El paso de ambos caballos disminuyó cuando vimos las enredaderas. Alex y yo nos colocamos uno al lado del otro para tomarnos de las manos y cruzar juntos. Noté entonces la decoración y los cuidados que se hicieron en este lugar tan especial para nosotros. Habían farolas que iluminaban todo, para que de noche siguiera viéndose tan bien y hermoso. El gazebo se veía cuidado y arreglado, mejor que antes.
Alex baja de Anthas llamando mi atención y me ayuda a bajar de Koa. Quedamos frente a frente, ambos sonreímos con amplitud antes de caminar juntos por el puente, miramos por un momento el agua y los peces, y seguimos hasta estar bajo el techo de nuestro lugar favorito. Vi el sofá que se veía muy cómodo, había una mesa que tenía mucha comida para ambos. Dejamos nuestras coronas a un lado para estar cómodos.
-Bien. Justo lo que pedí -sonreí agarrando la canasta que estaba en el sofá.
-¿Qué es? -pregunta Alex curioso.
-Manzanas verdes -respondí regresando hasta Koa.
Lo llamé para que se acercara y así lo hizo. Saqué una manzana y se la di para luego dejar la canasta en el suelo.
-Justo como lo prometí -dije.
Lo acaricié un poco más y regresé donde Alex, que me miraba apoyado de brazos cruzados contra uno de los pilares. Tomé su mano y nos fuimos a sentar en el sofá y comenzar a comer la deliciosa comida que nos habían preparado. No nos quedamos tan callados al comer, teníamos tanto que decirnos que sin darnos cuenta se nos había pasado el tiempo.
-Se siente tan bien volver aquí -mencioné observando el lugar y recordando todo.
-Sí, pero ahora... se siente mucho mejor.
Miré a Alex y sonreí. Me acomodé hasta acostarme contra su pecho, levantando mis pies descalzos sobre el sofá. Alex me rodea con su brazo y apoya su cabeza sobre la mía.
-Me alegra que seas tú la única mujer que viniera conmigo a este lugar -mencionó.
-¿Cómo? ¿Y Lorelei? -recordé-. Yo... los vi esa vez, y...
-¿Lorelei? Me había seguido hasta aquí, yo jamás la habría traído ni a ella ni a ninguna otra. Este es nuestro lugar.
Pude sentir en ese momento que mi mente estaba en paz. Todo este tiempo creí que Alex había traído a Lorelei aquí por voluntad propia, me había destrozado el corazón siquiera imaginarlo. Pero ahora que sé la verdad todo era realmente distinto.
-Nuestro lugar... -repetí porque me gustaba como sonaba.
Cerré los ojos para disfrutar de este momento con Alexander, uno que hace tiempo no teníamos. No podía creer que después de tantos problemas, sacrificios, llanto y desesperación que la guerra de hace meses había creado... por fin, estamos en paz.
El sol comenzó a ocultarse, todo fue oscureciendo pero las antorchas y lámparas seguían encendidas. Además de que las luciérnagas ayudaban igual. Pero así como la luz cayó, también lo hizo la temperatura. El viento sopló haciéndome temblar, Alex lo nota enseguida así que me cubre con su gran capa blanca.-¿Quieres que nos vayamos? -pregunta tranquilo.
-No. Solo quedémonos... estoy bien.
Me aferré a él ya que se sentía tan cálido y reconfortante. Alex asintió en respuesta y se dedicó a abrazarme todo el tiempo. Toda la noche nos mantuvimos allí hasta caer dormidos. Me di cuenta al despertar que estábamos acostados sobre el sofá, cubiertos por su capa. Era tiempo de regresar finalmente, por lo que desperté a Alex para irnos.
Recordé que hoy había quedado con Nastaran, Verena y Cyra para ir a comer algo entre nosotras. Luego de que el harén fuera cerrado ellas decidieron continuar con sus vidas. Cyra se dedica a visitar todo el mundo, prometió traernos regalos cuando volviera de alguno de sus viajes. Nast decidió ir de regreso a su país natal, se irá en unas semanas. Y Verena abrió su propia tienda de artículos aquí, le va muy bien.
En cuanto a todas las demás mujeres del harén... ni Alex ni yo sabemos que ha ocurrido con ellas. Algunas se han molestado porque Alex no ha vuelto a abrir el harén, otras ya no le dieron importancia y simplemente se retiraron. Ahora yo era la única mujer en la vida amorosa de Alex, y no parecía disgustarle para nada.
-¿En qué piensas, mi reina? -cuestiona Alex tomando mi mano y besando el dorso mientras regresábamos.
-En nada, no te preocupes -respondí sonriéndo.
Noté que ya podíamos ver la mayoría de toda la capital desde donde estábamos. Vi como los trabajadores terminaban de quitar la muralla que Idalia había construido en su tiempo como reina. Arreglaban los caminos y aceptaban a los vendedores extranjeros y construían nuevas residencias para los nuevos habitantes de otros lugares, especialmente adrestianos.
-Esto es histórico... -comenté-. Cuando los jóvenes aprendan en la academia sobre la historia de la alianza, verán tu nombre. Serás el rey más importante, el que consiguió unir ambos reinos enemigos.
-Para que se sepa el proceso deberán contar tu historia de igual forma. Como una noble adrestiana consiguió cautivar el corazón del príncipe hasta el punto de unirse al bando enemigo en la gran guerra, por ella.
Nos abrazamos en ese momento. Alex besa mi frente mientras observamos el proceso.
-Espero que esta paz dure para siempre.
-Yo también -respondió.
Seguimos con nuestro camino. La gente, al vernos llegar, nos señala y sonríe ampliamente. Cruzamos entre ellos saludando y devolviendo sonrisas. Como noble estaba acostumbrada a la atención pública... pero era muy diferente este tipo de atención, de ma realeza. Creo que podría acostumbrarme con el tiempo.
Alex y yo nos separamos cuando salimos de los establos luego de dejar a los caballos y encontrarme con las chicas. Las saludé con efusividad antes de llamar a Anabella que estaba mirándonos esperando por mí.
-¿Puedes llevar esto, por favor? -le pedí a ella quitándome la corona y ebtregándosela.
-Por supuesto, majestad.
-Gracias, saldrémos un rato. Volveré más tarde.
Anabella asiente mientras yo me alejaba con las chicas. Nos subimos a un carruaje preparado para nosotras y nos paseamos por el pueblo mientras hablábamos. Escuchaba cuando los civiles me notaban y saludaban así que yo sacaba la mano para devolverles el saludo encantada y enternecida.
-Yo lo sabía -escuché a Nast.
-¿Ah? -cuestioné ladeando la cabeza.
-Desde la primera vez que te vi... sabía que ibas a ser especial, que todo iba a cambiar con tu llegada.
-Sí. Recuerdo que nos lo has dicho -comenta Verena.
-Y tenías razón -dice Cyra-. Creo que... esto es mejor.
Todas nosotras sonreímos. Decidimos parar en una cafetería para tomar y comer algo mientras seguíamos hablando. Aunque muchas personas se acercaban a hablarme y saludar, pero no lo hacían mucho para no molestar. Era muy agradable, me sentía bien. Finalmemte, todo estaba bien.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...