Ayuda

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Antes de entrar a la casa, varias miradas cayeron en mí y en Lirio. Es normal que las familias de las casas aledañas se sorprendan de verme aquí luego de tanto tiempo que dejé de venir, más si vengo en compañía de una bruja. La gran mayoría de los integrantes del clan, sobre todo los más jóvenes se acercaron a saludarme. No es fácil ser hija del Lord del clan y ser la siguiente en guiarlos y protegerlos.

—Mi señora, es una sorpresa verla por aquí. Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en la casa. ¿Qué la ha traído por aquí? ¿Va a vivir en la casa?

—Sí, es muy probable que venga a vivir a mi casa —le respondí amablemente a la duquesa.

—¡Eso es fantástico! —acomodó su enorme sombrero de lado y sonrió emocionada—. ¿Ya encontró a su alma gemela, mi señora?

—No, todavía no encuentro a mi pareja.

—Oh, lo lamento mucho, mi señora —se inclinó.

—No lo lamentes. Él vendrá a mí cuando menos lo espere.

—¡Estoy de acuerdo con usted, mi señora! —suspiró—. Yo tardé tres siglos para unirme a mi pareja. Sufrí mucho, pero valió la pena.

—Bueno, Sra. Campbell, debo entrar a la casa. Hace mucho no venía y está hecha un desastre.

—¿Necesita ayuda? —se ofreció y negué con una sonrisa amable.

—No, no quiero molestar. Lirio ha venido a ayudarme.

—No es ninguna molestia, puedo pedirle a una de mis chicas que le ayude.

—No hace falta, duquesa. Para eso estoy yo aquí y es mi trabajo —Lirio se me adelantó—.

—Bueno... igualmente, si necesita ayuda, no dude en buscarme, mi señora. Estaré encantada en ayudarla en todo lo que necesite.

—Gracias, lo tendré en cuenta. Te deseo un buen día, duquesa.

Nos despedimos en una pequeña reverencia y entramos a la casa bajo la atenta mirada de la duquesa Campbell.

Wyatt bajó las escaleras corriendo y se frenó en seco cuando su mirada cayó en Lirio. La mueca que hizo me sacó una sonrisa. Todo indica que la presencia de la bruja le molesta.

—¿Cómo dormiste?

—Muy bien. La cama es muy cómoda y suave y las mantas son bien calentitas —sus ojos verdes con motes amarillos son mi mayor debilidad—. ¿Tú cómo estás? ¿Descansaste?

—No duermo en la noche.

—¿Lo haces en el día? —quiso saber.

—Solo unas pocas horas.

—Pero no es necesario que duerma, es decir, basta con que descanse un poco o beba su ración de sangre para tener energía suficiente —Wyatt y yo miramos a Lirio.

—¿Eso quiere decir que necesitas sangre? —volvió a mirarme y mi corazón se agitó.

—Sí, la necesito, pero puedo beberla después. Te he traído el desayuno. ¿Por qué no te sientas a comer?

—Está bien.

—¿Te puedo revisar? ¿Cómo te sientes? ¿Te has sentido mejor? —lo increpó Lirio y la miré de reojo, dejando el recipiente de la comida en la mesa del comedor.

—Me he sentido mucho mejor. Me hacía falta dormir como Dios manda. Caí en coma profundo tan pronto toqué la cama y no me di cuenta de nada a mi alrededor sino hasta que el sol salió. Descansar y comer bien era lo que necesitaba para recuperar las energías perdidas —se sentó en una silla y agarró los cubiertos en sus manos—. Esto se ve muy bueno. ¿No trajiste para ustedes? Me sentiría mal comer frente a la dos.

Se ve más tranquilo y parece haber despertado de buen humor. Está más hablador que de costumbre.

—Come —le ordené y asintió con la cabeza.

—Deberías traer comida para todos y así comemos juntos. Es más, si quieres puedes traer todo lo necesario y yo mismo cocino —soltó una risita divertida—. ¿Qué comen las brujas?

—Comida normal —respondió Lirio, mirándolo muy fijamente y de una manera que no me gusta ni un poco.

—¿Y tú qué comes, Blake? Bueno, ya sabes, aparte de beber sangre.

—Nada más. Come en silencio, Wyatt.

Se me quedó viendo con el ceño fruncido y asintió, enterrando su cabeza en el plato.

—Te puedes ir, Lirio.

—Pero...

—Largo —la mirada que le di la hizo asentir con rapidez.

—Si sucede algo, no dude en llamarme, mi señora. Recuerde lo que dije —se levantó de la silla e hizo una pequeña reverencia—. Cuídate mucho, Lirio.

—¡Tú también! —le respondió con la boca llena, despidiéndose de ella con una mano.

El silencio nos envolvió por pocos segundos luego de que Lirio saliera de la casa. Esa maldita bruja me las va a pagar, ahora entiendo por qué disfrutaba tanto reteniendo mis deseos cada vez que intentaba acercarme a Wyatt. Ya no me cabe ni la más mínima duda de que le gusta. No es normal que lo mire de esa forma, le sonría tanto y se preocupe en exceso por un humano.

—¿Ya desayunaste? —cortó el silencio y sonreí.

—Un vampiro solo se alimenta de sangre, Wyatt.

—Es la segunda vez que me llamas por mi nombre y no como "delicia" o "ratoncito". No sé, como que se escucha muy formal, ¿no crees?

—¿Te gusta que te diga "delicia" y "ratoncito"?

—Quizás —sonrió divertido—. ¿Quieres comer? ¿Por qué no comen comida normal?

—No lo sé. Desde que nací me han alimentado con sangre.

—Entonces, ¿cómo consigues la comida?

—¿Por qué haces tantas preguntas, ratoncito? En lugar de ser tan curioso, dedícate a comer.

—Me gusta saber todo lo que está a mi alrededor, además, quiero saber más de ti —desvió la mirada en un acto nervioso—. Si necesitas alimentarte, puedes hacerlo sin problema alguno.

—Lo haré en casa.

—No, eso no —carraspeó—. Lo que quiero decir es que puedes alimentarte de mí.

—¿De ti? —enarqué una ceja.

—S-sí. Sé que lo necesitas y si yo puedo ayudarte, lo haré.

Claro que me gustaría volver a probar su sangre y sentir todas esas cosquillas recorrer mi interior hasta hacerme reventar de goce, pero me abstengo a que este vínculo se siga fortaleciendo por su propio bienestar. Ahora bien, con esa mirada tan pura y tierna es difícil negarme.

—Está bien, aceptaré tu ayuda.

—¿De verdad? —sonrió.

—¿Crees que me voy a negar a tu ayuda cuando me la estás ofreciendo de esa manera? —relamí mis labios—. Delicia, así no me la brindes, no podría controlar el deseo de beber de ti.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora