Capítulo 17

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Abrí los ojos lentamente, parpadeé poco y miré a mi alrededor. Mis ojos se concentraron en la ventana y las puertas que daban al balcón, me sorprendí y decidí levantarme apresurada hasta llegar allí.

-Nieve...

Sonreí viendo como todo afuera estaba cubierto por capas de nieve, el frío se sentía de igual forma así que me apresuré a agarrar un abrigo que Alex hizo que consiguieran para mí y salí de mi habitación. Caminé a paso rápido hasta las puertas que se abrieron para mí, seguí el recorrido hasta llegar al jardín. El viento frío golpea mi rostro haciendo mover mi cabello. Mi sonrisa aparece y salí a la nieve.

Mis pies se hundían en esta hasta mis tobillos, extendí la mano y la hundí en la nieve aún sabiendo que estaba realmente fría por obvias razones. Llegué hasta el banco y vi que el agua del estanque estaba congelado, pero los peces seguían nadando por debajo de la capa de hielo.

Miré la nieve de nuevo y me tiré de espaldas comenzando a hacer ángeles de nieve como siempre hacia con mis padres cuando nevaba. Reí entre dientes pero entonces levanté la vista hasta el balcón de Alex y lo encontré mirándome con una sonrisa, me di vuelta y le sonreí apenada por mi comportamiento.

-Señorita Zaria, debe volver adentro o enfermará -Anabella aparece y me hace levantarme-. Se ha llenado de nieve...

-No te preocupes, Ana... Estaré bien.

Ella niega con la cabeza antes de estirarme por el brazo y llevarme dentro del castillo otra vez. Sentía la nariz y mis mejillas más heladas que antes y sabía que estaba roja por esas zonas.

Anabella me lleva hasta mi habitación y me hace tomar una ducha caliente y cambiarme.

-El príncipe estará ocupado todo el día por las organizaciones del invierno, pero aún así cenará con él después.

-Entiendo -respondí.

-La vendré a buscar como siempre cuando sea la hora.

Asentí sonriendo. Anabella se va dejándome en la habitación y yo suspiré, después de un par de segundos salí otra vez y me encontré con el grupo de Verena y Nastaran.

-Hola, Zaria -ellas me sonríen ampliamente.

-Hola -les devolví la sonrisa.

-Vaya, la nueva Celia finalmente habla con las demás mortales -fruncí el ceño mientras me daba vuelta- ¿No irás con nuestro querido príncipe?

Una de las otras mujeres a las que jamás había visto y mucho menos hablado se me acerca con otras luciendo molestas conmigo.

-No les hagas caso, están celosas porque el príncipe solo pide por ti -me explica Nastaran al oído y me hace sentarme a su lado-. Chicas, esa expresión les hará tener arrugas antes de tiempo, no sean celosas y relájense.

-Tú no te metas Nastaran, a ti no te importa porque ya has estado con el príncipe. Pero ¿y nosotras qué? Nos han traído pero ni siquiera lo hemos visto de cerca.

-Sí, nosotras igual queremos estar con él. No es justo que solo quiera estar con esta adrestiana -responde otra que estaba con esa mujer.

-El termino de "favorita" es por algo, idiotas -Cyra se acerca y las mira molesta junto a Thalassa.

-¿Pero como se espera a que alguna de nosotras también podamos ser favoritas si no nos llaman?

-¿Y yo tengo la culpa? ¿A caso yo soy la que debe de llamarlas? -respondí dejándolas en silencio.

-Ya, vayan por allá -Verena las echa de aquí y ellas se van fulminándome y refunfuñando.

Resoplé cansada porque el que se enojaran por algo así no tenía nada que ver conmigo, yo no soy a quien tienen que reclamar.

-No les hagas caso, mujer -Nastaran apoya su mano sobre la mía en mi regazo.

-Sí, solo les gusta quejarse. Es lo que han estado haciendo desde que llegaron, hasta se quejaron de Celia -responde Verena.

Asentí sonriéndoles pero fue por poco tiempo.

