S2: Sensaciones

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—Si se atreve a hacerme algo, le juro que lo mato.

Oí su risita burlona, poco antes de que sus labios se posicionaran en mis muslos, muy cerca de mi parte más íntima y todo mi interior tembló.

—Intentalo...

Besó mis muslos con suavidad, guiando su boca a mi parte íntima y contuve la respiración. No puedo mover ni un solo músculo de mi cuerpo, pero su boca por mi piel no se siente desagradable. Sus labios son muy suaves y, a pesar de que se perciben muy fríos, de ellos al contacto con mi piel brotan un calor inigualable.

Aunque no podía mover el cuerpo, sí podía sentir todo lo que me estaba haciendo a la perfección, al igual como un inmenso calor crecía en el medio de mis piernas y me impedía pensar con claridad.

¿Qué me pasa? ¿Por qué mi cuerpo está reaccionando de esta manera tan contradictoria? No puedo dejar de pensar en todo lo malo que me hará, más mi cuerpo parece ceder a sus suaves caricias y malintencionados besos.

Su mirada se cruzó con la mía y ese rojo intenso de sus ojos me provocó una corriente por todo el cuerpo y desvié la mía, más cuando su lengua hizo contacto con mi piel y lamió mis muslos sin descaro alguno.

Flexionó mis piernas y se relamió los labios sin perder  de vista mi intimidad. Me sentía muy humillada y que me estaba pisoteando. Estaba tan expuesta e indefensa bajo su poder, pero por más que supiera que estaba a punto de aprovecharse de mí, mi interior ardía en llamas. Pedía que fuera atendido como nunca antes.

¿Por qué me hace esto? No lo entiendo. Yo no he hecho nada de mal en la vida, como para que me sucedan este tipo de cosas a mí.

Su lengua se apoderó de extremo a extremo de mi sexo, y la deslizó con total lentitud que me causó ligeros escalofríos y que de mí se escaparan finos gemidos.

Realizó el mismo movimiento de arriba hacia abajo y volviendo a recorrer el mismo camino varias veces seguidas, aumentando la velocidad de su lengua y presionando justo donde los espasmos me atacaban. La presión que ejerció su lengua en ese botón que se encontraba tan sensible me arrancó un fuerte gemido y un incontrolable temblor.

No podía creer lo que estaba haciendo, más estando en mis días, pero él parecía complacido lamiendo y probando cada centímetro de mí. Cerraba sus ojos y gruñía, realizando círculos con su lengua y presionándola en mis adentros.

Lo más natural es que sienta asco de esto, pero él a eso parece no importarle. Su forma de hundir su lengua en mis adentros, succionar mis labios menores y mordisquear ese detonante deja en evidencia lo excitado que se encuentra y lo mucho que le gusta. Es un morboso y su profunda mirada lo confirma.

No pude apartar la mirada de esos ojos rojos que resplandecían en medio de la profunda oscuridad. Su mirada me transmite un sinfín de sentires, desde miedo hasta una incontrolable fuerza de atracción que no logro descifrar y entender.

Pude apartar la mirada de esos ojos tan hechizantes y cerré los míos, conteniendo las ganas de llorar. Mi cuerpo se sentía prendido en fuego, que sus estímulos lo único que lograban era echarle más leña al fuego en lugar de apagar la hoguera. Entre mis piernas podía sentir la humedad y el calor que su boca me provocaba con esa forma en que la movía. Jugaba con mi cordura, haciéndome sentir tan miserable y sucia como satisfecha.

Enredó sus brazos por debajo de mis muslos y me presionó contra sí. Las succiones que realizaba más esa forma en la que sacudía en el rostro entre mis piernas me tenía temblando y gimiendo sin control.

Sabía que esto estaba muy mal, pero ¿cómo le explico a mi cuerpo que este demonio solo se está aprovechando de mí y mi debilidad? Ni siquiera tengo un poco de fuerza para exigirle que se aleje de mí, pues de mis labios solo escapan gemidos que se quedan por completo con la habitación.

Me sentía fuera de mí, pero es que sus labios y su lengua tienen un poder único. Jamás había experimentado algo como esto. Jamás un hombre me había tocado más de la cuenta, por lo que esto se siente nuevo y diferente. Esas cosquillas que siento donde su boca hace contacto quiero rascarlas con intensidad, quiero calmar ese dolor y fuego que se propaga segundo a segundo entre mis piernas.

Debido a su prolongada estimulación, sentí una aguda presión en mi vientre bajo que pronto saldrá expulsada a como siga lamiendo y excavando a fondo con su lengua.

No sé en qué momento mis caderas empezaron a moverse contra su boca, ansiando más y necesitando más de él. Su boca no me es suficiente para calmar esa ansiedad que me recorre la piel por completo.

Me sujeté de su cabello, curvando la espalda y moviendo la cadera en círculos mientras su lengua permanecía rígida en mi interior. Sus uñas en mi piel, más sus jadeos y sus intensos gruñidos solo alborotaban ese inmenso calor que me carcomía por dentro.

No me reconocía en ese momento, pero es que el placer que me brindaba ese demonio me tenía bajo un embrujo. Fácilmente podría quitarlo del medio de mis piernas, pero en lugar de darle su merecido por aprovechado, me movía contra él de manera lunática y desenfrenada.

Me odiaba por estas reacciones que estaba presentando mi cuerpo, pero era más fuerte todo lo que me estaba haciendo sentir que ese odio que guardo en mi corazón por él.

—Eres mía y soy yo el único dueño de tus pensamientos y de todos tus deseos —se separó de mis piernas y lo vi relamerse los labios, algo que me pareció sumamente atractivo y sensual—. Muero por hacerte mía, mi pequeña rosa, pero esperaré a ganarme tu dulce corazón primero.

Subió encima de mi cuerpo y hundió su rostro en mi cuello. Su mano se posicionó en los pliegues de mi sexo y los movió con ligereza en círculos, incrementando el fuego en mis adentros y cerré mis piernas, frotándolas a la par que movía sus dedos sin llegar a hundirlos en mi interior.

Todo ese cúmulo de maravillosas y únicas sensaciones explotaron en el instante que sus colmillos se clavaron en mi piel, arrasando con mi cordura y llevándome más allá de lo que pude imaginar. El éxtasis que alcancé me hizo gemir y aferrarme fuertemente de él, sintiendo que mi cuerpo flotaba en una nube.

El goce, el palpitar desenfrenado de mi corazón y esa liberación tan majestuosa me hizo nublar la vista.

—Descansa, mi pequeña y dulce rosa —una sonrisa ladeada más un cálido abrazo me sumió en la oscuridad.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora