Seguro

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Wyatt

Baco se ha vuelto mi única compañía en este lugar tan frío y oscuro. Puede que suene loco, pero he empezado a considerarlo como un amigo, alguien a quien puedo contarle cómo me siento con toda esta situación. Lo sé, estoy muy mal de la cabeza y nadie me creería que una víbora gigante y que además habla, me da muy buenos consejos y hace que las horas en este encierro sean más llevaderos. No sé por cuánto tiempo me han tenido retenido aquí, pero para mí ha sido como una eternidad.

No he sabido nada de la vampiresa en días, ni siquiera Baco me ha dado razón de ella, es como si la tierra se la hubiera tragado. No sé por qué me siento de esta manera y no es normal que desee verla una vez más. No he podido sacar de mi mente lo que experimenté tras la mordida que dejó en mi cuello,la piel se me eriza nada más con recordar el filo de sus colmillos y todas esas corrientes que me invadieron.

«¿Hay algo mal conmigo? ¿Por qué me excito tanto con la sola idea de imaginar sus colmillos enterrados en mi piel? No es normal estar deseando el momento que vuelva a hacerme sentir de esa manera tan extraña, pero diferente y única».

—Es el momento.

—¿El momento para qué? —miré patidifuso a Baco, sin saber de lo que hablaba.

—Para salir.

Antes de que pudiera preguntarle a qué se refería con exactitud, la vampiresa apareció de la nada frente a mí. Su mirada oscura y esa sonrisa torcida que me dio alteró los latidos de mi corazón. Es muy hermosa, su rostro es muy fino y su piel blanca me atrae de sobremanera. Por un segundo me perdí en labios cerezas y su carnosidad. Quisiera poder tocarla, pero esta vez profundizar mi tacto y descubrir porque, a pesar de lucir como un ser humano, es todo lo contrario a mí.

Ese hombre de cabello blanco y ojos espeluznantemente negros apareció poco después junto a la bruja. Mi corazón se llenó de angustia tras verlos a los tres aquí. ¿Acaso han decidido deshacerse de mí? ¿O será que al fin van a dejarme ir? Lo que dijo Baco poco antes de que estos seres de otro mundo aparecieran tendría sentido, pero no puedo confiar de estos seres.

—El collar —dijo el hombre sin más.

Pensé que me estaba hablando a mí, pero me di cuenta de que no era así porque la bruja en automático extendió un collar negro con un dije de dos serpientes enredadas en su dirección, el cual entregó a la vampiresa y ella se acercó a mí con una sonrisa muy bonita en sus labios. La bruja se desvaneció en los brazos de aquel vampiro tan intimidante y sentí mucho miedo.

«¿Qué es lo que está pasando?».

—No tienes mucho tiempo, Blake —con voz firme, ronca y severa le recordó.

—Lo sé, hermanito —la vampiresa me puso el collar y acercó su nariz a mi cuello—. No me agrada el hecho de esconder tu dulce y adictivo aroma, ratoncito.

Aspiré su aroma con disimulo, descubriendo un toque dulzón, pero suave a la vez. Tenerla tan cerca provocó estragos en mi corazón y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, erizando cada uno de los vellos de mi piel.

Deseo tocarla, ir más allá, palpar su piel con la yema de mis dedos, sentir ese perfume dulce más tiempo en mis sentidos y no solo porque está a mi alcance. Jamás me había sucedido algo como esto. Esta atracción que esta bella vampiresa me hace sentir es algo que no logro comprender. En los últimos años me han gustado pocas chicas, me han parecidos preciosas y he querido llegar a más, pero no era un gusto que prevaleciera y que me llevara a tomar la decisión de buscar algo más serio. Siempre me aburría en las salidas, en los silencios incomodos y en esas charlas que parecían ser forzada. El encanto que sentía por ellas simplemente se desvanecía de la nada, era como si no llenaran ninguna de mis expectativas. Mi madre suele decirme que, por estar tan enfocado en mis estudios, no me tomaba ni un poco de tiempo para hacer mi vida por fuera, conseguir una buena mujer y permitirme disfrutar con mis amigos, pero para mí ese tipo de cosas nunca han sido de mi interés.

