—No llores, por favor —me separé de ella, para besar sus ojos y secar con mis labios sus lágrimas—. No me gusta verte así.
Se mantuvo en silencio, dejándose hacer mientras me miraba con cierta curiosidad. Cuando al fin una sonrisa apareció en sus dulces y adictivos labios, me acerqué a ellos para degustarlos a mi antojo. Sus besos me transportan a un lugar donde solo existimos los dos y no hay ninguna diferencia que salga a relucir.
Al principio el beso empezó lento, poco ansioso y hasta torpe, pero con los segundos y el calor de nuestros labios y la humedad de ellos al rozarse, se transformó en uno apasionado.
Podía sentir de nuevo como los deseos crecían en mi interior y me empujaban a tomar más de ella. Por ello descendí mis labios por su barbilla en dirección a su cuello, deleitándome con su aroma y su sabor. En mi paladar podía detectar el sabor amargo de la sangre de lo que previamente había cenado, pero no me era desagradable en lo absoluto. Todo lo contrario, me resultaba fascinante probar sus labios y tener ese sabor en mi paladar.
—Me gustas mucho, Blake —confesé, recostando su cuerpo con suavidad en la cama.
Arrebaté su boca una vez más, olvidándome de todo en ella y subí sobre su cuerpo, acomodando el mío en el medio de sus piernas. La cercanía de nuestros cuerpos, el roce de estos y la ansiedad con la que nos besábamos fue la principal causa por la cual mi temperatura subió en cuestión de segundos. La boca de esta vampiresa preciosa es mi debilidad y cada que entro en contacto con ella, sufro de terribles temblores y una jodida erección que jamás en mi vida había experimentado antes.
Sus manos fueron a mi espalda y me acarició con suavidad de arriba abajo, agudizando esos temblores que no podía controlar. Su piel es tan fría, pero para mí es fuego puro recorriendo por mi sistema.
—Me tienes enloquecido, vampiresa preciosa —succioné su labio inferior y soltó un dulce gemido, acción que me puso el doble de caliente y me hizo profundizar un beso cargado de deseos.
Descendí nuevamente por su barbilla, depositando suaves besos en su piel hasta su cuello. Hundí el rostro en el hueco de este, aspirando su aroma y dejando una estela de besos a mi paso en su piel. Descubrir nuevas cosas de ella es fascinante; es como las matemáticas, maravillosas, enigmáticas y difíciles de entender. Tocar el punto exacto, tal como resolver una difícil ecuación, es sentir como el éxtasis puro corre por las venas y hace explotar el corazón de emoción. Su aroma es exquisito.
No conforme con solo besar su cuello y ansioso de seguir resolviendo el enigma que es ella, desvié mis besos por su pecho, acariciando con mis labios entreabiertos esa línea perfecta que une sus dos senos y les da una forma redonda y firme. Más excitado que nunca por lo bien que se siente escuchar sus gemidos y su respiración acelerarse, hundí el rostro entre sus senos, queriendo palparlos entre mis manos y saber si encajan entre ellas.
«Tengo que detenerme, pero a quién quiero engañar, no quiero frenar y tampoco voy a hacerlo». Lo que quiero es seguir, más cuando ella no se está oponiendo a mis toques. El único problema entre mi boca y su piel es su ropa, que no me deja llegar a ella como tanto lo deseo.
Levanté la mirada hacia ella y la descubrí con los ojos fijos en los míos, las mejillas rosas mientras se mordía el labio inferior. Ese rojo en su piel es más que hermoso, hace que su color natural resalte mucho más.
—Eres hermosa.
—¿De verdad lo crees? Dijiste que era un monstruo y muchas cosas más, eso sin contar que pensaste que Lirio era un hada por su belleza.
—Oye, vampiresa, perdóname si te ofendí. Al comienzo estaba asustado y el miedo me vuelve irracional —me hice a su lado y la abracé por la cintura, atrayendo su cuerpo al mío—. Eres realmente preciosa. Mucho más hermosa que esa bruja.
Esbozó una sonrisa ladeada sin apartar su mirada de la mía. Me encantaría saber lo que está pasando por su mente.
—¿Qué piensas?
—No quiero que esta noche acabe nunca —descansó su cabeza sobre mi pecho y la apreté más contra mí—. Tu corazón late muy fuerte y rápido, delicia.
—Tú eres el motivo por el cual mis latidos se descontrolan de esa manera —confesé.
Levantó la cabeza de mi pecho y me dio otro beso más, sumando al juego su lengua que no tardó en enredarse con la mía. Estoy perdido en toda ella y siento mucho miedo al no saber lo que pueda pasar mañana. Blake no solo me gusta y no sé qué tan peligroso sería enamorarme de un ser tan extraordinario y hermoso como ella.
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Dulce Prohibido[✓]
FantasyLuego de que el único asistente que ha tenido por más de dos siglos renunciara, este mismo se ve obligado a buscar uno nuevo para sustituir su lugar por un tiempo indeterminado, pero nadie contaba con que un simple humano se postulara a la oferta de...