Capítulo 9

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Lo mismo.
Los siguientes días fueron lo mismo que hasta ya parecía rutina. Pero yo no salía de este lugar si no era para ir al jardín, pues de tantas veces que ya he pedido permiso para salir el príncipe me ha concedido que por lo menos una hora puedo estar fuera, máximo dos, cuando yo quisiera.

Ahora mismo estaba allí, terminando mis dos horas en aquel lugar. He intentado buscar en todo el jardín alguna zona hermosa para estar pero sin que fuese aquella banca de columpio frente al estanque. Sin éxito, porque todo lo demás era simple y no me gustaba tanto estar allí.

Así que fui a aquel columpio y me senté en la banca, no miré en ningún momento atrás por más que sentía su mirada en mi nuca. Sabía que estaba allí pero no quería mirarlo. Solamente leí mi libro que me dejaron traer.

Pero mis pensamientos no me dejaban concentrarme en la lectura. Siempre pensaba en lo mismo aunque tratara con todas mis intenciones en cambiar de pensamientos. Porque todos giraban en torno a ellos...

Celia es a quien siempre llama todas las noches y se queda con ella hasta tarde o mediodía. Casi que no sale de la habitación del príncipe. Es ahora que me doy cuenta de que en verdad es su favorita. Pasaron días, semanas inclusive y es la única a quien llama.

-Lícia, el tiempo ha terminado, debes de regresar al harén -Anabella me interrumpe.

-Está bien.

Cerré el libro y me levanté para ir con ella. No pude evitarlo y mientras caminaba miré de reojo hacia el balcón y lo vi allí, conectando su mirada con la mía. Aparté de inmediato la vista y me crucé de brazos haciendo una mueca. Volví a entrar al castillo y luego fui al harén.

-Oh, has vuelto, hola -las chicas me saludan animadas.

Yo solo levanté la mano y sonreí leve antes de volver a la habitación y dejar el libro. Me acosté en la cama pero no pasaron ni diez minutos cuando escuché la voz de Celia, de nuevo.

-Fue una tarde maravillosa... Les juro que el príncipe y yo tenemos una conexión impresionante.

Rodé los ojos y traté de ignorarla acomodándome en la cama y cerrando los ojos para descansar.

-Iré a tomar un descanso, estoy segura que pronto me volverán a llamar para ir así que debo estar descansada. Porque ya saben, cuando estoy con él no hay descanso alguno.

Se ríe con superioridad haciéndome hacer una mueca de molestia. ¡Dios! ¿Esa mujer no puede ser más pesada? Siempre hablando de lo mismo y presumiendo.

Gruñí para mis adentros pero me concentré en mi siesta. Sin embargo, no pude dormir nada. Me pasé todas estas horas tratando de hacerlo pero no lo hice, y ya fue la hora de la cena cuando me tuve que levantar.

Salí de la habitación y me acerqué al grupo con Nast y las demás pero Anabella entra antes de que pudiera llegar a ellas.

-Ha venido por mí -sonríe Celia.

-El príncipe solicita su presencia en sus aposentos... -habla, pero acercándose a mí.

-¡¿Qué?! -Celia chilla molesta y yo solo miré a Anabella confundida.

-¿A mí? -cuestioné.

Ella asiente una vez. Celia estaba que echaba humo, por la molestia tiró una de las bandejas de comida y se fue chillando. Anabella me hace reaccionar agarrándome del brazo y llevándome a prepararme.

-Pero, pero yo... -traté de hablar pero ni siquiera sabía que decir.

-No hay tiempo, tienes que prepararte. Vamos, hazlo.

Ella me obliga a asearme y cambiarme de nuevo. Nuevamente me maquillan, ponen perfumes y joyas hasta ya estar lista. Me llevan de nuevo, las chicas me miran sonriendo mientras que Celia, a quien estaban calmando otras me fulmina. Si las miradas pudieran matar, yo ya estaría tres metros bajo el suelo.

Salimos del harén y me llevan de nuevo por otros pasillos que solo he conocido una vez. Estando en frente tocan a la puerta ante de recibir el permiso de entrar y me meten dentro de la habitación. Volvieron a cerrar la puerta antes de que pudiera pensar en salir y no me quedó de otra más que mirar al frente.

Alexander me mira de nuevo, escaneándome y dejándo escapar una leve sonrisa. Yo me crucé de brazos y lo miré seria.

-¿Por qué me has hecho venir? -pregunté.

-¿Por qué no lo haría?

-Eres un príncipe, deberías de saber que es de mala educación responder a una pregunta con otra.

Él suelta una leve risa ronca y profunda que me hizo sentir la piel erizada sin explicación alguna.

-Solo... quería que tú vinieras esta vez -responde ahora.

-¿Y qué hay de Celia? Estabas ya muy bien llamándola todo el tiempo -rodé los ojos.

-¿Te molesta que la haya llamado a ella y no a ti? -infiere enarcando una ceja.

-¡P..Por supuesto que no! -respondí bajando los brazos y apretando los puños.

Su sonrisa de burla me molesta, entonces tensé la mandíbula y bajé la mirada apoyando mi frente contra mi mano que usé para masajearme las sienes.

-Obvio que no me importa. Aunque a Celia sí parecía importarle que me hayas llamado.

-¿Eso importa? -levanté la mirada pero me sorprendí al verlo frente a mí, muy cerca.

-P..Pues sí... ¿Qué no la piensas liberar para casarte con ella? -cuestioné.

-¿De dónde has sacado eso? -pregunta volviendo a enarcar una ceja.

-Todas lo dicen, incluso ella.

Él lo piensa un poco pero termina resoplando y negando con la cabeza.

-No lo había pensado, y menos casarme con ella.

-¿Y para qué la llamas todo el tiempo?

-Pareces estar celosa... ¿Es eso lo que te molesta? -vuelve a sonreír.

-¡Ya he dicho que no! Es solo irritante cuando presume de lo mismo todo el tiempo...

Traté de pasar por su lado pero repentinamente sentí su mano sujetar mi muñeca y acercarme de nuevo hasta que ambas manos estaban apoyadas en mi cintura. Me sobresalté y sonrojé al instante, no tenía donde más apoyar mis manos y las mantuve en su pecho, podía sentir lo firme que era... lo esbelto y bien trabajado.

-Entonces... ¿Escucharla te pone celosa? -pareciera que solo quería meterse conmigo.

-¿Por qué habría de estarlo?

-¿No fuiste tú la que dijo que responder con otra pregunta era de mala educación?

Rodé los ojos y traté de apartarme empujándolo con mis manos en su pecho pero realmente no parecía querer soltarme.

-¿Sabes algo? Déjalo así, tú seguirás pensando que estoy celosa y no puedo hacer cambiar de parecer a un necio como tú.

Aquello lo hizo reír más que enojarse. Su risa me hizo confundir pero a la vez me hizo sentir un revoltijo en el estómago que no comprendía porqué.

-Ya, está bien, te dejaré en paz por esta vez.

-Al fin -respondí.

-Pero... te llamé para que cenes conmigo, así que vamos antes de que se enfríe.

Sus manos sueltan mi cintura pero dejaron un cosquilleo en aquella zona. Se acerca a aquella mesa y se sienta, yo resoplé sin tener más opciones y me senté igualmente.

-¿Has estado comiendo o volviste a tus huelgas de hambre?

-Creo que se notaría si así fuera.

-Tienes razón, te ves mejor ahora... Más hermosa -me guiña un ojo.

Inevitablemente me sonrojé, aparté la mirada frunciendo el ceño. Miré la comida y para evitar otra conversación y su mirada empecé a comer.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora