Ha sido difícil abrirme camino en una profesión tan peleada como lo es el periodismo, más cuando vienes de un país diferente y las costumbres son completamente opuestas. A pesar de todos los obstáculos que se me han interpuesto en el medio del camino y las cientos de puertas que se me han cerrado en la cara por ser latina, contar con poca experiencia y un sinfín de cosas más, he logrado hacerme un pequeño espacio en un periódico local de Londres, donde he podido escalar poco a poco hasta llegar a contar con la oportunidad de tener mi propia columna semanal.
Lo que más ha llamado la atención de mi pequeño espacio son esas historias reales que cuento y nadie presta la suficiente atención porque las denomina poco importantes. Detrás de cada historia hay una familia en espera de respuestas claras, una madre con el corazón en vilo por saber noticias de su hijo, un padre preocupado por las precarias situaciones que pueda estar atravesando su más bello cielo y unos hijos que anhelan un abrazo de mamá y papá.
Esas voces que a gritos buscan ser escuchadas y el mundo prefiere hacer oídos sordos, yo estoy dispuesta a oírlas y ser quien alce la voz por ellas.
Me quedé en un rincón de la pequeña estación de policía, esperando contar con suerte y tener algo de información sobre el asesinato de una mujer en manos de su pareja, cuando alcancé a oír lo que Ronan le decía a una mujer de mediana edad.
—Sra. Bennett, entienda que hemos hecho lo posible para encontrar a su hijo, pero es como si la tierra se lo hubiese tragado. Han pasado meses y no ha habido ni una sola pista que nos pueda llevar a su paradero.
—Oficial, por favor, ayúdame a encontrarlo. Yo siento aquí en mi corazón que mi hijo me necesita, que está todavía con vida, que desea regresar a casa...
Ronan me miró por un instante y suspiró profundamente.
—Seguiremos trabajando hasta encontrarlo. ¿Por qué mejor no va a casa a descansar? Cuando tenga alguna noticia, la estaré llamando de inmediato.
—Todos los días me dice lo mismo —la señora bajó la cabeza.
—Vaya a casa, Sra. Bennett.
Sin más que decir, la señora dio media vuelta y se alejó por el pasillo, limpiando sus lágrimas con un pañuelo.
—Termino un par de pendientes y salimos, ¿de acuerdo?
—No te afanes. Puedes demorar todo lo que quieras. Te espero afuera.
Ronan negó con la cabeza, más no me detuvo ni me dijo nada.
Caminé de prisa con el fin de alcanzar a la señora. Salí a la calle y miré a todas parte hasta que la vi subiendo en un auto. Me acerqué a ella sin pensarlo dos veces y me miró con cierta desconfianza.
—Soy Mariana Aldana —le brindé mi mano y me miró con el ceño fruncido—. La escuché hablar con Ronan sobre su hijo. Soy periodista y trabajo para un pequeño periódico local. Estoy interesada en mostrar su historia, pero sobre todo ayudarla a encontrar a su hijo.
—¿Realmente puede ayudarme?
—Por supuesto. He ayudado a muchas personas que, al igual que usted, han atravesado por algo muy simila —le insistí a estrechar las manos y así lo hizo—. Es un gusto conocerla...
—Elsie Bennett.
—Sra. Elsie, ¿cuándo podríamos reunirnos para que me cuente más sobre la historia de su hijo?
—Tengo tiempo ahora mismo, Srta. Mariana —me tomó de las manos, dándome una sonrisa amable y llena de agradecimiento—. Es la primera persona, aparte del Oficial Bristol, que se toma el tiempo de escucharme.
Sonreí al saber que el hombre que tanto me gusta cuenta con un gran corazón. Cada día que pasa, Ronan se incrusta cada vez más en mi pecho. Es una pena que solo me vea como una amiga.
—Aquí cerca queda una cafetería, ¿qué le parece si vamos?
Asintió varias veces con la cabeza y caminamos en silencio hacia esta misma. Mientras esperábamos nuestras órdenes, le envié un mensaje a Ronan, cancelando nuestra salida.
«Espero que la Sra. Bennett no sea la causante», me respondió.
«Solo un poco. La próxima salida invito yo, ¿vale?».
«No pierdas la cabeza, el caso de su hijo fue archivado hace dos meses».
Sentí que mi corazón era apretado con mucha fuerza en mi pecho. No soy madre, pero puedo ponerme en el lugar de una y más en el de la Sra. Elsie, que refleja en su mirada mucho dolor, angustia y desesperación. El hecho de que no sea escuchada me motiva más a querer ayudarla todavía más y de descubrir lo que le sucedió a su hijo.
En cuanto nos trajeron nuestras ordenes, guardé mi teléfono. De mi bolso saqué mi cuaderno de notas y mi pequeña grabadora.
—Sra. Elsie, cuénteme, ¿qué sucedió con su hijo?
Dio un largo y cansado suspiro, poco antes de empezar a relatar la extraña desaparición de su único hijo luego de que saliera de casa a realizar una entrevista de trabajo.
Más que una historia que contar, Wyatt Bennett es un misterio que deseo descubrir a toda costa.
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Dulce Prohibido[✓]
FantasyLuego de que el único asistente que ha tenido por más de dos siglos renunciara, este mismo se ve obligado a buscar uno nuevo para sustituir su lugar por un tiempo indeterminado, pero nadie contaba con que un simple humano se postulara a la oferta de...