Capítulo 43

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Dejé los platos sobre la mesa, los cuatro hermano estaban sentados alrededor de esta, sin hablar... el ambiente estaba tenso y pesado. Entonces, la menor rompió el silencio.

-Creí que papá se quedaría para mi cumpleaños...

Todos dejan sus cubiertos, los hermanos del medio, Ambrose y Killian, hacen una mueca a la vez que apretaban los puños pero al ver las lágrimas en los ojitos de la pequeña sus expresiones de lástima aparecen, solo que el mayor, Darren es quien se levanta y se hinca en una rodilla frente a la ella.

-No te preocupes, princesa... Nosotros nos encargaremos de que sea el mejor cumpleaños para ti. Lo prometo.

"Princesa"... a mi mente aparece la voz de Alex llamándome de tal forma. Apreté mis manos, las cuales mantenía juntas frente a mí, a la par que fruncia los labios pero miraba enternecida como Darren consolaba a su hermanita y limpiaba sus lágrimas.

-No puedo creer que papá hiciera esto de nuevo... -murmura Ambrose- ¿A caso no le importa?

-Ambrose... -Darren intenta hacer que se calle pero él se levanta de la mesa bruscamente.

-No tengo hambre.

Se aleja a paso apresurado y pesado, Killian baja la mirada pero de igual forma se levanta, menos violento que su hermano.

-Gracias por el desayuno, estuvo bueno.

Killian le sonríe a las chicas y a mí antes de irse tras Ambrose. Entonces Tanith comienza a sollozar un poco más.

-Lo siento, no quería... no quería que se molestaran.

-Princesa... nada es tu culpa, no tienes que disculparte -Darren besa la frente de su hermana antes de levantarse y mirarme-. Llévenla a su habitación. No tiene que alterarse...

Miré a la pequeña y terminé asintiendo, me acerqué a ambos pero me incliné frente a Tanith para estar a su altura mientras le sonreía.

-Vamos pequeña. Dijiste que me presentarías al resto de tus muñecas hoy. ¿Me las muestras?

Ella se limpia un poco el rostro pero trata de sonreír y asentir. Me levanté y le tendí la mano, ella toma la mía con delicadeza y ambas caminamos hasta su habitación. Podía sentir la mirada de Darren sobre mí pero simplemente lo ignoré.

Llegamos a la habitación de la menor y ella me guió hasta donde estaban aquellas muñecas que aún no había visto. Me senté y esperé a que ella se calmara, pronto lo hizo y en lugar de lágrimas hubo risas. Ella comenzó a sonreír de nuevo y reír mientras jugábamos.

-Y vivieron felices por siempre -dice ella abrazando a una muñeca con su pareja y sonriendo.

Fue tan tierno, el juego de romance que acabamos de inventar e improvisar había terminado finalmente, pero ella me miró y dejó sus juguetes a un lado.

-Oye, te ves triste... ¿pasa algo? -pregunta preocupada.

-¿Eh? ¿En serio? -murmuré-. No se preocupe... no es nada.

-Puedes decirme, no se lo contaré a nadie. Pero si no quieres, tampoco me enojaré -me sonríe.

-Hm... es que extraño a alguien -respondí sincera-. Alguien... que fue muy importante para mí.

-¿Ah sí? ¿Quién era? -su sonrisa se vuelve más amplia.

-¿Te interesa? -la miré entrecerrando los ojos.

-Oh bueno... yo... -se veía un poco avergonzada por preguntar. Me pareció tierno y no le vi lo malo de contarle la verdad a una niña.

-Era un príncipe... todo un caballero y muy guapo -comenté recordando.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora