"Queridos padres:
Ya seguramente saben en donde me encuentro, no se preocupen, estoy bien. Sé que es difícil de creerlo pero de verdad, estoy bien. Me dieron el permiso de escribirles esta carta para hacerles saber de mí, de que no me han matado y tampoco me han torturado o algo parecido.
Me dan comida, ropa limpia y un lugar cómodo para dormir. Me tratan bien aquí. Aunque no me dejen irme, no es tan malo como creí que sería. No tienen de qué preocuparse.
Los amo y los extraño todos los días. Díganle a Sadie que la extraño igualmente.
Lícia."
Anabella lee la carta y mira de un lado y el otro antes de asentir con la cabeza y dársela a un guardia con instrucciones de llevársela. Sonreí un poco y con sinceridad, me alegraba saber de que mis padres recibirán esa carta.
Pero los recuerdos me invaden, me sentí sola otra vez y con aquel sentimiento de extrañarlos a ellos, mis amigos y mi hogar.
Me abracé a mí misma para intentar apaciguar aquel sentimiento mientras miraba a mis lados. Las mujeres sonreían y reían juntas mientras que yo solo me fui a mi habitación; sin embargo, no llegué a entrar por escuchar que alguien me llamaba.
-Oye, chica de la carta -me giré hasta ver a una de las mujeres-. Ven, únete a nosotras.
-¿Por qué haría eso? -cuestioné confundida.
Jamás me habían hablado, ¿por qué lo harían ahora?
La mujer sonríe mientras rueda los ojos, pero no con cansancio o molestia.-Siempre estás tú sola, solo queríamos hacerte compañía. Aunque si no quieres no podemos obligarte.
Ese grupo me sonríe con amabilidad, aparté la mirada mientras pensaba por un segundo y decidí aceptar. Caminé hasta ellas y me senté en el espacio que me hicieron.
-¿De dónde eres? -pregunta una de ellas.
-Soy de Adrestia.
-¿De verdad? ¡Genial! Siempre he querido ir a Adrestia -menciona ella con ojos soñadores.
-¿Cuál es tu nombre?
-Lícia... Lícia VonStein -respondí.
-Lindo nombre, aunque seguramente pronto tendrás uno más lindo -comenta la que me había llamado sonriendo.
-Sí, seguramente -habla otra.
-Ya quiero saber cual tendrás.
-Perdonen... pero no entiendo, ¿por qué dicen eso? -pregunté con el ceño fruncido por la confusión.
-Pues el príncipe te tendría que dar un nuevo nombre. Como parte de su harén es una costumbre hacerlo -responden.
-¿Qué? ¿Cómo a una mascota? No, gracias. Prefiero mi nombre.
-Eso dijimos todas nosotras al comienzo, pero luego te das cuenta de que... no es tan malo.
-Sí, yo antes vivía en la pobreza... a veces comía y otras no, pero aquí fue todo tan nuevo para mí -una de las chicas sonríe, rubia de ojos negros-. Visto de esta forma que me encanta, como todas las veces que quiera y... soy feliz.
La miré sin más, escuchando y tratando de entender cómo es que pudieron adaptarse a este modo de vida.
-Yo en cambio fui una noble, como tú. Mi apellido era muy conocido pero aquí... creo que prefiero estar aquí que en mi vieja casa. En este lugar soy alguien por mí, no por mi apellido ni mi clase social -dice una chica morena, cabello enrulado hermoso y ojos ámbar.
-Sí, es verdad -la apoyan todas las demás.
Escuchaba las historias de estas chicas, aprendiéndome sus nombres y sus personalidades. Pero entonces entra Anabella y se acerca a nosotras.
-El príncipe pide tu presencia -mira a la morena, Nastaran.
Ella sonríe ampliamente y las demás chillan un poco y la felicitan. Nastaran se levanta y va junto a Arabella a prepararse, la vi alejándose hasta desaparecer. ¿Todas se emocionan cuando el príncipe pide la presencia de una? ¿Por qué les gusta tanto?
-¿Querías ser tú? -volteé a ver a la rubia, Cyra-. No te culpo, estar con el príncipe es un sueño.
Todas suspiran enamoradas pero yo hice una mueca antes de negar.
-No, no pensaba en eso.
-Sí... seguro.
-De verdad, no... -rodé los ojos, sabía que perdía el tiempo-. Jamás me interesaría alguien como él, un viltariense...
-Un viltariense muy apuesto -suspira Jazmine-. Espero que me llame mañana, ya quiero estar con él.
Hice otra mueca antes de levantarme, no puedo creer que escuchaba todo esto.
-Estoy cansada... me iré a dormir.
-Por supuesto, lo entendemos.
-Buenas noches, Lícia.
-Adiós... -me despedí por lo bajo dándome la vuelta y alejándome de ellas.
Fui hasta mi habitación y me metí allí pero me quedé en la entrada cuando vi a una mujer dentro.
-Oye, esta es mí habitación -comenté, ella me voltea a ver.
-Lo sé.
Deja el libro que estaba en la mesa de vuelta en su lugar y camina hasta mí sonriendo. Su descaro me sorprendía y mantenía perpleja. Iba a pasar por mi lado y salir sin más pero yo la detuve.
-¿Qué hacías aquí? ¿Buscas algo?
-Pues... en realidad sí -me mira de piez a cabeza-. Quería saber la razón por la que trajeron a una Adrestiana al harén del príncipe... y... la verdad sigo sin comprender.
Su risa de burla me hizo enfadar, pero aún así dejé que se fuera. Hice una última mueca antes de resoplar cansada. Me acerqué a mis cosas y miré el libro, hojeé las páginas y al no ver nada que ella pudiera hacer lo dejé de vuelta en donde estaba.
Me acosté en la cama para quedarme media hora por lo menos mirando el techo, agarré mi collar que lo tenía debajo de la almohada y miré el emblema. Sonreí poco antes dr volver a dejarlo donde estaba y acomodarme.
¿Nastaran y Alexander lo estarán haciendo?
-¡¿Hm?! -sacudí mi cabeza al darme cuenta de lo que estaba pensando.
Idiota, no pienses en eso. No te importa y lo sabes. Mejor ya duérmete.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...