Este mundo nuevo y que desconocía me está llamando de sobremanera a descubrirlo. Quiero saber más sobre la bruja y sus hechizos, si funciona como se ve en las pantallas o todo es diferente. Saber que, a aparte de la humanidad, una víbora es capaz de razonar y hablar, es algo de lo que me he maravillado por completo. ¿Acaso se trata de una maldición o solo es un don otorgado a criaturas extraordinarias y que vienen de un mundo que no conozco? La vampiresa es otra criatura que deseo analizar con detenimiento. Me siento terriblemente atraído por esta preciosa.

—Ve a descansar, Baco.

—Lo puedo llevar.

—No, lo haré yo —sin que pudiera evitarlo, me levantó en sus brazos como si me tratara de un almohadón de plumas y me sonrió ladeado—. Cuando estés lleno, vuelve.

—Sí —Baco se desvaneció de repente y sacudí la cabeza, todavía muy sorprendido por todo lo extraño que se aprecia en este mundo.

Me sentía raro, pero bien en sus brazos. Lo más natural es que un hombre cargue a una mujer, no obstante, ella no es cualquier mujer. Es más, no sé si pueda denominarla como tal, aunque parezca físicamente una. Su fuerza no me sorprendió, lo que me raya un poco es el hecho de que me lleve como la novia que está recién casada y me sonría de esa manera tan atractiva.

El temor y lo embriagado que me encontraba no me permitió gesticular palabra alguna, menos cuando empezó moverse por los pasadizos de la enorme mansión a una velocidad sorprendente. El viento golpeaba mi rostro y mantuve los ojos cerrados por el mismo miedo que me carcomía por dentro. Me sentía viajando en una montaña rusa y por esa misma razón los nervios se centraron en la boca de mi estómago. Solo atiné a aferrarme de ella, pues de cierto modo, me sentía seguro estando en sus brazos.

No sé cuánto tardó para detenerse, pero se me hizo un recorrido muy largo. Me sentía con muchas nauseas. La vampiresa me dejó caer en un espacio suave y abrí los ojos para verla, pero el malestar en mi cabeza no me permitía mantener los ojos abiertos. Todo daba vueltas a mi alrededor.

—¿Dónde estoy? —quise saber, respirando pausado y con calma para disipar el malestar.

—Es mi casa.

—¿Luego no salimos de esa mansión?

—Sí, pero esta es mi casa, solo que nunca he vivido aquí. Sería muy deprimente estar sola en un lugar tan grande y vacío —la sentí removerse y abrí los ojos, quedando sorprendido y hechizando ante su cercanía—. Conmigo vas a estar seguro, solo te pido que no vayas a salir. Tu olor puede atraer a muchos integrantes jóvenes del clan y nadie puede saber que te traje aquí.

—¿Eso quiere decir que no podré ir a mi casa pronto?

—¿Quieres irte? —curioseó, borrando la sonrisa de sus labios.

—Es decir... allá está mi madre —no pude darle una respuesta, porque ni yo mismo sabía si quería quedarme o no.

—Traeré todo lo que necesitas, ¿de acuerdo? —se levantó de la cama y la tomé del brazo con suavidad—. ¿Qué pasa?

—¿No vas a quedarte conmigo?

—No puedo —sonrió y mi ilusión se rompió en mi pecho—. Baco se quedará haciéndote compañía.

Nos miramos largos segundos en silencio en los que sus ojos se tornaron rojos, un rojo muy intenso y carmesí. Quería decirle muchas cosas y, lo más natural, era intentar persuadirla para que me dejara ir, pero las palabras quedaron atrapadas en mi garganta.

—Gracias por sacarme de ese lugar —la solté lentamente y sonreí.

—Vendré pronto.

Baco salió de las penumbras y cortó con ese incomodo intercambio de palabras. La vampiresa le dejó algunas instrucciones a la víbora y, después de darme una última mirada, se marchó. 

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora