Al abrir los ojos y mirar a mi alrededor recordé todo lo que había pasado en la noche, mi sonrisa se hizo visible y me enderecé para buscar a Alexander, pero no estaba por aquí. Decidí levantarme y agarrar mi ropa para ponérmela y así salir de su habitación e ir al harén, pero al salir me encontré con Anabella.
-Oh, Zaria, es bueno encontrarte ahora -comenta haciéndome fruncir el ceño.
-¿Me buscabas? ¿Para qué?
-Para llevarte a tu nueva habitación. Ahora eres una mujer libre, ya no perteneces al harén.
Abrí los ojos de par en par pero ella no me deja asimilarlo todo cuando ya me estaba arrastrando por los pasillos. Aunque tampoco estaba tan lejos de la habitación de Alex. Al abrir las puertas me deja ver una hermosa habitación bien decorada y con un balcón más amplio que dejaba ver el patio de en frente del castillo.
-Puedes hacer lo que quieras, si me necesitas estaré encantada de ayudarte con lo que desees -dice Anabella sonriendo.
-Gracias Ana... -le devolví la sonrisa.
Ella asiente y se va dejándome en mi nueva habitación que empecé a curiosear y mirar a todos lados. Mi collar con el emblema estaba en mi nueva mesita de noche, lo agarré y observe un tiempo antes de dejarlo y volver a mirar a los alrededores.
Encontré el cuarto de baño y decidí que tenía que darme un baño y cambiarme.
Eso hice, preparé todo y disfruté de mi momento en el agua tibia y relajante. Aunque, al estar lista y fuera del baño, me atrajo algo en la ventana, me acerqué y noté que el sol estaba empezando a brillar mucho más. Las nubes se despejaban y sabía por eso de que el invierno estaba llegando a su fin.
Sonreí un poco pero vi entonces a Alex hablando con algunos hombres en el patio delantero del castillo, me apresuré en bajar. Salí del castillo hasta encontrarlo, me acerqué a él llamando su atención. Su sonrisa aparece al instante en que me ve, haciéndome sonreír igual.
-Hablamos después -le dice al guardia quien asiente y se aleja.
Alex termina de acercarse a mí pero yo bajé la mirad a su cuello. Abrí los ojos de par en par y agarré el cuello de su abrigo para cubrirlo.
-¡Tapa eso! -susurré mirando a todos lados.
-Ya todos lo han visto, y yo no le veo nada de malo -responde agarrando mis manos con delicadeza y acercándome hasta besar mis labios.
Volví a sorprenderme y mirar a todos lados pero su mano en mi espalda baja, acercándome hasta pegarme a su cuerpo me hizo suspirar. Me dejé llevar y le devolví el beso hasta dejarnos sin aliento.
Hasta ya me había olvidado sobre los chupones en su cuello que dejaba a la vista de todos.
-Oye, ven -Alex se separa pero no deja de tomarme de la mano-. Quiero mostrarte algo.
-Está bien -respondí en automático y sin aliento.
Él me sonríe y me guía hasta el establo. Sacan a Anthas ya preparado, mi sonrisa flaquea un poco.
-¿Cómo está Koa? -pregunté.
-Aún debe reposar pero está mejorando, no tienes de qué preocuparte -agarra mi mano y besa mis nudillos-. Lo están tratando muy bien.
Asentí más tranquila antes de que pusieran una butaca junto a Anthas, me subí en ella pero aún así Alex me ayudó a subir. Él se sube atrás de mí y rodea mi cuerpo por ambos lados para sujetar las riendas del caballo. Tenerlo tan cerca me erizaba la piel, su pecho rozando mi espalda me hacía sentir un leve ardor en aquella zona, uno que me hacía sonrojar.
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AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOS
RomanceLa hija de un noble finalmente cumplirá la edad suficiente para poder participar de fiestas importantes por su cuenta, pero ¿cómo iba a saber que esa primera fiesta en el día de su cumpleaños sería el mismo día en que el reino enemigo decidiera atac...