El orgullo que sentía en estos momentos no podía seguir cabiendo en mi cuerpo. Quería llorar de la alegría, saltar de la emoción, pero claro... debía contenerme hasta que la ceremonia terminase. No faltaba tanto, las palabras del sacerdote estaban por el final. Miraba a Alex feliz, él me vio de reojo y sonrió de lado, me guiñó el ojo antes de volver a cerrarlos y escuchar al sacerdote.
-Te concedo la corona que simbolizará tu autoridad como monarca de Viltarin. Que Dios te guíe por el camino de la justicia y la paz, que tus decisiones sean siempre las correctas; alargue tu vida, te de sabiduría y cuide tu gloria y honor como rey.
El sacerdote le coloca la corona sobre la cabeza a Alex y lo hace enderezarse.
-Toma la espada de la fortaleza y equidad, sé misericordioso y justo con tu reino. Vela por la seguridad de tu gente y haz que quienes ya no estén encuentren su tranquilidad al rezar por ellos.
Alexander sostiene el magnífico mango de oro de la espada que la traía un siervo sobre una funda sujeta en sus dos manos. La observa maravillado, parecía brillar en su rostro y más en sus ojos.
-Demuestra que eres digno de gobernar. Toma tu lugar en el trono que ahora... es tuyo.
El siervo y el sacerdote bajan la cabeza y se alejan de Alex. Él se da vuelta aún observando la espada y luego a su pueblo. No faltaba ni una sola persona en este lugar. El castillo estaba tan lleno que pareciera necesitarse más espacio. Alex da media vuelta para acercarse al trono y sentarse en este, apoyando la mano sobre el final del mango de la espada y la punta de esta contra el suelo entre sus pies. Justo en ese momento el sol cruza el gran ventanal atrás de Alex, dándole un aura más imponente y gloriosa.
Una gran campana se hace escuchar y todos los presentes se hincaron sobre una rodilla y bajaron la cabeza ante el nuevo rey. Me tomé mi tiempo, Alex me mira con una sonrisa divertida ya que se esperaba yo fuera la única que se mantuviera en pie. Me tiende la mano y yo me acerqué, subí los peldaños hasta estar frente a él. Pero esta vez, sin dejar de sonreír, me agaché hasta estar de rodillas y agachando la cabeza frente a él por un tiempo.
Los festejos iniciaron, el griterío comenzó a retumbar por todo el castillo y todo el reino hasta que el suelo comenzó a vibrar por ello. La mano de Alex va hasta mi barbilla, me hace levantar la cabeza y luego mi cuerpo. Ambos, ahora de pie, nos miramos con emoción. Vi su corona y la acomodé en su cabeza y luego su traje que estaba un poco mal acomodado.
-Tu sí que sabes lucir esta corona. Te queda bien -comenté sonriendo-. Se ve muy bien, Majestad...
Alexander ríe entre dientes antes de tomarme por la cintura y acercarme hasta pegar nuestros cuerpos.
-¿En serio? -asentí-. Entonces debo de sentirme honrado y agradecido. Después de todo, la mujer más hermosa de la historia me ha dicho apuesto.
Solté una risa leve por sus palabras que a la vez me hicieron sentir las mejillas sonrojadas. Vimos de reojo al sacerdote volviendo a acercarse con un sirvo y una corona diferente esta vez.
-Señorita, es hora.
Alex y yo nos miramos antes de tener que separarnos. Todos los presentes guardaron silencio en ese instante y prestar atención otra vez. Me posicioné y arrodillé frente a la corona, agaché la cabeza y traté de calmarme. El sacerdote sujeta la corona con ambas manos y la levanta al cielo volviendo a hablar y bendecir este momento. Vi de reojo a Alex y sonreí, pasé mi vista por donde podía hasta dar con mis padres y Sadie. Ellos se veían tan orgullosos como yo hace un momento por Alex, incluso puede que hasta más.
Volví a cerrar los ojos y escuchar, hasta que sentí la corona apoyarse sobre mi cabeza.
-Que tu gobierno sea en paz y en tranquilidad a lado de nuestro rey. Al aceptar esta corona, no solo aceptas el cargo como reina de Viltarin, sino también vivir entre nosotros como una de las nuestras y desposar a nuestro rey hasta que la muerte los separe.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...