Capítulo 38

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Mañana sería el día, mañana coronarían a Idalia... dejando de lado el esfuerzo de Alexander para convertirse en el rey de Viltarin. Intentó hablar con su padre pero no hubo caso, a pesar de que el rey pensara que era Alex quien estuviera mejor preparado... las leyes son las leyes y el consejo de ancianos no dio su brazo a torcer para cambiar eso.

Había visto a Alex tan impotente y frustrado, lo encontré encaminándose a los establos con Lorelei tratando de seguirle el paso.

Aparté la mirada para no pensar en seguirlo, fui hasta mi habitación y elegí un libro... pero no podía distraerme y de repente me vi sobre Koa, yendo hasta el gazebo a galope.

Sabía que lo encontraría solo, esta iba a ser una oportunidad únicamente para mí.

-¡Hm! -jadeé por la sorpresa mientras abría los ojos de par en par al quitar de mi rostro aquellas enredaderas.

Lorelei se acerca a Alex y lo abraza por detrás mientras observa el gazebo desde donde estaban. Sus caballos pastando alejándose para pastar y Alex sin hacer nada...

Un nudo en mi garganta se formó al ver esto. Yo pensaba que fui la única mujer que Alex había traído... creí que este lugar iba a ser algo de nosotros, un lugar especial... pero al parecer eso le importa poco a él.

-Koa, vamos -murmuré apartando la mirada y moviendo sus riendas a la vez.

El caballo retrocede pero antes de que las enredaderas cubrieran mi visión, noté que Alex apartaba a Lorelei.

-¿Qué se supone que haces tú aqu...? -lo pude escuchar antes de no prestarle más atención a él.

-¡K..Koa! -el caballo se levanta en dos patas cuando una flecha se clava en frente de él.

Me aferré cuanto pude pero en el segundo en que Koa toca el suelo de nuevo con todas sus patas, se echa a correr. No podía detenerlo, no me hacía caso.

-¡Koa, tranquilo...!

Escuché otros relincheos de caballos tras nosotros, volteé a ver justo cuando una flecha fue disparada y me rozó la mejilla. Mi corazón latió a un ritmo desenfrenado, los bandidos que nos perseguían se acercaron aún más.

Estiré las riendas de Koa pero él no parecía querer frenas. Suspiré tratando de calmarme a pesar de estar temblando y decidí que en lugar de intentar frenarlo, solo debería de guiarlo.

-Está bien... nosotros podemos.

Hice que Koa galopara aún más rápido para alejarnos de los bandidos. Al perder el control del caballo hace un momento nos había alejado del camino que conocía, ahora no podía ubicarme y solo me concentraba en escapar.

Estiré de las riendas para que Koa doblara, al hacerlo de golpe me desequilibré pero pude mantenerme sobre la silla. Volteé para ver a los bandidos y uno de ellos cayó de su caballo al no poder aguantar el equilibrio por doblar. Pero aún faltaban otros tres.

Uno de ellos me apunta de nuevo con una ballesta, abrí los ojos de par en par y moví las riendas otra vez. Esquivé la flecha a la vez que Koa saltaba por un tronco tumbado. Volví la vista al frente para concentrarme, pero uno de ellos había llegado hasta mí.

Llevaba algo que cubría su boca pero por la mirada que traía sabía que sonreía, estiró su mano hasta mí pero forcejeé.

-¡Suéltame! -exigí pero él reía.

Intento estirarme pero por el rabillo del ojo vi una rama y me agaché, él no pudo reaccionar y la rama lo golpeó. Me enderecé y lo vi inconsciente en el suelo pero los otros dos se acercaron de nuevo a mí. Apreté las riendas de Koa con adrenalina.

¿Qué quieren de mí?

Me sobresalté cuando Koa dobla de golpe haciéndome perder el equilibrio por un instante. Terminé sujetándome a él con todas mis fuerzas y tratando de subir, me di cuenta de la empinada cuesta que estábamos rodeando. Uno de ellos no pudo hacer lo mismo, ni su caballo, y ambos terminaron deslizándose cuesta abajo.

-¡Mhng! -solté quejidos por la fuerza que intentaba aplicar para subir.

Estaba por caer, hasta que vi una piedra que pudo ayudarme. Suspiré aliviada pero no por mucho, otra flecha roza mi hombro y me di cuenta del último que aún me seguía. Cerré los ojos y traté de concentrarme, ¿qué más puedo hacer?

-Piensa, Zaria... Piensa -me hablé a mí misma.

Miré a todos lados en busca de alguna ayuda pero no había nada. Koa seguía corriendo por donde él quería pero entonces reafirmé el agarre en sus riendas. Doblé con fuerza, está vez sin perder el equilibrio, pero él pudo hacer lo mismo. Estaba preparando otra flecha, yo volví a mirar a mi alrededor.

Abrí los ojos de par en par y sonreí al tener una idea pero antes de poder hacer algo alguien más aparece junto a mí y me tira de Koa. Rodé por el suelo, lastimándome el cuerpo y soltando quejidos de dolor. Observé apenas como Koa se detuvo para levantarse en dos patas pero otras sogas lo atrapan y no lo sueltan.

-Sujétenlo bien -una voz femenina aparece.

-Sí, señora.

Traté de levantarme pero alguien me patea y vuelve a tirarme al suelo. Pisa mi pecho, intenté apartar su pie pero no podía hacerlo.

-¿Tantos problemas para atrapar a una damisela en apuros? -se queja mirando al grupo que iba llegando.

-No fue culpa nuestra... ella es buena -responde el que había caído por la cuesta, estaba todo golpeado y cojeaba. Estaba siendo arrastrado por el primero en caer.

El peso del pie sobre mi pecho desaparece, vi a aquella mujer caminar hasta él. Los otros lo sueltan con temor y de un solo movimiento ella saca su espada y corta su cuello, sin dudar. Cerré los ojos con fuerza y aparté la mirada.

-La impertinencia no genera dinero, así que si les digo que hagan algo ¡háganlo como se debe, animales!

Nadie responde por miedo, volví a intentar levantarme mientras me quejaba del dolor.

-¿Qué... Qué se supone que quieren de mí? -pregunté adolorida.

La mujer camina hasta mí de nuevo y me apunta con su espada, su sonrisa me causaba escalofríos y el tener la punta de la hoja metálica amenazando mi cuello me hizo tragar con dificultad.

-Tú eres nuestro pase de oro a la riqueza... -se me acerca incandose en una rodilla y tomándome por las mejillas-. Así que solo podrás librarte de mí estando muerta.

Mi cuerpo se eriza del miedo por el tono que había usado, su rostro reflejaba la locura por la riqueza y eso solo me causaba más terror. Se levanta y mira a sus secuaces.

-Átenla de inmediato. Es momento de irnos.

-S..Sí...

Tres hombres se me acercan y obedecen a las órdenes de aquella mujer, yo intenté resistirme pero fue inútil. Me amordazaron para que no molestara intentando gritar, me tiraron sobre Koa y lo hicieron caminar con ellos. La mujer sube a su caballo y se coloca frente a todos.

-Andando.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora