira profundo y apoya su mano en mi hombro.

-Venga adentro, por favor. No tiene porqué estar aquí.

Cerré los ojos y asentí una vez, me levanté con su ayuda ya que estuve tanto tiempo sentada que mis piernas se habían paralizado un poco. Después de todo volteé hacia el balcón tras nosotras pero claro... no estaba allí.

Bajé la mirada de nuevo y dejé que Anabella me llevara hasta adentro. Creí escuchar unos pasos atrás pero no me importó más, ya no quería voltear. Fuimos hasta adentro, Ana me acompañó hasta mi habitación, me dejó en ella y se fue para traerme la cena. En realidad no tenía hambre pero sabía que no me iba a dejar estar sin cenar.

Mientras ella no estaba me quedé pensando de nuevo, pensando en todo lo que habíamos pasado... A pesar de todo eso, ¿ahora ya se ha cansado de mí en serio? Si es así, ¿de qué me sirve seguir aquí? Verlo con otra me duele... aunque no quisiera.

Sin darme cuenta solté una risa amarga.

-Llorando por un Viltarin... Mi familia y amigos estarían tan decepcionados de mí -murmuré para mí misma.

Rápidamente pensé en ellos, en como se han de estar sintiendo en estos momentos. ¿Debería volver...? Pero si me voy... seria aceptar la derrota contra Lorelei.

No quiero hacerlo.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora