Ganas

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El apoyo de mi madre solo me incentivó a luchar por mi amor. Así como ella está dispuesta a no perderme, yo tampoco estoy lista para perder a Wyatt. Fueron muchos años esperándolo, para que ahora deba rendirme.

Mi madre insistió en conocerlo, pero todavía no creo que sea tiempo, aun así me dijo que pronto tendría el gusto de hablar con él y establecer buena relación con mi pareja. 

Llegué a la mansión tan pronto el sol se escondió y la luna brillaba lujuriosa en el cielo. Se ha vuelto una rutina y algo muy íntimo dormir juntos, aunque yo solo me dedique a verlo descansar. Cada día nos acercamos más, lo que me hace sentir muy bien y feliz.

Wyatt se encontraba cenando junto a Lirio y reían por algo que ella había dicho cuando entré a la estancia. Me molesta cada que la veo cerca de él y esa maldita bruja solo busca provocarme.

Hicieron silencio tan pronto me sintieron y ese acto me molestó mucho más. Wyatt se apresuró en levantarse de la mesa y acercarse a mí, envolviéndome en un abrazo que disipó mi mal humor, más cuando sus labios se adueñaron de los míos y le demostró a esa bruja que es solo mío.

—Bueno... —Lirio carraspeó—, me retiro. Permiso, mi señora.

—¡Gracias por la cena, Lirio! Te quedó delicioso todo.

—De nada, Wyatt —desapareció sin agregar nada más.

—Hola, preciosa. ¿Qué tal estuvo tu día? —dejó otro beso en mis labios y suspiré—. Hoy te extrañé mucho.

—Tuve un día largo de trabajo. Ahora que mi padre no está, debo hacerme cargo de algunas de sus labores.

—Tengo curiosidad por saber cómo es vivir en este mundo. ¿Hay gobernantes y toda la cosa? Es decir, ministros, alcaldes y todo lo referente a la política. ¿De qué viven, si solo se alimentan de sangre?

Reí, enrollando mis brazos alrededor de su cuello. Es tan tierno cuando la curiosidad le gana.

—Hay tres grandes jerarquías alrededor del mundo y son los únicos que pueden tomar las decisiones más importantes, establecer leyes y otorgar castigos. Pero en cada clan hay un diferente líder, quien nos guía y nos mantiene equilibrados. También existe el ministerio, allí se llevan a cabo juicios, denuncias y de más sucesos que ocurran en el clan. Cultivamos y por ese medio es que conseguimos las bolsas de sangre humanas.

—¡Guao, qué espectacular! ¿Y quién es el líder de tu clan?

—Mi padre es el actual líder del clan, también es un descendiente de uno de los reyes, por lo que ahora es uno de los Lords.

—¿Eres una princesa? —abrió los ojos de par en par.

—Algo así.

—¿Eso quiere decir que tú puedes ser la líder de tu clan?

—Yo seré la próxima líder —mi respuesta lo sorprendió todavía más—. Desde que tengo uso de razón me preparo para ocupar el lugar de mi padre y guiar a mi clan por mil años no es tarea sencilla, eh.

—¡¿Mil años?! —gritó—. ¿Cuántos años tienes tú?

—350.

—¡Por Dios bendito! —me miró consternado y reí—. ¿Cómo haces para conservarte así de bien? Pareces una chica de mi edad, sin contar lo bella que eres.

—Supongo que tiene que ver con la inmortalidad.

—Entonces sí quiero ser vampiro —dijo y mi corazón se agitó de sobremanera.

—¿Estás seguro?

—¡Por supuesto! Seré eternamente joven y bello —soltó una carcajada, pero hizo silencio al notar mi seriedad—. Era una broma, solo jugaba.

—No hagas ese tipo de bromas, no es nada gracioso. No entiendo tu humor —me solté de sus brazos y caminé unos cuantos pasos, pero su abrazo por mi espalda me detuvo.

—No te enojes, vampiresa preciosa. Solo estaba jugando. No es que no quiera ser vampiro, es solo que siempre he sido humano y solo lo dije por molestar. Ya sé, mis bromas no son graciosas —suspiró—. Mejor olvidemos lo que dije, ¿sí?

—De acuerdo —bajé la mirada, sintiendo que apretaban mi corazón.

«¿Por qué no quiere convertirse en un vampiro? ¿No le gustaría compartir su vida conmigo?». De repente sentí ganas de llorar.

—¿Estás molesta conmigo? —me giró en sus brazos y negué—. Por favor, perdóname. No quise soltar un comentario fuera de base. Este lugar es fantástico y todo lo que sucede aquí es sorprendente y sorpresivo para mí. Todavía no me acostumbro que eres un ser diferente a mí. Pensé que los vampiros eran parte de la imaginación de los escritores y que solo se trataban de mitos falsos —descansó su frente en la mía y suspiró profundo—. Soy un imbécil.

—Nada me haría más feliz que tomaras la decisión de ser parte de mí, pero trato de comprenderte, Wyatt.

—No te voy a decir mentiras, es terrorífico pensar en que puedo convertirme en un vampiro —su hechizante mirada adquirió un brillo diferente—. Quisiera olvidarme de todo y aceptar quedarme para siempre aquí contigo, pero siento miedo de lo que pueda pasar más adelante.

—Piensa en el ahora, no lo que va a suceder más adelante, delicia —sonreí, acariciando su mejilla—. Vayamos a la cama, ¿sí?

—No te imaginas lo mucho que te extrañé hoy y deseaba que cayera la noche para dormir entre tus brazos —me besó de una manera muy lenta y distinta.

Fuimos a la habitación y, luego de que Wyatt lavara sus dientes y yo me diera una refrescante ducha, nos acostamos en la cama. No dormía por las noches y muy rara vez lo hacía en el día si no bebía la suficiente sangre, pero acostarme sobre su pecho y perderme en sus caricias se ha vuelto todo para mí. Teniéndolo así de cerca me siento en calma y que nada nos puede separar. Sus atenciones me enamoran con más fuerza.

—¿Vas a salir a cazar? —preguntó, trazando una caricia lenta y suave por mi espalda.

—No tengo ganas de probar sangre tan amarga e insípida hoy.

—¿Y tienes hambre? ¿Te alimentaste lo suficiente hoy o todavía necesitas más sangre?

Sonreí al entender sus preguntas. Todos los días me pregunta lo mismo, pero por alguna extraña razón no me pide que me alimente de él.

—Puedo pasar esta noche sin sangre —respondí.

—Entiendo.

Se sumió en sus perversos pensamientos y sonreí ladeado, levantando mi cabeza de su pecho.

—¿Qué pasa, delicia? —puse mi uña bajo su mandíbula y me miró con intensidad—. ¿Tienes algo que decirme?

—Sabes que puedes alimentarte de mí, ¿verdad?

—Lo sé.

—¿Y por qué no lo haces?

—No quiero lastimarte —tracé su manzana de Adán con mi uña y tragó saliva—. No me gusta verte mal.

—Pero si no me haces daño, lo juro. Todo lo contrario... —sus mejillas se tornaron coloradas—, yo me siento muy bien.

—Lo puedo imaginar. Yo me siento muy diferente cuando me alimento de ti.

Acerqué mi boca a la suya y rocé con muy mala intención mis colmillos en la suavidad y carnosidad de sus labios, arrancándole un gemido muy tierno.

—¿Por qué juegas conmigo, vampiresa preciosa? —suspiró—. Debo parecerte un loco y un degenerado, pero me encanta que me muerdas.

—Puedo beber un poco de ti para tranquilizar tu calor —subí sobre él y sus manos apretaron mis caderas—. Eres un ratoncito muy perverso.

Mi calor aumentó en cuestión de segundos y justo en el momento en que nuestras bocas se estrellaron de manera tan violenta. Besos subidos de tono, caricias furtivas y roces malintencionados es lo que nos prodigamos noche tras noche, pero ahora mismo lo quiero todo de él. No sé si pueda contener mis ganas por más tiempo.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora