Capítulo 60

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Narra omnisciente

Cuando los rayos de sol del amanecer empezaron a colarse por la ventana de la habitación en donde Alexander estaba, hasta llegar a su rostro, ocasionó una sensación de leve molestia que lo despertó. Levantó la cabeza hasta darse cuenta que se había quedado dormido con la cabeza en unos papeles sobre un escritorio que le habían prestado en el bar. Anoche tuvo que revisar todos los recursos que obtuvieron y la suma total de hombres dispuestos a luchar, además de leer y responder a las cartas que le llegaban de sus nuevos aliados.

Bostezó mientras se estiraba con pereza a la vez que se levantaba del asiento. Agarró las cartas con sus respuestas y salió de aquella oficina. Fue hasta donde escuchaba voces y encontró a soldados y sirvientas en el comedor, desayunando.

-Buenos días -saluda adormilado.

-Buenos días, príncipe -saludan todos con una leve reverencia quienes estaban de pie y un leve gesto de los que estaban sentados.

Alexander le entrega las cartas al que se encargaba de entregarlas, este se fue casi al instante y Alex se fijó en la mesa y luego en el lugar completo.

-La señorita Zaria aún no se ha levantado -dice Anabella sabiendo exactamente a quien buscaba Alex.

-¿En serio? Pues iré a buscarla. Tendremos que partir dentro de poco y necesita comer algo.

Alexander se dirige escaleras arriba mientras todos vuelven a su animada conversación. El príncipe se acercó a su puerta y llamó antes de entrar.

-Princesa, ¿aún no estás despier...?

Alex se queda callado por un instante cuando vio su cama vacía. Miró a todos lados creyendo que estaría levantada o en el baño, se acercó a este y miró dentro pero no había nadie.

-¿Zaria? -se acercó a la cama de nuevo, las sábanas desordenadas y su ropa ya limpia aún en una silla.

Abrio los ojos de par en par. Vio hacia la ventana abierta y lo supo de inmediato.

-¡Zaria! -salió corriendo rápidamente, encontrándose con Anabella en el pasillo.

-¿Príncipe?

-Zaria no está. ¿Y Koa?

-Sigue en los establos, acabo de verlo... -responde Anabella preocupada- ¿No creerá que la han...?

-Es la única explicación. Si no está por aquí debió de haber pasado... ¡Mierda! -Alexander comenzó a desesperarse.

Pensó en lo peor, se lamentaba no haberse quedado con ella esa noche y se odiaba por permitir que la volvieran a apartar de su lado. No quería volver a perderla. No otra vez...

Ambos abrieron los ojos de par en par cuando escucharon el sonido emitido por un cuerno por todos lados. Era el llamado a la guerra. Alexander se asoma por la ventana y ve como todos salen de sus casas para tomar las armas e ir a ma entrada de la ciudad para empezar su camino hacia Adrestia.

-¿Empezarán a atacar ahora? ¡Se supone que lo harían más tarde! -dice Anabella.

Alexander ahora estaba entre la espada y la pared. ¿Ir a buscar a su amada o detener esta guerra? Apretó los dientes con ira y fuerza, no sabía que hacer y eso causaba gran frustración en él. Pensó en todo e incluso en las consecuencias de sus decisiones. Odiaba esta situación, quería ir y buscar a Zaria hasta tenerla consigo de nuevo, era su amor eterno después de todo.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora