Capítulo 49

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No era consciente de lo lejos que estábamos de Viltarin hasta que ya habían pasado dos días desde que salimos de la mansión de Darren. No podía dejar de pensar en Alexander y tener una mísera esperanza de que estuviera vivo, pero eso solo me creaba más dudas.

¿Y si había llegado tarde?

Darren al parecer notó mi preocupación de nuevo porque apoyó su mano sobre la mía y la apretó, demostrándome su apoyo. Me sonríe y yo hice mi mayor esfuerzo para devolverle el gesto pero en estos momentos... me era imposible.

-Todo estará bien, Lícia.

-Eso espero... -suspiré.

El carruaje se detiene alertándonos, me asomé por la ventana para ver a través de esta y abrir los ojos de par en par.

-Todo ha cambiado...

Veía con asombro y lástima lo que ahora era Viltarin, parecía que sobre él yacía una nube negra que cubría a todo el reino; todo estaba gris y lamentable...

-¿Qué ha pasado? -preguntó Darren sorprendido al igual que yo.

-Idalia -espeté con molestia.

Volví a mirar como ahora Viltarin estaba colmado de guardias, los civiles trabajaban hasta desmayarse construyendo murallas fortificadas al rededor de toda la ciudad. Se veían tan... demacrados.

-Si me ven no me dejarán entrar y avisarán a Idalia -comenté volviendo dentro del carruaje-. Tenemos que saber qué pasó con Alex. Él es el único que puede arreglar esto...

Darren me mira por un momento pero entonces apoya sus manos sobre mis hombros.

-Ya has visto cómo está todo por aquí, ahora te pregunto... ¿qué harás si Alex no puede ayudar a su pueblo?

Me quedé callada. Odiaba y lamentaba la situación en la que Idalia había metido a todas estas personas inocentes, pero... ¿qué haría yo? No soy una heroína, no tengo un ejército, no puedo hacer nada...
Bajé la cabeza en respuesta, Darren lo entiende, por lo que apoya una de sus manos ahora en mi mejilla.

-Ven conmigo -dice llamando mi atención-. No quiero que te involucres en algo que no te corresponde, sé que crees que tienes que hacerlo pero no debes... Acabarás peor si lo haces.

Sus palabras eran fruas y duras pero tenía razón, y esa era la peor parte.

-Prométeme que si no hay nada que puedas hacer por Viltarin, volveremos juntos, por favor... déjame cuidar de ti si hace falta.

-¿Y qué pasa si se me presenta la oportunidad de ayudar? -pregunté.

-Entonces hazlo... no puedo impedirte que hagas lo que quieras, no te considero mi esclava. Lícia, haz lo que quieras hacer...

Sin ser conciente de lo que hacía lo abracé por sorpresa, él parece sorprendido pero no tarda en aceptar y corresponder a mi abrazo.

-Solo ten cuidado -murmura.

-Lo tendré.

Nos separamos sonriendo e idealizamos el plan para poder entrar a la ciudad. Me senté en el suelo y Darren me cubre con una de las mantas que habíamos traído, el carruaje vuelve a ponerse en marcha y pude escuchar las voces de otros hombres.

-Alto.

Nuevamente nos detenemos, mi corazón fue a un ritmo descontrolado por mis nervios.

-¿Quién es usted? -pregunta uno de los guardias.

-Soy Darren Drach, de Nymeria.

Los guardias parecen reconocer de inmediato de quién se trataba. Se disculpan y lo dejan pasar al momento. Sonreí un poco mientras sentía como volvíamos a movernos. Darren apoya su mano sobre mi cabeza bajo la manta como señal para que saliera, me destapé y volví a sentarme a su lado.

AUNQUE ESTEMOS ENFRENTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora