Llegué hasta el establo en donde Koa estaba junto al caballo de Alex, Anthas. Koa saca la cabeza y la acerca a mí al ver lo que traía en la mano.
-Hey, hola... Te traje un regalito, me dijeron que te gustaban -murmuré extendiéndole una manzana verde que la comió al instante.
Relinchó un momento y acercó su rostro al mío, no me hizo nada y solo acaricié su hocico sonriendo.
-La próxima te traeré una canasta entera, lo siento... ahora no tengo más.
Lo seguí acariciando hasta que él metió la cabeza y se fue hasta el fondo de su corral a comer del heno que tenía por allí. Lo miré, admirando la belleza de aquel caballo y recordando con cariño que fue un regalo de Alex.
Koa levanta la cabeza rápidamente, sus orejas se mueven de un lado al otro y eso me pareció una actitud extraña. Me enderecé y lo miré confundida.
-¿Koa? -el caballo se veía nervioso.
Miré a todos lados pero entonces pisé una pala haciéndome tropezar justo cuando una flecha pasa frente a mí, rozando mi mejilla y terminando en la grupa del caballo.
-¡K..Koa! -grité.
El caballo se levanta en dos patas, enloquece por el dolor. Los encargados del establo se amontonan y me hacen salir de allí, los guardias en cambio me cubren.
-¡Avisen al príncipe y sáquenla de aquí! -grita uno y enseguida algunos guardias salen corriendo.
-Señorita, es peligroso -otro guardia se me acerca y me cubre él mismo mientras me hace caminar para salir.
Miré hacia atrás para ver al caballo aún gritando del dolor y con los encargados llamando al veterinario. Miré a un lado, en dirección de donde vino la flecha pero no podía ver nada. Salimos del establo y fuimos hacia el castillo.
-¡Zaria! -a mitad de camino vimos a Alex corriendo con los guardias de hace un momento que habían ido a llamarlo.
-Alex... -murmuré separándome del guardia y acercándome a él quien me abrazó al instante.
-¿Estás bien? Estás sangrando... -él apoya su mano en mi mejilla herida pero yo lo abracé.
-Ya no lo soporto más... quiero que esto acabe, Alex.
Él ya no sabe que decir para calmarme, no puede prometerme de que todo estará bien y lo sabe, y sabe que yo igual lo sé.
-Quiero irme... -pedí.
Alex no responde pero me carga en brazos. Los guardias nos rodean mientras nos acercamos al castillo, el ardor en mi mejilla ya estaba empezándose a notar cuando la adrenalina bajó.
-¿Koa estará bien? -pregunté preocupada.
-Los veterinarios ya lo están tratando, puedes estar tranquila.
-Es mi culpa... no debí ir sabiendo que algo podría pasar -bajé la mirada frustrada y sintiéndome impotente.
-Zaria, solo quieres relajarte... está bien. Piensa en que Koa estará bien y no te ha pasado nada grave a ti.
No quería seguir discutiendo sobre esto así que solo permanecí en silencio. Llegamos a la habitación y de nuevo me quedé en la cama sin querer salirme de esta. Alex ya no sabía que hacer para animarme o tranquilizarme, y yo en realidad ya no quería preocuparlo.
-Llamaré a la doctora, te curará la mejilla.
Asentí solamente, él me mira un tiempo más antes de alejarse hasta la puerta y salir por un momento.
ESTÁS LEYENDO
AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...