-¿A ustedes no les molesta de que el príncipe no las llame? -cuestioné un poco apenada.

-Para nada, no te preocupes -responde Nastaran.

-Por supuesto que no, sabemos que el príncipe tiene algo especial contigo y... nosotras estamos bien aún así -le sigue Verena.

Volví a sonreír un poco, Thalassa me sonríe y asiente dándoles la razón a ellas. En poco tiempo encontramos un nuevo tema de conversación que duró bastante, bebimos y comimos juntas hasta que fue la hora en que Anabella apareció y me llevó a prepararme y pronto estuve entrando en la habitación de Alex.

-He esperado este momento desde que desperté -él se levanta de su sillón y se acerca a mí.

-¿Me has extrañado? -cuestioné sonriendo.

-Por supuesto, ya quería verte -responde sin vergüenza.

Mis mejillas se tiñeron de rojo, él acaricia una de estas con ternura y sorpresivamente se inclina hasta besarme allí. Dejé escapar un suspiro cuando lo hizo mientras sentía mi corazón acelerado.

-Ven.

Él agarra mi mano y me acerca hasta la mesa baja frente a la chimenea. Se coloca tras de mí y sujeta mi abrigo para ayudarme a quitármelo y lo deja contra el respaldo del sillón. Nos sentamos juntos en los almohadones frente a la mesa y empezamos a comer de la deliciosa cena que teníamos aquí.

-¿Y qué has hecho en todo el día? -pregunté.

-Además de pensar en ti... -sonreí nerviosa-. Ayudé con mi padre en aburridos asuntos políticos y otras cosas similares.

-¿Nada interesante, de verdad? -niega-. Vaya... a veces pienso que ser rey o reina no es tan divertido como otros lo pintan.

-Tiene sus privilegios, sí... pero tienes razón, mayormente no es tan divertido.

Él se acerca más a mí con una mirada seductora que... funcionaba muy bien. Me agarra delicadamente por la barbilla y la eleva hasta ver sus ojos azules que brillaban intensamente por el fuego de la chimenea.

-Pero hablar de esto tampoco es divertido... prefiero hacer algo más que sí me consiga entretener.

-¿Y qué es? -pregunté bajando la mirada a sus labios.

-Creo que ya te haces una idea.

-Creo que sí.

Al instante en que solté el último suspiro en esa úitima palabra de dos letras él unió nuestros labios con intensidad. Una de sus manos acaricia mi brazo haciéndome erizar pero me agarra con firmeza de allí a la vez que bajaba sus besos hasta mi cuello. Jadeé por las sensaciones aunque pronto me hizo recostarme sobre las almohadas mientras que él se colocaba sobre mí.

Nos miramos un segundo, el calor de la chimenea llegaba hasta nosotros al igual que su luz, levanté una mano hasta la mejilla de Alex del lado en que el fuego iluminaba su rostro y él sujetó mi mano. Estaba dispuesta a seguir, pero abrí los ojos de par en par cuando sentí un fuerte dolor en mi estómago. Aparté mi mano y la guié hasta mi estómago comenzando a soltar quejidos.

-¿Zaria? ¿Qué pasa, qué tienes?

-Duele... -dije entre quejidos.

Entonces sentí como si el aire se estancara en mis pulmones, no pude respirar y tampoco hablar así que llevé mi mano hasta mi cuello. Alex estaba confundido pero a la vez desesperado.

-¡Guardias!

Me sujetó y trató de consolarme mientras yo no podía respirar, mi vista se puso borrosa. Solo sentí cuando Alex me levantó y me acostó en la cama.

-¡Guardias! -vuelve a llamar y la puerta se abre- ¡Llamen a la doctora! ¡Ahora!

Anabella igual aparece y me ve asustada. Yo extendí mi mano y busqué la de Alex quien me sujeta al instante.

-A..Alex... -él acaricia mi cabeza para tranquilizarme.

-Aguanta, Zaria... aguanta.

Apreté su mano pero al instante mi vista se oscureció y mis fuerzas se desvanecieron. Escuchaba a Alex llamarme pero caí inconsciente después de eso.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora